Este es un libro que en un principio no iba a tener tanta repercusión como la que está teniendo a día de hoy en las librerías. El Heredero (Espasa) lo escribió Rafael Tarradas Bultó como un homenaje a las anécdotas históricas de su familia que habían, valga la redundancia, heredado hasta llegar a él y a sus hermanos. Fue publicado en Amazon y en apenas dos semanas la editorial española se hizo con los derechos.

El descubrimiento de esta obra se llevó a cabo de la siguiente manera: Rosa Pérez, editora, leyó la primera edición del escritor novel. Enseguida entendió que aquellas páginas tenían algo especial y, pese a llevar poco tiempo como editora de Espasa, se atrevió a recomendárselo a su compañera de oficio, quien quedó encandilada. "Esta hija de puta ha conseguido en una semana lo que yo llevo buscando diez años", exclamó. Habían encontrado un libro que podía funcionar. De esta manera, vía Instagram, contactaron con el barcelonés, quien reaccionó ojiplático ante el interés de una editorial como Espasa.

Pero, a la vez que este es un libro con inusual historia de publicación, también se trata de una novela que relata la Guerra Civil de forma diferente. Es evidente que aquel 18 de julio de 1936 que la historia de España jamás olvidará que los militares dieron un golpe de estado a un régimen democrático como la Segunda República. También es evidente que los sublevados recibieron ayuda de los nazis y los fascistas italianos y que el conflicto derivó en un bando republicano que terminó en manos de los comunistas y que la Guerra Civil supuso una mancha oscura en el siglo XX español. No obstante, Tarradas Bultó sobrevuela, como si el albatros de Baudelaire se tratara, la España de aquella época pero lo hace sin juzgar las motivaciones o razones de los ciudadanos de aquella época por elegir un bando u otro.

"Ni yo he vivido a Franco ni mis padres la Guerra Civil, por eso en El Heredero no hay una voz en off que juzgue", declara el escritor a EL ESPAÑOL. "No es que no entre en eso por cobardía o por no meterme en un terreno pantanoso. No es lo que me interesa para escribir este libro", añade. Así, Tarradas Bultó narra la historia del estallido de la guerra en el seno de varias familias que se entrelazan. De esta manera, tanto sublevados como leales a la República son humanizados detalladamente para exponer la faceta más humana de unos y otros.

"Una cosa que cuenta todo el mundo es que si los soldados hubiesen sabido cómo se llamaba la persona de enfrente no hubiesen sido capaces de disparar. La gente se deshumanizó", opina Tarradas Bultó. "En el frente de Madrid hubo puntos en el que paraban y se daban tabaco. Se veían las caras todos los días porque no avanzaba el frente". 

Pese a que El Heredero funcione como una novela ficticia en la que los personajes "son llevados al límite y cada uno saca lo que llevan realmente dentro", contiene tanto escenarios reales como anécdotas verídicas que resumen la agonía que supuso el inicio de la Guerra Civil.

La guerra durante la misa 

80% de ficción frente a un 20% de realidad. Eso es lo que el escritor ha plasmado en su novela. Tanto la masía, la cueva o como muchos otros escenarios que aparecen en el libro representan escenarios reales donde la Guerra Civil llegó a afectar a la vida diaria de sus ciudadanos. En concreto, la familia de Rafael Tarradas Bultó se vio afectada por la sublevación. Cataluña era zona republicana y numerosas familias pudientes se vieron en peligro. Los milicianos recorrían las montañas en busca de masías en las que hospedarse y los vecinos huían de los 'paseos rojos' abandonando sus hogares a su suerte.

Sobrepasar los 60 años de edad "son muchos años para un español", dijo Antonio Machado en su exilio. Como él, miles de republicanos y defensores de la República abandonaron el país cruzando los Pirineos. Sin embargo, aunque no se lean demasiadas historias sobre los nacionales que huyeron, también los hubo. Y la familia de Tarradas Bultó fue uno de los ejemplos. Muchos, en cambio, se vieron obligados a cruzar la frontera a pie, tal y como lo harían los republicanos un par de años más tarde tras ser derrotados en la guerra.

Rafael Tarradas Bultó sobre la apertura de la cueva por la que bajaba el cura para evitar ser fusilado. Gianmarco Panarea

Tanto en el libro como en la realidad, la noticia del golpe de Estado de 1936 llegó a la familia Marqués a la hora de la misa, la cual se daba dentro de la masía de San Antonio, en un amplio salón del primer piso. Una casa tan grande y una familia católica corrían peligro en la Tarragona de julio de 1936. 

Inmediatamente después de conocer lo sucedido dieron por finalizada la misa. Había que escapar. El cercano aeródromo de El Prat se convirtió en una de las posibles vías de salida de Cataluña para la familia Bultó-Marqués. Lo imprescindible era esconder las joyas allá donde pudieran para que los republicanos no lograran interceptarlas y así sobornar a los pilotos para abandonar el país.

El destino elegido fue San Remo, ubicado al norte de la península itálica. Es allí donde deciden refugiarse bajo el paragüas de Mussolini. Italia significaba un lugar seguro en relación a su simpatía respecto a la España de Franco, ya que la familia temía que el país galo pudiera terminar colaborando con la España republicana y repatriar a la familia.

Asimismo, otro de los puntos familiares que el escritor comparte en su novela es la cueva que se encuentra en los alrededores de la masía. Se trata de una cueva sepulcral —solo se puede acceder a ella desde una entrada en la parte superior de la misma— y fue allí donde el eclesiástico se refugió durante dos años evitando ser fusilado por los republicanos.

En definitiva, El Heredero otorga valores humanos a una historia que intenta desentenderse de las motivaciones políticas y de las culpas de ambos bandos para enfocarse en las actitudes de aquellas personas bondadosas que, por desgracia, tuvieron que sufrir uno de los momentos más duros de la historia de España.

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