El templo de la faraona Hatshepsut, ubicado en el complejo funerario de Deir el-Bahari, en la antigua ciudad de Tebas, cerca del Valle de los Reyes, es uno de los monumentos más icónicos del Antiguo Egipto. La sala de mayores dimensiones del sitio, la capilla homónima de la reina de la Dinastía XVIII que gobernó entre los años 1473 y 1458 a.C, está decorada con dos series de relieves que describen una procesión de ofrendas y que representan el culto a su memoria. Cada una de las paredes mide casi trece metros y contiene un centenar de figuras masculinas que portan diversos objetos en dirección a la imagen de la difunta.

Estas representaciones de la llamada capilla de Hatshepsut no son únicas o excepcionalmente valiosas en comparación con otros vestigios del Antiguo Egipto. La escultura, la pintura y los relieves de la civilización de los faraones son abundantes. Sin embargo, el conocimiento sobre los creadores de las obras de arte es muchísimo menor. De hecho, algunos investigadores apuntan que el artista es "el gran desconocido de la egiptología". Algunos de estos enigmas se han podido resolver gracias al estudio de los muros del templo funerario de la faraona, que ha arrojado luz sobre el mecanismo de trabajo de los antiguos artesanos.

En un artículo publicado este miércoles en la revista AntiquityAnastasiia Stupko-Lubczynska, del Centro Polaco de Arqueología Mediterránea de la Universidad de Varsovia, detalla por primera vez las distintas fases de las intervenciones de los artistas egipcios, un proceso que arrancaba con la preparación inicial de la superficie de la pared y concluía con los toques finales que firmaba el maestro. El análisis que ha realizado su equipo de las dos escenas de relieves ha logrado identificar, entre otras cosas, qué partes de las imágenes fueron talladas por los aprendices y cuáles por sus jefes. Es decir, el templo se convirtió en un determinado momento en una suerte de escuela artística.

Proceso de documentación de los relieves de la capilla de Hatshepsut. A. Hallmann

"Al estudiar las huellas grabadas en la piedra por los cinceles antiguos ha sido posible 'captar' varios fenómenos intangibles que normalmente no dejan ninguna evidencia", explica la arqueóloga. Durante más de una década, los investigadores de la institución polaca han reproducido a escala 1:1 y sobre láminas de film de plástico las escenas y las figuras de las paredes, para luego escanearlas y procesarlas como modelados geográficos. Gracias a los datos recabados también han podido confirmar que dos grupos de artesanos esculpieron cada una de las paredes: representaron de forma distinta las jarras o las gavillas de maíz.

Como si se tratase de un taller renacentista, los investigadores aseguran que a los discípulos egipcios se les encargó la elaboración de piernas, brazos y torsos de las figuras, mientras que los rostros fueron obra del cincel del maestro. También en este último —o en plural si fueron varios— recayó la tarea de corregir los errores de los bisoños escultores. Sí realizaron alternativamente las cabelleras de los oferentes. De hecho, se ha identificado alguna peluca tallada en parte por el jefe de la intervención, con un trazo más delicado y preciso, y rematada por el artista joven, con símbolos más toscos y menos refinados.

A la izquierda, una cabellera realizada por un aprendiz. A la derecha, por un maestro. M. Jawornicki

"En general, se cree que en el Antiguo Egipto los artistas se formaban fuera de los proyectos arquitectónicos en curso, pero mi investigación en la capilla de Hatshepsut demuestra que la enseñanza también se llevó a cabo mientras se ejecutaban los relieves", destaca Stupko-Lubczynska. Las paredes investigadas muestran un trabajo conjunto y la búsqueda del perfeccionamiento artístico: uno de los aprendices, por ejemplo, realizó una línea entera de cabelleras; mientras que otro, y nunca se sabrá el motivo, no llegó a completar la que había iniciado su maestro.

El proceso de elaboración de los relieves en el Antiguo Egipto no era en absoluto desconocido. Investigaciones previas ya habían señalado un total de siete fases: alisado de la pared, división en secciones y en cuadrículas con pintura roja, trazado de bocetos, corrección de los posibles errores de estos dibujos preeliminares, inscripción de los textos (jeroglíficos), realización de las esculturas y encalado y coloreado de los relieves. Sin embargo, el nuevo estudio ofrece "una mirada inusual" al proceso de creación del arte egipcio y a las condiciones en las que trabajaban los artesanos.

Piernas realizadas por los aprendices. Las flechas indican correcciones. M. Jawornicki

"La investigación demuestra el potencial de recurrir a una visión holística de una estructura bien conocida y su decoración, y ofrece nueva información sobre las técnicas de producción y organización del trabajo gracias al uso de un enfoque experiencial contextualizado con textos, iconografía y fuentes analógicas", concluye la investigadora. "Cuando se aplica a las obras de un taller, como los relieves de la capilla de Hatshepsut, este enfoque puede utilizarse para reconstruir la ergonomía del sitio, distinguir el trabajo de personas individuales e incluso iluminar fenómenos tan intangibles como la relación entre maestro y aprendiz".

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