En Chipiona se le conocía como Luis Gurruchaga, un médico que provenía de San Sebastián. Aterrizó en la localidad gaditana en 1945 y pronto se ganó el cariño de sus vecinos. Aún en la ciudad queda gente que recuerda a este misterioso hombre con fuerte acento alemán a la hora de atreverse con el castellano.

Su carisma y buena imagen llevó a la familia Lundberg, un matrimonio sueco instalado en Tánger, a recurrir a Luis para que este buscara una solución a la hernia inguinal de su hijo Fred. Tras llevárselo consigo hasta Chipiona, su familia nunca supo nada más del pequeño.

Y es que Luis Gurruchaga tenía un lado oculto que nadie conocía. Por las noches se enriquecía gracias al contrabando y cuando la Guardia Civil se enteró de sus ilegalidades nocturnas, optó por huir a Buenos Aires para iniciar una nueva vida. Dejaba atrás una época de contrabando y abandonaba a un matrimonio que buscaba a su hijo sin descanso —a día de hoy, a sus 94 años, la madre de la criatura no da por perdida la esperanza de encontrar a su hijo—. 

Frits Knipa (a la izquierda), junto con su familia. Wayne Jamison

Poco a poco, se le comenzó a conocer por el nombre de doctor Pirata. Aquel nombre reflejaba mejor la realidad que Luis Gurruchaga. Era evidente que el doctor Pirata escondía mucho más de lo que aparentaba. Finalmente, se descubrió que su nombre no era Luis Gurruchaga y que tampoco era de origen vasco. Se llamaba Frits Knipa y nació en Moers (Alemania) el 30 de marzo de 1919.

Un nazi en España

El periodista gaditano Wayne Jamison trató de investigar la vida de este misterioso personaje y encontró un pasado asombroso y siniestro. Frits era su verdadero nombre pero a lo largo de su vida utilizó hasta ocho identidades diferentes, entre las que se encontraba Luis Gurruchaga.

Durante tres años, el periodista ha descubierto que Frits Knipa fue miembro de la Resistencia en Holanda para posteriormente defender la causa nazi y actuar como agente doble. Asimismo, terminó huyendo de la CIA y del Mossad una vez finalizó la Segunda Guerra Mundial. Todo ello lo cuenta en Doctor Pirata. Un médico nazi en la España de Franco (Editorial Kailas).

Tal y como cuenta el escritor en una entrevista concedida a EL ESPAÑOL, lo que más le llama la atención respecto a su figura es "la dualidad del ser humano". Fue capaz de enfrentarse a los nacionalsocialistas para posteriormente trabajar para ellos traicionando la lealtad de sus compañeros de la Resistencia.

Retrato de Frits Knipa. Wayne Jamison

Informaba a las SS de los movimientos de la Resistencia en Holanda y respondía con eficacia las misiones que le ordenaban desde el Tercer Reich. Con el tiempo, su vida en Holanda comenzó a peligrar. Además, la hegemonía alemana en Europa menguó y Frits buscó una salida. El destino lo tenía decidido desde el primer momento: España.

La neutralidad de Franco en la Segunda Guerra Mundial facilitaba la no intervención de los Aliados en España. Aunque el régimen franquista intentó alejarse de la Alemania nazi, seguía simpatizando con su ideología. Muchos alemanes acabaron huyendo a España a medida que el Tercer Reich era derrotado en el campo de batalla.

Los Aliados llamaron "la ruta de las ratas" a las vías de escape que emplearon los nazis. La mayoría cruzaban a España para posteriormente dirigirse a países como Argentina o Brasil. Otros, una vez en España, eligieron quedarse. Frits Knipa había llegado en 1943, no sin antes pasar todo tipo de penurias en su largo camino desde el norte de Europa.

Problema para Franco

Desde que se asentó en Madrid no paró de trabajar como agente de la Gestapo. Recibió dinero de la embajada alemana y se codeó con la familia Moctezuma, de origen mexicano y descendientes de la famosa dinastía de emperadores del país centroamericano —mantenían un vínculo estrecho con miembros de la Gestapo—.

Durante su estancia en España, Frits "fue motivo de más de un quebradero de cabeza para el régimen; llegó a generar un importante conflicto diplomático con tres países diferentes". El agente encubierto era cercano a Hermann Göring, y tanto los británicos, americanos y holandeses tenían el punto de mira fijado en Frits.

"La OSS (antecedente de lo que hoy se conoce como la CIA) llegó a incluirle en informes de la Comisión Roberts, y en este caso junto a los británicos, en una lista de 176 agentes y colaboradores nazis en España cuya repatriación exigieron a Franco poco después de la Segunda Guerra Mundial", escribe Jamison. La respuesta, tal y como declara el escritor a este periódico, fue clara: "Franco pasó olímpicamente".

Sin embargo, Frits entendió que debía alejarse de Madrid y probó con su nueva identidad: así nació Luis Gurruchaga, quien tras ser cazado por la Guardia Civil huyó a Argentina.

¿Muerte o huida?

En Argentina se le perdió la pista. No obstante, terminó regresando a España. Esta vez empleó el nombre de Friedrich-Ludwig Von Freinfels y se casó con Carmen Fernández Quesada, una mujer religiosa y adinerada. Juntos, se asentarían en el corazón del barrio Salamanca.

Frits, ahora conocido como Friedrich, se confió demasiado con su nueva identidad. Israel dio con él y buscaba venganza tras lo sucedido en la guerra. Tras varios intentos fallidos, fue engañado e introducido en un vehículo que le sacó de Madrid. Cuando se detuvo, cuatro hombres le propinaron una brutal paliza al médico nazi, hasta el punto de matarlo.

Esquela de Frits Knipa.

O al menos eso se creía. Una esquela de Friedrich-Ludwig Von Freinfels del 3 de noviembre de 1971 se publicó en el diario Abc. La tumba de Friedrich-Ludwig Von Freinfels se ubica en el Cementerio Sacramental de Santa María, en Madrid. Está en un nicho, una lápida de pared, con una cariñosa dedicatoria de su mujer, Carmen, que descansa desde 2009 en una cercana tumba compartida con sus hermanos.

Jamison especula sobre su muerte. ¿Sobrevivió a la paliza e inició, como había hecho siempre, una nueva vida? Puede que existiera una novena y última identidad que le permitió vivir sus últimos años en el anonimato absoluto. "Hay todavía cosas que conocer de este hombre", concluye Jamison.

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