“Viví la civilización del espectáculo. Sí me he sentido maltratado, creo que la experiencia que viví, metido en toda una chismografía de pésimo gusto, me confirmó que el periodismo como entretenimiento, como diversión, es decir, el periodismo amarillo, ya no es un periodismo marginal. Hoy en día esos periódicos serios hacen cada vez más concesiones a los que no es periodismo serio. Ya no hay frontera entre el periodismo serio y el amarillo", manifestaba el Nobel Vargas Llosa en su discurso este lunes en la 71 edición de la Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa celebrada en Charleston (EEUU).

Unas críticas que han sorprendido a todos los medios, principalmente a los que él llama serios. ¿Qué le ha pasado al Nobel? ¿Es el mismo que hace dos años hizo una apasionada defensa del periodismo riguroso y sin mordaza al recibir el Premio Columnistas del Mundo?Entonces no hizo discriminaciones hacia ningún género periodístico.

El intelectual está molesto con los periódicos y con las secciones de Cultura, al menos, con las secciones que lee, porque sólo encuentra en ellas “cocineros” y “diseñadores”. El éxito comercial ha sustituido al resto de valores, dice del valor que le ha convertido en uno de los fichajes más deseados del mercado literario. Pero sus palabras de antes y de ahora no se corresponden con sus hechos.

Portada de la revista ¡Hola! Alejandro Cabrera Nueva York

Hace apenas dos semanas el Mario más Nobel cayó en la trampa posando junto a su nueva pareja, Isabel Presyler, en la portada de la revista ¡Hola! para presentar oficialmente su relación. Llosa no midió los efectos colaterales, o sí, que traería consigo el reportaje. Y lo cierto es que se ha abierto ante él un nuevo mercado, para cuando publique su próxima novela.

“No sé a qué maltrato se refiere. Realmente me ha sorprendido”, asegura Charo Carracedo, directora de la revista Semana. “Mario todavía no es consciente de que está saliendo con la reina de corazones y debe aceptar que ahora lo que interesa es con quién está Isabel Preysler".

"Lo que a mí me parece de pésimo gusto es decir que el periodismo que hacemos los que nos dedicamos al mundo del corazón no es serio”, opina Adriana Dorronsoro, reportera de Cazamariposas (Telecinco).

Su peor enemigo

Mario Vargas Llosa ha encontrado en Mario Vargas Llosa a su peor enemigo: puso el listón moral tan alto que ni siquiera él lo ha podido superar. Se queja el académico contra un mundo manejado por lo frívolo, “sin valores estéticos” y dominado por “el carnaval de los embusteros”. A los ojos del autor de Conversación en la catedral todos son impostores. De hecho, con los mandamientos marcados en La civilización del espectáculo (Alfaguara) el primer pecador es él mismo. Desde que la publicó hace tres años se ha empotrado contra cada uno de sus propios renglones. Deformados por el reflejo que sobre ellos proyecta el Premio Nobel.

El escritor lamenta que el pensamiento crítico haya dejado paso a la publicidad más descarada. “La publicidad ejerce un magisterio decisivo en los gustos, la sensibilidad, la imaginación y las costumbres”, escribe. La publicidad es la que determina que Los cuentos de la peste debe ser puesta en escena con un actor espectacular: Mario Vargas Llosa. La idea fue del imputado Natalio Grueso, director de programación de los teatros municipales de Madrid con Ana Botella.

El novelista se disfrazó de actor y cobró como el mejor de ellos: 360 euros por función, casi 11.000 euros gracias a su paso por el Teatro Español. Además, convino con la editorial hacer coincidir el lanzamiento del libro con el montaje: la ciclogénesis publicitaria perfecta. Tampoco fue casualidad que en la cena de Porcelanosa en Nueva York, además de cerrar el acto ante 700 invitados de lo más variopinto, se obsequiara a los asistentes con un ejemplar de Travesuras de la niña mala (Ed.Alfaguara)

Todos los males que le duelen a Vargas Llosa vienen de la misma enfermedad: la “democratización de la cultura”. Explica que padecemos la confusión de un mundo en el que “ya no hay manera de saber qué cosa es cultura”. Porque el único valor que impera es el comercial y el espectáculo su apóstol más fiel. “El único valor existente es ahora el que fija el mercado”, escribe Mario Vargas Llosa, que derrota a Mario Vargas Llosa. Su vida se ha convertido en un espectáculo. Ahora interpreta el papel más difícil de todos pero el que mejor le retrata.

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