La comparsa Los Ángeles de la Guarda resume el mundo en dos minutos: análisis político y social, con música y gracia, con verbo y arrojo, con esa dignidad ciudadana a la que aspira el Congreso. Tienen un vaso comunicante entre la acera y el escaño, les palpita dentro la calle. “Las chirigotas y las comparsas con los únicos géneros musicales que destapan las vergüenzas de cualquiera, del mismo gaditano si hace falta, y de ahí pa’arriba. El carnaval es una fuente de crítica”, explica David Carapapa a este periódico. Ahora han revolucionado el panorama con una canción profundamente política y poética que retrata en pocos trazos el sentir de muchos españoles, la esquizofrenia sentimental que desarrollan hacia la bandera patria.

Visten pantalones rojos desgastados, corbata, chaqueta, sombrero y enormes alas pardas, como de ángeles caídos. Caídos en medio de la crisis, de la quiebra política, de los desahucios, del paro. Caídos en medio de una herida social abierta. “No me envenena, y como soy un ángel me la sudan las banderas, hasta puedo entender que luchen por su independencia, pues muchas veces a mí este país me da vergüenza”, comienzan a entonar.

Como soy un ángel me la sudan las banderas, hasta puedo entender que luchen por su independencia, pues muchas veces a mí este país me da vergüenza

“Me dan vergüenza los que mandaron la policía para moler a un pueblo a palos, y el patriotismo del que presumieron muchos españoles con las banderas en sus balcones. Yo no los vi sacar la banderita contra los ladrones, contra los recortes o por las pensiones, nunca los vi colgarla por la sanidad. Y por tantos parados que no pueden más”, cantan Los Ángeles de la Guarda. Y aquí el atracón final, donde relatan que podrán experimentar orgullo de bandera cuando se erradiquen todos los problemas que nos ocupan: los van enumerando como cuentas de rosario, y no son pocos.

“Y cuando terminemos con tó los mangantes, cuando por fin no quede ni un solo niño que pase frío ni pase hambre, cuando no haya mujeres ni listas de nombres que mueren maltratadas a manos de un hombre. Cuando se aclare el futuro y no sea el culo en educación”, guiñan. Tienen mensaje, incluso, para la Casa Real y el mismísimo Iñaki Urdangarín. “Y cuando en esta nación hasta el rey pueda votarse, y si el cuñado robó, que lo pague con la cárcel; cuando se acabe la fiesta de la espada y la muleta, cuando ya no quede nadie enterrado en las cunetas… entonces ve a donde quieras, saca tu trozo de tela y presume de bandera”.

Contra el "nacionalismo rancio"

No son nuevos en esto y se nota. El pulso musical que echan deviene de la experiencia. “En la modalidad de comparsa llevamos 13 años, pero metidos en el carnaval unos 25”, cuenta David Carapapa. “La idea de este tema surgió en esos peores días de Cataluña, tan dolorosos… no es que estemos a favor de la independencia, yo, personalmente, estoy a favor de lo que cada pueblo quiera decidir, pero la letra va orientada al nacionalismo rancio que salió aquellos días. A las banderitas y a los palos de la policía. En la letra tratamos de explicar que entendemos que alguien se quiera independizar de este país, porque hay cosas que nos dan verdadera vergüenza”.

Cita la violencia policial, el paro, la corrupción, el maltrato a las mujeres o las cunetas sin abrir. “Pensamos que ante estas injusticias sí habría que sacar las banderas, y unirnos y luchar para que esto cambie, pero curiosamente no pasa. Se han sacado para celebrar que a un pueblo se le han dado palos”. David y su hermano tienen un repertorio amplio: “Hablamos de amor, de desamor, de la vivienda… de todo lo que está en la piel de la sociedad, básicamente. Ayer cantamos una letra en la que aparentemente un hombre dejaba a una mujer, pero al final se entiende que lo que está dejando es la bebida. Da un giro inesperado”.

Comparsa y libertad de expresión

Siendo su tónica tan política y tan satírica, ¿han vivido alguna vez algún tipo de censura o de mirada recelosa por parte del jurado del carnaval? “Ha habido de todo. Ha habido años en los que el jurado estaba nombrado por el Ayuntamiento, y si era de un determinado signo político, pues lógicamente algunas letras incomodaban más que otras. Ahora que la elección es un poco más abierta, la cosa está mejor. De todos modos, que vamos a hacer denuncia en nuestras letras es algo que el jurado sabe desde el principio, es algo cotidiano en el carnaval, sacarle punta a todo este tipo de cosas. ¡Hasta a la realeza! La clave es que nos metemos con nosotros mismos antes que con nadie”, sonríe.

El carnaval de Cádiz siempre ha sido cuna de la libertad, y no creo que a corto plazo eso cambie

¿Alguna vez se ha mordido la lengua al escribir o ha visto atacada su libertad de expresión, en esta era en la que la Fiscalía y la Audiencia Nacional andan tan pendientes a las canciones? “Nada nos ha hecho temer eso. Por ahora escribimos libremente, y eso que hemos tocado temas delicados. Es cierto que hay ahora una sensibilidad especial, de hecho, este año ha pasado con el tema de Andreíta, la hija de Belén Esteban”. Se refiere a la chirigota que ridiculizó el físico de la joven, con versos como “la niña de Jesulín y de Belén Esteban tiene toda la cara como una papa nueva. Ya no está pixelada y la niña es horrenda. Si yo fuera su padre la dejo borrosa hasta los treinta”.

“Les han denunciado y demás”, relata David. “No sé dónde derivará esto. Pero el carnaval de Cádiz siempre ha sido cuna de la libertad, y no creo que a corto plazo eso cambie”. Ahora están en cuartos de final. La resolución llegará el día 9 de febrero. ¿Qué harán cuando ganen, si es que ganan? “Emborracharnos”, ríe al teléfono, con guasa. “El concurso nos da indudablemente caché y escaparate, y si eso pasa pues estaremos todo el año cantando por Andalucía y parte de España”. Así sea.