En 1945 se contaban por 7.829 los alemanes residentes en España. La caída del Tercer Reich tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial empujó a miles de nazis a huir a España. Mientras Alemania se sometía a un proceso de desnazificación, el régimen de Francisco Franco seguía intacto. Entre estos inmigrantes germanos se encontraba el vienés Otto Skorzeny, el nazi más peligroso que vivió en España.

Nacido en Austria en 1908, abrazó el nacionalsocialismo hasta convertirse en coronel de las Waffen-SS. Alto, imponente y con una cicatriz que le hizo ganarse el apodo de Caracortada, participó en las campañas en Francia, Holanda y los Balcanes antes de obtener la Cruz de Hierro en la campaña de Rusia de 1941.

Sus hazañas le hicieron ganarse el favor de Adolf Hitler, quien le encomendó rescatar a Benito Mussolini en 1943. El duce había sido arrestado por orden del rey Víctor Manuel III y el führer todavía necesitaba a su aliado para tratar de ganar la guerra. Tras el rescate relámpago, Hitler colocaría como jefe de un Estado fascista títere en el norte de Italia a Mussolini, mientras que Skorzeny recibió la Cruz de Caballero.

Otto Skorzeny junto a Benito Mussolini tras su rescate.

No cabe ninguna duda de la implicación y sentimiento nacionalsocialista de Otto Skorzeny. Sin embargo, la ilusión por construir un Reich que durara 1.000 años se desvaneció con el avance de los Aliados, y se vio obligado a rendirse el 8 de mayo de 1945. Tras haber sido juzgado —y declarado inocente de haber cometido crímenes de guerra—, estuvo interno en un campo de desnazificación.

El austriaco jamás se arrepintió de su participación en la guerra y en cuanto pudo organizó un plan para escapar a un país donde sus ideas pudieran compartirse. El destino final era Madrid. Allí podría, por surrealista que pueda parecer al lector de hoy, crear un ejército secreto de antiguos soldados de las Waffen-SS bautizado como la Legión Carlos V, por su pasado hispanoalemán

En la España de Franco

El periodista Francisco José Rodríguez de Gaspar ha indagado en el pasado de este austriaco que residió en España hasta su muerte en julio de 1975. Toda su vida se vierte en su reciente publicación, Otto Skorzeny. El nazi más peligroso en la España de Franco (Almuzara), donde no solo profundiza en las anécdotas que tuvieron lugar en suelo español, sino que también retrata su intervención en la Segunda Guerra Mundial.

Analizando en hemerotecas del pasado, el autor encontró el rastro de un tal Otto Skorzeny en Toledo. Gracias a los archivos de la CIA, quedaba plasmado que iba a celebrarse una reunión de antiguos combatientes de las SS en la antigua capital del Imperio español.

Efectivamente, aquella reunión buscaba conformar una nueva unidad militar para combatir el comunismo de la Unión Soviética, gran vencedor de la contienda y responsable de la caída de la Alemania nazi. Toledo era una ciudad simbólica para los alemanes. Los visigodos se habían instalado allí siglos atrás y la liberación del Alcázar en la Guerra Civil había supuesto una gran victoria del fascismo sobre el comunismo, a su modo de ver. 

"El enclave se convirtió en un lugar de paso obligado para todos los nacionalsocialistas que acudían a España", explica Francisco. "Las visitas de las Juventudes Hitlerianas se sucedieron durante todos esos años", añade. En este sentido, el 27 de septiembre de 1951, con motivo del 15 aniversario de la liberación que forjó un mito nazi, concertó dicho concilio. A esta ciudad histórica acudieron cientos de alemanes que aún añoraban tiempos pasados. Tal y como explica Francisco José Rodríguez de Gaspar a este periódico, muchos fueron detenidos en la frontera con Francia, mientras que otros consiguieron llegar vía Italia. 

Grupo de personas junto a la escultura de Carlos V en el patio del Alcázar de Toledo el 28 de septiembre de 1951 (Foto cedida por el autor perteneciente a la Colección Rodríguez.

