Jornada de reflexión. Así llaman al día antes de unas elecciones en España. 24 horas en las que supuestamente hay que pensar, abstraerse y decidir el voto en conciencia. No se puede hacer política ni pedir el voto. Vamos, que en un país como España la jornada de reflexión es una bendición donde por un ratito la política se olvida y uno puede escuchar otras conversaciones.

El mejor plan para la jornada de reflexión en estas elecciones del 10N consistió en ir a ver el concierto de fin de gira de Ojete Calor, el grupo musical de Carlos Areces y Aníbal Gómez que llenó por segundo día consecutivo la sala La Riviera, un éxito reservado para joyas de la música indie con ganas de llenar estadios y no para dos cómicos y músicos que bautizan a su estilo como 'subnopop'.

Así que, en plena vorágine electoralista, miles de personas se rindieron al subnopop, que bebe de la música de La Movida, y que en su aparente ligereza habla de muchas cosas. Las letras de Areces y Gómez no son frívolas, sino dardos irónicos llenos de mala leche, como ese La gente mala o La gente extranjera, que habla de la extrema derecha y el racismo parodiando el People are stranger de The doors.

Ojete Calor y Aníbal Gómez.

Caracterizados vestidos con sus vestidos y abrigos de plumas, los dos comenzaron colgados del techo para empezar con Amiga en las estrellas, un chiste musical sobre el balconing, y a partir de ahí empezaron a desplegar todos sus éxitos, pero esta vez lleno de cameos estelares. El primero fue el de Antonio Resines, que salió como cuerpo de baile para 0.60, uno de sus primeros éxitos nacido en el programa Noche Sin Tregua. Una canción que se ríe de los tópicos y las frases hechas como 'El rey es muy campechano' o 'Las mejores baladas las escribieron los heavys'.

Los dardos comenzaron al bucear en la historia del subnopop, aquellas canciones con malas rimas y en donde incluyeron a Nek, Mecano y... Ana Belén, de la que versionaron el delirante Agapimú. También cayeron adaptaciones de Bailar Pegados, junto a Ana Morgade y Come as you are de Nirvana.

También estuvo Hugo Silva, aclamado por el público y llamado al escenario tras cantar el Sílbame de Willy Fog, Arturo Valls y una Loles León que apareció convertida en Linda Hamilton para cantar Corre Sarah Conor, te persigue el cyborg. En el intermedio un clásico: tirarse al público en una barca hinchable al ritmo del Quién maneja mi barca de Remedios Amaya, una actuación que ha provocado más de un morrazo en la gira.

Ojete Caor en el videoclip en Qué bien tan mal.

Entre canción y canción, y con La Riviera entregada al desenfreno y gritando hasta el 'Queremos ir a misa' de la señora franquista del Valle de los Caídos, ellos metieron su ironía hablando del machismo, de los ofendiditos y otros tantos asuntos que demuestran que dentro del subnopop hay mucha retranca y crítica.

Luego llegaron sus grandes éxitos, y la jornada de reflexión ya voló por los aires, especialmente cuando para cantar Tonta Gilipó sacaron una orquesta a la que bautizaron como la Filarmonguer y realizaron una versión acústica en directo de uno de sus primeros hits. A partir de ahí, el delirio con Mocatriz, Vete a tu casa (que sacó a todos los cameos al escenario) y ese Viejoven que ya es un himno para sus seguidores. Por si habíamos tenido poco Hugo Silva, Arturo Valls, Joaquín Reyes y Lorena Castell se animaron a subirse a la barca de Remedios Amaya.

Y un concierto de Ojete Calor no es un concierto de Ojete Calor sin un buen trompazo, aquí hubo dos, el de Joaquín Reyes y el del propio Aníbal que tuvo que decir desde el foso que estaba bien y que siguiera la fiesta a la que ya le quedaban sólo los últimos compases. El evento acabó antes de las 12, como la cenicienta y sin que la jornada de reflexión hubiera terminado, pero seguro que fue la jornada de reflexión más divertida posible.

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