Cuando se deja crecer la larga barba blanca, el mítico presentador David Letterman parece un Papá Noel, un rabino, un Walt Whitman resucitado, y aúna todo eso de mitología del absurdo, de cátedra de la chanza y de la mejor poesía, que es la irónica. Hay quien le da a esa perilla otras interpretaciones más bélicas. Ya sopla 70 años, y cuidado, que debutó en 1975 y no se retiró hasta 2015: qué ancho el camino de la irreverencia. Ahora ha recibido el Premio Mark Twain al Humor Americano por su “récord en la televisión nocturna, por innovar las rutinas de la comedia” y por ayudar a la nación a coserse las heridas de los ataques terroristas del 11-S. Él inculcó una verdad que hacía a todos sentirse culpables: había que volver a reírse.

Anoche en la gala en el Kennedy Center lo aplaudieron los anteriores premiados: Steve Martin y Bill Murray. Murray ha sido entrevistado por Letterman más de una docena de veces, siendo el perejil de todas sus salsas: lo mismo le pintaba en la mesa un gran ‘Dave!’ que le salía de una tarta.

“Nos hiciste saber que estaba bien seguir adelante”, le alentó el presentador, Jimmy Kimmel. “Dave, tú lideraste el camino para todos nosotros”. Y se repuso enseguida -para no ponernos sentimentales- culpándole de que el presidente Donald Trump saliese elegido justo tras su retirada del oficio. “Es como si un día salieras a buscar cigarrillos y nos dejaras en manos de nuestro abusivo padrastro naranja”.

El terror del 'establishment' 

Le miraban con atención, entre el público, los flamantes Biff Henderson, John Mulaney y Jimmie Walker. Este último, conocido en todo el país por su interpretación de James Evans Jr. En la serie de televisión de los setenta Good Times, fue quien le dio a Letterman uno de sus primeros trabajos como guionista cómico en Hollywood. El premiado ha pasado nada más y nada menos que 33 años reventando la televisión de los nocturnos presentando programas de larga duración, primero en NBC y luego en CBS.

El día de su último Late Show, el 20 de mayo de 2015, cumplía el episodio número 6.028. Rompió el récord de su mentor, Johnny Carson, con infinitos recuerdos surrealistas que hoy son historia de la televisión: desde la entrevista a Madonna en 1994 -comentadísima por la cantidad de palabras malsonantes que salieron de la boca de la estrella del pop, que no volvió al programa hasta el año 2000- hasta el cumpleaños aquél en el que, para felicitarle, la mismísima Drew Barrymore le enseñó los pechos.

Sus colegas se metieron con él por esa tupida barba blanca. “Dave siempre ha tenido instintos excelentes. Qué mejor momento que ahora para elegir parecerse a un general confederado”

En 2009, el actor Joaquin Phoenix acudió al show para regalar una de las entrevistas más excéntricas que se hayan visto: un Phoenix desaliñado y sombrío aseguraba públicamente que se retiraba de la interpretación para comenzar una carrera como cantante de rap. Más adelante se sabría que la entrevista era parte del falso documental de Casey Affleck I’m Still Here. También fue en el Late Show cuando el mundo escuchó cantar por última vez al músico Warren Zevon: acudió al programa con el cáncer de pulmón ya diagnosticado y habló sobre su enfermedad, sobre la vida y la muerte. Moriría menos de un año después.

Sin desdeñar la hilarante entrevista a Paris Hilton, que visitó a Letterman después de salir de la cárcel. Ella acudía para promocionar un perfume, pero se dio cuenta de que el presentador no paraba de burlarse de ella con su ya célebre ironía. Ella pidió compasión, pero no hubo manera: el cómico no tiene fin.

La vida vulgar es el espectáculo 

John Mulaney comentó que el tipo de propuesta de Johnny Carson era algo así como “hey, tómate un descanso de tu vida extraña y mira a estas personas famosas divertirse en el mundo del espectáculo”, pero que la clave de “Dave” era que dijo “oye, tu vida extraña es tan divertida como la del espectáculo”. Sus colegas se metieron con él por esa tupida barba blanca. “Dave siempre ha tenido instintos excelentes. Qué mejor momento que ahora para elegir parecerse a un general confederado”, guiñó Steve Martin.

El patriotismo es apoyar a tu país todo el tiempo y apoyar a tu gobierno cuando lo merezca

Hasta Michelle Obama tuvo un detalle con Letterman: la ex primera dama le envió un vídeo-tributo y el vocalista de Pearl Jam, Eddie Vedder, le agradeció al premiado ser “un gran amigo de la música” durante tantos años. Cantó para él Keep me in your heart, del difunto Warren Zevon, la canción favorita de Letterman. El intervalo tan breve de tiempo que separaba The Tonight Show (de Carson) del espectáculo de Letterman, le ayudó a éste a atraer a un gran número de seguidores jóvenes, la mayor parte en edades universitarias, que querían una alternativa más fresca, más subversiva, más irónica. Tanto fue así que el humor sardónico y suave del hombre barbudo influyó definitivamente a una generación.

Letterman agradeció, durante la entrega del premio, a los “cientos y cientos, quizá miles” de personas que lo ayudaron el el camino. Cerró con una cita políticamente matizada del propio Mark Twain sobre la cuestión de patriotismo, que tanto nos acucia ahora: “El patriotismo es apoyar a tu país todo el tiempo y apoyar a tu gobierno cuando lo merezca”. Un último guiño del hombre incansable: “Me gustaría que este premio se pudiera presentar póstumamente”.