Barcelona

“Nunca hemos tenido un personaje así en la historia política americana". Así describe a Donald Trump William Finnegan, periodista político de la revista New Yorker y ganador de un Pulitzer a la mejor biografía por Años Salvajes (Libros del Asteroide, 2016). El estadounidense se presentó ante el público barcelonés en el Centro de Cultura Contemporánea (CCCB) para promocionar su libro, unas memorias donde el hilo conductor es su pasión por el surf, y para dar una conferencia sobre periodismo y democracia. “La prensa no ha hecho un seguimiento serio de Trump. Decíamos ‘es espantoso, abandonará’ pero ha superado todo el proceso y los periodistas hemos empezado muy tarde a investigar sus fraudes". 

Finnegan, que empezó en las letras escribiendo poemas, llegó al periodismo en los ochenta, cuando aterrizó en Sudáfrica buscando olas, pero acabó dando clases en el Grassy Park, un colegio para niños negros en los años de la segregación racial. “Ahí empecé a interesarme por el periodismo político y a perder interés por la altisonante ficción americana".

Decíamos de Trump ‘es espantoso, abandonará’, pero ha superado todo el proceso y los periodistas hemos empezado muy tarde a investigar sus fraudes

Lleva firmando en la New Yorker desde 1983 y desde sus páginas ha narrado guerras, guerrillas, injusticias y la narcoviolencia en Sudán, Mozambique, Nicaragüa, Sudáfrica o México. También estuvo en Barcelona en 1992, concretamente para escribir un retrato demoledor de Juan Antonio Samaranch, “un franquista al que aquí se aplaudía porque había traído los Juegos Olímpicos”, según Albert Forn, escritor que presentó a Finnegan en el CCCB.

Mezcla de 'nostalgia y odio'

Ahora Finnegan habla de Estados Unidos y se centra en Donald Trump porque “es un fenómeno que nace de una mezcla de nostalgia, odio, rabia… y eso no desaparece en uno o dos años". Se refiere a Hillary Clinton sólo a petición del público porque asegura que Trump es la noticia. De ella dice que el partido demócrata se aseguró de que fuera la candidata “petara quien petara” y habló de su impopularidad, que él atribuye en buena medida a la misoginia. “Es ambiciosa, dicen, algo que no dirían nunca de un hombre. O que ha cambiado de opinión en alguna ocasión, como si los candidatos hombres no lo hicieran". Asegura que se la caricaturiza constantemente pero que ella ha sobrevivido, aunque para Finnegan sigue siendo la peor candidata posible. “Pero es que Trump tampoco podría ser peor". 

De Hillary Clinton dicen que es ambiciosa, algo que no dirían nunca de un hombre. O que ha cambiado de opinión en alguna ocasión, como si los candidatos hombres no lo hicieran

Antes de cumplir 18 años, Finnegan había recorrido al menos 20 países. A los 35 se dio cuenta de que nunca había tenido la misma dirección postal más de 15 meses y relata en sus memorias que haber trabajado como camarero o guardafrenos en la ruta que une San Francisco con Los Ángeles le ha dado otra dimensión de la realidad. Le costó dejar ese nomadismo, que en realidad nunca abandonó del todo, tanto como tomar conciencia política. “Hoy no hablaría tan claramente de un candidato si no fuera un caso tan extremo como el de Trump”, declara, y asegura que sigue defendiendo medios que informan, no que se decantan por uno u otro partido.

Finnegan vive hoy en Nueva York, desde donde analiza las elecciones de su país. “Es horrible pensar que un hombre tan orgullosamente ignorante pueda ser presidente de los Estados Unidos". Cuenta que es capaz de preparar debates, que no sabe donde esta Corea, que es narcisista y que se jacta de su desconocimiento. El periodista encuentra la raíz del éxito del trumpismo en la clase trabajadora blanca sindicalizada del Norte de Estados Unidos que votaba a los demócratas, pero fueron dejando de identificarse con la élite de su partido. “Ese grupo esperaba un salvador. La familia Bush no podía serlo porque eran republicanos patricios, Mitt Romney tampoco porque era aristócrata. Trump es populista, ha aparecido en los reality shows y los conoce, como conoce a quienes los ven y pueden ser sus electores". 

