Aquel OT 1. Otros tiempos.

Que la música es un arte —“el arte de las musas”— y, por lo tanto, cultura, es algo que nadie pone en duda a estas alturas. Que a la cultura todos tenemos derecho, tampoco. Así lo establece la Constitución Española, tan frecuentemente invocada estos días, que añade en su artículo 44 que son los poderes públicos los que promoverán y tutelarán el acceso a la misma.

Y qué mejor forma tienen los poderes públicos de promover el acceso a la cultura que mediante la televisión de titularidad estatal, cuya regulación, contenida en la Ley 17/2006, de 5 de junio, establece que está destinada, en el ejercicio de su función de servicio público, a “satisfacer necesidades de información, cultura, educación y entretenimiento de la sociedad española”, incluyendo entre sus deberes la “difusión y conocimiento de las producciones culturales españolas, particularmente las audiovisuales”, así como la promoción del “conocimiento de las artes, la ciencia, la historia y la cultura”.

Es un deber de TVE, por consiguiente, fomentar la cultura y difundir las producciones culturales audiovisuales españolas. Un deber que, en lo que se refiere a la música, hasta ahora ha estado un tanto desatendido. Hace años —décadas, si hablamos de música en directo— que los programas musicales son una excepción en la televisión púbica y los contenidos relacionados con la música se suelen circunscribir a formatos basados en la recopilación documental, como Ochéntame otra vez o Cachitos de hierro y cromo.

Cultura musical 'a paladas' 

Es por ello que los directivos de TVE, en colaboración con Gestmusic Endemol, se han reunido y han decidido poner fin a esta carencia, otorgando a la música un lugar privilegiado en la programación de la cadena. La noche de hoy, lunes, en horario de máxima audiencia, regresa a La 1 el show musical por excelencia: Operación Triunfo. Un programa que no sólo dispondrá de una gala semanal en prime time, sino que también contará con un espacio diario de media hora de lunes a viernes, así como con un canal 24 horas dedicado únicamente al programa. Que nadie diga que no se quiere fomentar la cultura musical en Televisión Española.

Otros formatos apuestan por lo fácil. Disfrazan de cantantes a unos cuantos famosos, los ponen a interpretar canciones conocidas como pueden y listo. Eso está muy bien, pero no es cultura

Otros formatos, más propios de cadenas privadas, apuestan por lo fácil. Disfrazan de cantantes a unos cuantos famosos, los ponen a interpretar canciones conocidas como buenamente pueden y listo. Eso está muy bien, pero no es cultura. TVE, como servicio público que es, tiene el deber de fomentar la cultura musical a través de su parrilla. Y si han echado el resto por recuperar Operación Triunfo, si consideran que no deben añadir a la programación ningún otro formato musical —como desde hace tanto tiempo se les viene demandando—, es porque entienden que con ese programa se cubre sobradamente el cupo de cultura musical en la televisión pública.

Y no les falta razón. En ese programa, de hecho, se ofrece cultura musical a paladas. Fue gracias a Operación Triunfo, por ejemplo, como el público descubrió a talentos desconocidos —a mí me gusta hablar de artistas de culto— como Ainhoa Cantalapiedra, Vicente Seguí, Sergio Rivero, Lorena Gómez, Virginia Maestro, Mario Álvarez y Nahuel Sachack, todos ellos ganadores de las diferentes ediciones del programa junto con Rosa de España.

Tampoco podemos olvidar que es de Operación Triunfo, y especialmente de su primera edición, de donde han salido algunos de los principales protagonistas del panorama musical español. Y no me refiero sólo a Bisbal, a Chenoa o a Bustamante. En su día, en sus aulas también se formaron Juan Camus, Fórmula Abierta, Geno Machado y un tal Javián. Que parece que a veces, por alguna razón, nos olvidamos de todos ellos.

Cuando Eurovisión molaba

Pero además, durante un tiempo, OT fue la criba perfecta para elegir al representante de España en Eurovisión. Desde el momento en el que nos dimos cuenta de que, en un grupo determinado de concursantes, el mejor cantante era el que conseguía prolongar durante más segundos las vocales haciendo gorgoritos, todo fue mucho más sencillo. Seleccionar al ganador y, por tanto, al representante español en el certamen europeo, era casi una cuestión aritmética. Ahora tenemos que elegir a ciegas y, por desgracia, nos sale algún que otro gallito.

Todo eso es cultura. Y careceríamos de ella si no fuese por OT. También lo es la historia de la música, que se podría ofrecer de vez en cuando en documentales. Y lo son las actuaciones en directo, a las que se les podría dar alguna oportunidad mediante formatos específicos o en otros programas de corte cultural, como el de Cárdenas. También es cultura la agenda de conciertos o la actualidad de las escenas más importantes a nivel nacional, que bastaría incluso con mencionar de pasada en las amplísimas secciones dedicadas a la cultura en el tramo final de los informativos. Pero en realidad no hace falta. No es necesario todo eso. En Televisión Española ya tenemos suficiente con Operación Triunfo.

Cultura son las actuaciones en directo, a las que se les podría dar alguna oportunidad mediante formatos específicos o en otros programas de corte cultural, como el de Cárdenas

Porque si algo hemos aprendido a lo largo de todos estos años, es que la música es exactamente eso. Unos castings, un plató ostentoso, una audiencia millonaria, un jurado entre cuyos miembros debe haber algún personaje de carácter arisco y un expulsado semanal. La música sólo existe en ese formato; el del talent show.

Cultura y cuotas de pantalla

Todo lo demás, todos los festivales y conciertos que hay ahí fuera, todos los pequeños clubes que programan semana a semana, todos los grupos y artistas que salen a la carretera en cuanto pueden para hacer un par de bolos y que, poco a poco, de local en local, o de gala en gala, o de estadio en estadio, van conformando toda una escena musical, ya sea más comercial o más underground, en realidad no existe. A todo eso no hace falta darle importancia. Eso no es cultura, y por lo tanto, su promoción y difusión no le corresponde a TVE.

Para TVE, la cultura musical es un pulsador en una mesa —o el sistema que sea— que sirve para decidir quién se queda y quién no se queda en la academia. La cultura musical se mide en cuotas de pantalla. Por extraño que parezca, alguno todavía se preguntaba hace unos meses por qué en España nunca surge un candidato para Eurovisión como Salvador Sobral. Será que a los refranes, como ese que dice que cada uno recoge lo que siembra, tampoco se les da mucha cancha en la tele.