Parece que no ha pasado el tiempo. Este agosto podría pasar por el de 1994, como si Ángeles, de Camela, llevase aún el flequillo largo hecho con rulo y el resto del cabello rizado; como si Dioni no se hubiese quitado más aquella camiseta con cordones con la que abría Sueños inalcanzables -estética juguetona de un tiempo donde todos fuimos más jóvenes y osados-; como si Cabrera, el teclista que salió rebotado del grupo, volviese a golpear el piano con el entusiasmo de entonces en los dedos pero manteniendo el gesto rígido y ondeando la melena. Ahí saltábamos de drama en drama con nuestros Pimpinela tecno-rumba, todo el día venga triángulo amoroso, venga desencanto, venga cobra musicalizada.

Que nadie se haga el cínico: Camela no es sólo un cachondeíto de verbena estival -como se quiere hacer creer mentándoles siempre con Cuando zarpa el amor-. Siete millones de discos vendidos significan fidelización y notoriedad transversal. Siete millones de discos son muchos coches reventando al ritmo de Su corazón es indomable y no me quiere; siete millones de discos -oigan- son cientos de chavales amargados en sus cuartos, da igual en barrios que en chalets, escuchando Háblale de mí o Qué tiene ella que no tenga yo y sintiéndose arropados en la desgracia colectiva del amor. Que levante la mano el esnob al que le da vergüenza decir que lleva toda la vida escuchando a Camela. Que levante la mano el que alguna vez, a solas, se haya puesto un temita de Tchaikovsky.

Siete millones de discos -oigan- son cientos de chavales amargados en sus cuartos, da igual en barrios que en chalets, escuchando 'Háblale de mí' y sintiéndose arropados en la desgracia colectiva del amor

Este año Ángeles y Dioni -cómo echábamos en falta sus vueltas locas- han regresado con Me metí en tu corazón y lo mismo se visten de traperos que de Grease, porque gracia y humildad les sobra. Este domingo abren, también, el cartel del 20 cumpleaños del Sonorama Ribera. Tenemos Camela para rato. ¿Cómo se hace eso de venir de un barrio modesto y tocar sólo por placer -mientras se sobrevive tirando de otros curros menos agradables- a seguir en pie 23 años más tarde como banda?

"Nunca hemos peleado contra que no se nos suba el dinero a la cabeza, siempre hemos tenido las cosas muy claras", cuenta Ángeles a este periódico. "Empezamos como hobby, nunca pensamos tener que dedicarnos a esto, y somos conscientes de que es un regalo que la vida te hace. Sabemos que las estrellas sólo están en el cielo y que aquí abajo todos somos personas. Nadie es más que nadie".

Sin apoyo de la crítica ni de los medios 

Ángeles no cree en eso de alta y baja cultura. "La música es universal, para todo el mundo. Cuando dicen 'Camela es la música del pueblo' en parte es verdad porque es la calle la que nos ha dado a conocer con el boca a boca, después de que la crítica o los medios de comunicación nos hayan rechazado. Nunca nos han nominado a un premio de la música, en tantos años. Estamos premiados con el cariño de la gente. Y muchos periodistas, sobre todo de antes, no quisieron sacarnos en ningún lado, no nos soportaban". Ella sonríe, redulce y lánguida como es, y dice que no guarda "rencor".

"Estuvimos en los 40 Principales por primera vez hace muy poquito, y ahora no son los mismos que estaban antes. Está trabajando otra gente y son un equipo majísimo, hay una renovación generacional, afortunadamente", guiña. Cuenta que han arrastrado el "estigma" de no haber empezado con una multinacional, sino un "sello pequeñito": "No teníamos tanta fuerza para distribuir discos y se nos relaciona siempre con la gasolinera, pero te digo una cosa: nos da orgullo haber vendido mucho en gasolineras, porque empezamos más abajo que desde cero. ¡Ojalá se vendieran en las gasolineras tantos discos como antes! Nuestros y de todos".

No teníamos tanta fuerza para distribuir discos y se nos relaciona siempre con la gasolinera, pero te digo una cosa: nos da orgullo haber vendido mucho en gasolineras, porque empezamos más abajo que desde cero

Un tweet mítico de Dioni decía, respondiendo a un improperio: "Sí, soy gitano, inculto, analfabeto, criado en chabolas y me busqué la vida en mercadillos...¡ah' Y también he vendido siete millones de discos". ¿Cuánto hay de clasismo en el rechazo que algunos sienten hacia Camela? "Hay una parte, pero habrá de todo, supongo. Siempre decimos que nuestros seguidores han ido saliendo del armario, como los gays. Dioni es muy espontáneo y todo lo que piensa lo dice... para que a nadie se le olvide. Tiene el tweet fijado, vaya", ríe. Ángeles revoluciona desde la sencillez. Hace poco reventaba ella misma las redes -"¡que llegué a Twitter la última!"- con un traje de trapera efervescente: ahí la cantante con trenzas nigga y un chándal blanco acampanado estampado sólo con dos banderas de España.

Preocupados por España

¿Es patriota, Camela? "Hombre, me preocupa que España se rompa. ¿Sabes que casi nací en Suiza? Mi madre se quedó embarazada de mí allí pero por poquito nací en Madrid. Estoy orgullosa de España y no quiero que se parta por nada del mundo, quiero que se levante, que sea como siempre ha sido", explica. "Yo recuerdo cuando salíamos a la calle y no pasaba nada porque dejaras la puerta del coche o de la casa abierta, nadie te iba a robar, por ejemplo. A mí me gustaría... que la crisis se recuperase de verdad". ¿Por qué no hace canciones sociales ni políticas, Camela? Por aquí sólo recordamos Ya se acabó tener dueño, donde hablaban de un horror tan acuciante como la violencia de género.

Yo creo que los políticos sólo se olvidan del dinero cuando les quedan dos días de vida. Ahí empiezan a descubrirlo. Cuando ay, a lo mejor enferman... dicen: '¿qué hago con todo lo que tengo?'

"Es verdad, los temas sociales los tocamos poquito, nos gusta cantar al amor y al desamor. ¡Hay tantas cosas que emocionan en la vida...! Yo veo a un señor mayor subido en un andamio y me emociona muchísimo, pensar que hay personas que ganan tanto dinero tan fácilmente y luego otras personas, con lo que trabajan, les cuesta tanto...", resopla. "De política no escribimos porque es lo de siempre, lo que todos sabemos: los que menos tienen son los que más pagan, es muy injusto. Los desahucios son para mí lo último, lo más inhumano y fuerte que he visto".

¿Y si, como dice su último trabajo, tuviesen que meterse en el corazón de un político para hacerlo más comprensivo, más bondadoso, de quién sería? "Camela no quiere meterse en el corazón de ningún político, lo que se les tiene que meter a todos dentro es el amor, así pensarían mucho menos en el poder y menos en el dinero", lanza Ángeles. "El amor es lo más importante de todas las cosas, y ellos no lo saben. Yo creo que los políticos sólo se olvidan del dinero cuando les quedan dos días de vida. Ahí empiezan a descubrirlo. Cuando ay, a lo mejor enferman... dicen: '¿qué hago con todo lo que tengo?', y entonces ven que lo que vale es el amor y las personas, la familia y los amigos". Sentencia firme. Escúchame, compréndelo. Larga vida a Camela.