En esta reunión secreta estuvieron presentes figuras del fascismo europeo como Per Engdahl, político sueco de extrema derecha; Maurice Bardéche, crítico de arte y exponente del neofascismo; Karl-Heinz Priester, jefe de propaganda de las Juventudes Hitlerianas; Paul van Tienen, oficial de las Waffen-SS que combatió en el frente oriental durante la Segunda Guerra Mundial; y fray Branko Marić, fraile franciscano vinculado al movimiento del nacionalsocialista del croata Ante Pavelić. 

Todos ellos se reunieron en el patio de Carlos V del Alcázar de Toledo. La Legión Carlos V tomaba fuerza e incluso habían contactado a los estadounidenses para conseguir su apoyo contra el enemigo común: el comunismo. "Es una especie de ejército secreto de retaguardia que los alemanes de las SS están negociando con los norteamericanos y que intentan convencer al Gobierno de España para hacer una División Azul a la inversa", afirma el escritor.

Apenas habían pasado seis años desde el final de la guerra, y Skorzeny pensaba que la Tercera Guerra Mundial, un conflicto bélico contra el comunismo, estaba a punto de estallar.

Colaboración el Mossad

No obstante, el austriaco erró en sus cálculos. La Legión Carlos V no fue sino una ilusión para aquellos alemanes que buscaban renacer la ideología de Hitler. La CIA, pese a sus constantes contactos con Skorzeny, no se terminaba de fiar de él. Franco tampoco mostró interés en este ejército secreto y la guerra jamás tuvo lugar.

El antiguo coronel de las Waffen-SS abandonaría estas actividades secretas políticas por otras más beneficiosas. "Otto evoluciona. Sigue con sus contactos, con su empresa de importación y exportación y empieza a cerrar acuerdos bastante lucrativos", asegura el autor.

Otto Skorzeny en su celda de Núremberg.

Sus antiguos compañeros de partido exportaban acero desde Alemania, y Skorzeny hacía de intermediario para vender el material a los españoles y norteamericanos. Así, el austriaco se enriqueció con contratos de Renfe y la construcción de bases estadounidenses en suelo español.

La avaricia del nacionalsocialista le empujó a un negocio mucho más ambicioso y éticamente condenable: la venta de armas. En esta nueva etapa sucedería uno de los acontecimientos más extraños de la vida de Otto Skorzeny. Tras la Segunda Guerra Mundial, muchos eran los nazis que habían escapado de la justicia o que decidieron vivir en clandestinidad por miedo a represalias. El Mossad, la agencia de inteligencia de Israel, se dedicaba a encontrar a nazis para juzgarlos y condenarlos en su país. 

Curiosamente, Skorzeny no era el objetivo de la organización, sino su aliado y confidente. "Un tipo que ha sido de las SS acaba trabajando con los judíos", se sorprende Francisco. Al parecer, le habían contratado con la promesa de no matarlo. A cambio, el austriaco debía entregarles al grupo de ex nazis que trabajaban en el desarrollo de misiles de Egipto del general Gammal Nasser en los años 60. Muchos de estos científicos sufrieron atentados por parte del Mossad —Heinz Krug, quien había trabajado para las autoridades egipcias, desapareció misteriosamente en 1962— aunque los ataques no puedan relacionarse directamente con el antiguo coronel que residió en España.

La vida de Otto Skorzeny cuenta con numerosas historias ficticias, o al menos no corroborables, que agrandan su figura como villano del siglo XX. Sin embargo, tan solo los hechos que se conocen son más que suficientes para entender la magnitud de su poder y de sus contactos.

Su funeral es un reflejo más del prestigio con el que contaba en los círculos derechistas. Murió a causa de un cáncer de pulmón el 5 de julio de 1975. Tres días más tarde, un coche fúnebre de color negro se adentraba en el cementerio de La Almudena, rodeado por una treintena de personas con el brazo en alto. Tras santiguarse y finalizar el funeral, los asistentes cantan el Cara al Sol. Así despidieron a Otto Skorzeny, el héroe nazi que trató de recomponer el ejército y que posteriormente colaboraría con los judíos.

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