Cuando la nube de fotógrafos se disipó, Mario seguía allí. Nunca antes un escritor y Premio Nobel de Literatura había concitado tanta atención y curiosidad en la presentación de su novedad editorial. Es la prueba de que el país ha sufrido un repentino amor por la lectura, un pico insólito y apasionado por Cinco esquinas (Alfaguara), el nuevo producto narrativo de Mario Vargas Llosa, en el que trata la corrupción del periodismo en la peor de sus versiones: el amarillismo.

El contexto que ha elegido el narrador octogenario para el desarrollo de esta idea, que ya desarrolló en el ensayo La civilización del espectáculo, es la dictadura de Fujimori y la prensa sensacionalista utilizada por el poder para acabar con la reputación de las voces críticas al régimen. En aquel texto publicado en 2012 puede leerse: “No es exagerado decir que Hola! Y congéneres son los productos periodísticos más genuinos de la civilización del espectáculo”. Tres años después asegura que está pensando en escribir una nueva entrega ampliada debido a sus nuevas experiencias personales.

Estamos ante la horrible perspectiva de que los periódicos vayan a desaparecer y sólo queden los digitales

Después de tres años y una portada posada del Hola!, ¿podría entenderse entonces que Mario Vargas Llosa ha cambiado de acera, que ha pasado de criticar la civilización del espectáculo a protagonizarla; que antes fue su enemigo y ahora es su cómplice? “Usted formula la pregunta de manera equivocada. Yo preferiría salir en revistas literarias que en el Hola!”, asegura.

El escritor en su nueva casa, con Isabel Preysler de fondo, en entrevista a Efe. EFE

“Si pudiera elegirlo no me gustaría aparecer en el Hola!. Ahora aparezco en la revista por razones de tipo personal. Pero si usted tiene la receta para no aparecer, dígamelo”, pide el escritor. Dos días antes de la rueda de prensa protagonizó la portada del dominical del grupo Vocento, posando en casa de su nueva pareja y en la que desmiga la intimidad de ambos. Dice que no le gusta aparecer en las “revistas sociales”, porque es incómodo, le coarta la libertad y se siente “como vigilado”. “Ya no puedo sentarme a tomar un café, porque hay fotógrafos que me persiguen”, reconoce el autor que ha llegado a la fama.

Para el Premio Nobel de Literatura, que tirará de su nueva novela 200.000 ejemplares, la cultura pierde nivel porque quiere ser democrática 

“No leo el Hola!, pero es un caso muy interesante”, dice. “Ahora los periódicos caen en picado, por la pérdida de lectores. Estamos ante la horrible perspectiva de que los periódicos vayan a desaparecer y sólo queden los digitales”, vaticina. “¿Sabe cuántos ejemplares vende Hola! en España a la semana?”, pregunta a este periodista el escritor. “Un millón”, responde sorprendido e indignado. Qué no daría un autor de novelas por un millón de lectores de revistas, incluso para alguien que vaya a lanzar un best-seller de 200.000 ejemplares.

“El Hola! Es un fenómeno cultural de nuestro tiempo. Ofrece la vida en rosa. En ella todos son ricos, todos son felices, todos asisten a actividades que producen placer. Hay millones de personas que quieren ese material que les haga soñar. Antes eran las novelas las que lo ofrecían”, asegura. Antes la novela era rosa.

Antes eran las novelas las que lo ofrecían el material rosa que hace soñar a millones de personas con el 'Hola!'

Por eso explica que la mayor satisfacción de su vida literaria -“Más que el día que me llamaron para el Nobel”- fue cuando supo que formaría parte de la colección que reproduce el canon literario universal, el firmamento de La Pléiade. Se lo comunicó Carmen Balcells en una cena, en una carta que sólo podía abrir a los postres. “Y eso me ha dado más alegría que salir en la portada del Hola!”.

Una novela social

Cinco esquinas es el nombre del barrio en el que corre la trama. El autor aclara que “no es una novela política como Conversación en la catedral”, sino “una novela social”. El anfiteatro abarrotado de periodistas pudo tomar nota de las lecciones que Mario Vargas Llosa tiene para salvar el oficio.

La primera de las recetas es no mentir. “Parece obvio defender la verdad a la mentira, pero no lo es. Muchas veces, en el trabajo periodístico, nos sentimos empujados a confundir la verdad con la mentira. La realidad es confusa”, explicó. El periodista Juan Cruz entonó un mea culpa antes de preguntarle: “Nosotros hemos arrastrado al periodismo a ese lugar. Los periodistas somos los responsables de lo que escribimos y de lo que publicamos”. Mario contestó que “la responsabilidad de quienes escribimos en los periódicos es enorme”.

Mario Vargas Llosa durante la presentación en Casa América. EFE

“La primera norma es defender la verdad”. Y esa es una notable diferencia con la literatura, porque “la mentira es lícita en la literatura, pero en el periodismo no”. De todas maneras, aclara que el origen de la crisis “no está en el periodismo, sino en la sensibilidad de la cultura”. Es decir, para el novelista, si no existiera demanda, no existiría oferta.

La cultura sólo llega a todo el mundo si se abarata y se convierte en el divertimento superficial

El nacimiento está en la democratización de la cultura. “Ahora pensamos que si la cultura no llega al mayor número de gente es una cultura despreciable y elitista. Esa es una de las grandes equivocaciones a la hora de hablar de cultura. La cultura pierde nivel porque quiere ser democrática”, ha dicho el Premio Nobel de Literatura. “La cultura sólo llega a todo el mundo si se abarata y se convierte en el divertimento superficial. Es lo que está pasando”.

Las portadas posadas de Mario Vargas Llosa y su pareja en el Hola!.

Al hilo de las cifras de la cultura, Pilar Reyes, editora de Alfaguara, explicó que la tirada del nuevo libro será de 200.000 ejemplares. Los ejemplares de la misma se repartirán entre varios países de América Latina y España, país donde la tirada media es de 1.451 ejemplares en 2014. Un despliegue sorprendente que responde a la fiebre lectora repentina de Mario Vargas Llosa que cruza España de lado a lado.

Así que la novedad de la crisis del periodismo es que el peligro viene desde dentro, desde el propio oficio. “Al público ya no le interesa la información, sino el entretenimiento. Así es como se llega al amarillismo”. El antídoto contra “la deriva más degradada de lo que es el periodismo” es la independencia del poder, las investigaciones propias y un mercado de medios abierto y múltiple. Y añadió sobre la trivialización: “Me apena mucho la deriva que el periodismo ha llegado a tener en nuestros tiempos, se ha convertido en un entretenimiento que rompe todas las barreras y utiliza el escándalo y husmear en la basura humana para llegar a un público creciente y ávido de ese tipo de material. El periodismo es fundamental para la cultura democrática”. Por cierto, avanza que Hillary Clinton derrotará a Donald Trump.

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