Es horrible pensar que un hombre tan orgullosamente ignorante como Trump pueda ser presidente de los Estados Unidos

Ese es el target, pero Trump se alimenta, cuenta Finnegan, del cambio en el panorama mediático que empezó hace 25 años. “Entonces, nacieron medios como Fox News que emitían opiniones rabiosas básicamente desde la derecha y dirigido a una audiencia blanca". Ese fue el punto de inflexión, cuando se empezó a generar un público que Trump ha entendido muy bien.

Trump y las teorías de la conspiración

Años Salvajes es un chorro de energía donde el surf está siempre en primer plano, pero en segundo están las sociedades que visita, los conflictos sociales y el recorrido vital que va conformando al William Finnegan de hoy. Habla en el libro de sus amigos y de sus novias, y también de un aborto, sin ambages y sin adornos. Del San Francisco del sida, del acoso escolar que sufrió cuando se mudó a Hawái con su familia y de la “Gente Guapa”, un grupo de niños blancos al que se unió y a los que detestó casi inmediatamente por racistas. Enfoques y opiniones que no aprobaría Trump aunque sólo fuera por conveniencia. “Él fue demócrata antes que republicano; no estaba a favor de la armas ni tan a favor por el derecho a la vida como muestra ahora. Pero sabía que ese electorado al que quería atraer sí". 

Finnegan asegura que Donald Trump ha hecho de la información una “enorme teoría de la conspiración que sólo una masa muy poco formada e ignorante puede creerse". En sus artículos ha descrito al republicano como alguien que abusa del “he oído” o “mucha gente piensa” para justificar sus bulos. Entre sus favoritos, el que dice que Obama no es estadounidense, que el autismo es un invento, que no existe el cambio climático. Las fuentes de Trump son webs como Inforwar, dirigida “el increíble Alex Jones”, impulsor de una web que se dedica a “fabricar de teorías de la conspiración". 

Trump fue demócrata antes que republicano; no estaba a favor de la armas ni tan a favor por el derecho a la vida como muestra ahora. Pero sabía que ese electorado al que quería atraer sí

Otro ejemplo de lo fidedigno de las informaciones de Trump, lo dio en el programa de televisión Meet the Press. El republicano había acusado a un manifestante que lo abucheó de estar relacionado con Estado Islámico. Cuando el presentador le pidió que presentara pruebas, todo lo que dijo el multimillonario fue una frase inaceptable para alguien que quiere llegar a la Casa Blanca: “Todo lo que sé es lo que hay en Internet". Pero Finnegan también reconoce que la prensa le ha seguido el juego. “Cuando el New Yorker va a hacerle una entrevista, va a reírse de él. Donald Trump es un payaso de Nueva York. Él lo sabe y le da igual". 

Leyendo su biografía, parece que Finnegan se haya convertido en una especie de experto en primeras veces históricas: intuyó la importancia de un Barack Obama que aún no aspiraba a la Casa Blanca cuando lo entrevistó en 2004; siendo crío y empujado por su madre, hizo campaña puerta a puerta por Tom Bradley, que acabaría siendo el primer alcalde negro de Los Angeles; y, ya periodista, cubrió las primeras elecciones democráticas en Sudáfrica. A sus 64 años, cuando se le pregunta por los resultados de los comicios americanos, dice que seguramente gane Clinton. Pero tiene dudas. “Las encuestas le van restando puntos y a la gente le da vergüenza decir que lo votaría. Pero el voto es secreto y quizás nos debamos preparar”, dice y añade que ojalá Trump no gane mientras le pide al público que cruce los dedos. 

Noticias relacionadas