Poco antes de las seis de la tarde del 30 de noviembre de 1920, un pistolero nunca identificado descerrajó siete tiros a bocajarro a Francesc Layret. El político y abogado catalán, defensor de los derechos de los obreros, acababa de salir de su casa, en el número 26 de la calle Balmes de Barcelona, y se dirigía al ayuntamiento de la ciudad para hablar con el alcalde Martínez Domingo sobre el traslado a la fortaleza de la Mola, en Mahón, de algunos militantes de la CNT y el Partido Republicano Catalán.

Entre estos se encontraban Lluís Companys y otros destacados sindicalistas y diversos políticos republicanos y socialistas que habían sido detenidos en una operación represiva contra las organizaciones obreras orquestada por el gobernador Martínez Anido. Al otro lado de la calle, en el interior de un coche, a Layert lo esperaba precisamente Mercè Micó, la esposa del futuro presidente de la Generalitat, a quien conocía desde su etapa en el instituto e iba a defender judicialmente.

Ese asesinato, del que este lunes se cumple un siglo redondo, provocó una enorme conmoción en la sociedad catalana, especialmente entre los círculos obreros y republicanos. Su multitudinario entierro, al que asistieron hasta personajes como Eugenio d'Ors, se convirtió en un acto político emotivo y tenso que acabó con cargas de la Guardia Civil contra los manifestantes. El suceso también fue acompañado por una masiva huelga.

Sigue siendo un misterio la identidad del pistolero que perpetró el atentado, aunque se presupone que fue un integrante del Sindicato Libre, una asociación de obreros no revolucionarios y de orientación carlista organizada por los empresarios más radicales que declaró la guerra a muerte a los cenetistas. Un movimiento que resucitó el somatén para convertirlo en una red de fuerzas vecinales de autodefensa que llegó a contar con más de 60.000 hombres armados.

Y es que Barcelona, en esos primeros compases del siglo XX, era prácticamente una ciudad en guerra, el escenario donde "se vieron frente a frente el poder sindical de la clase obrera organizada, el miedo de los propietarios a la subversión del orden establecido, la preocupación de los gobernantes por la espiral huelguística y la violencia social y la presencia de los uniformes militares en las calles", escribe el historiador Julián Casanova en su última obra Una violencia indómita (Crítica). 

Diputado en Madrid

Francesc Layret i Foix (Barcelona, 1880-1920) fue uno de los abogados que más intensamente defendió los derechos de los trabajadores de la Cataluña de principio de siglo. "Nacido en el seno de una familia acomodada y de tradición republicana, con tan sólo dos años de edad sufrió una grave enfermedad que le dejaría importantes secuelas físicas para el resto de su vida en forma de parálisis en ambas piernas", explica el historiador Gerard Pedret Otero en la entrada del Diccionario Biográfico de la RAH dedicado al también político.

Estudió Derecho en la Universidad de Barcelona, carrera que compaginó con la de Filosofía y Letras, en la que se licenció con la máxima nota. Layret, en esos años de formación universitaria, comenzó a frecuentar los ambientes juveniles republicanos y participó en la fundación de la independiente Asociación Escolar Republicana (AER). En 1903 impulsó la creación del Ateneo Enciclopédico Popular, institución dedicada a la formación de aquellos trabajadores susceptibles de acceder a cargos de responsabilidad en el ámbito político y sindical y que presidió durante su etapa fundacional.

En 1905 arrancó su trayectoria política, siendo elegido regidor de Barcelona en las elecciones municipales a las que se había presentado bajo las siglas de Unión Republicana. Enemigo encarnizado de la corrupción administrativa y encargado de las finanzas del Ayuntamiento, "fue el responsable de la redacción de un presupuesto de cultura cuyos objetivos fundamentales eran la creación de una red de bibliotecas populares y de escuelas con un planteamiento pedagógico reformista basado en la laicidad y la coeducación", destaca Pedret Otero. Un proyecto rechazado pero que otorgaría a Layret una gran popularidad entre los obreros.

Placa conmemorativa en el lugar donde fue asesinado Layret. Ayuntamiento de Barcelona

Tras varios fracasos políticos, en 1917 participó en la constitución del Partido Republicano Catalán, formación que combinaba el federalismo con el socialismo democrático y que derivó unas décadas más tarde en ERC. Su órgano de expresión era el diario La lucha, una publicación muy crítica con la monarquía de Alfonso XIII y en la que Layret firmó una serie de artículos antimilitaristas. En 1919 fue elegido diputado a las Cortes por Sabadell. Sus discursos en Madrid se caracterizaron por la defensa de los derechos de sindicación y de asociación de los trabajadores y la denuncia de las posturas intransigentes de los grupos patronales.

"Su compromiso con los obreros se manifestó igualmente desde su condición de abogado, pues desde la constitución de la CNT se había venido encargando gratuitamente de los casos más difíciles planteados en la central sindical. Fue así como entabló amistad con los principales dirigentes obreros catalanes y, en especial, con Salvador Seguí", añade Gerard Pedret Otero. Pero como Seguí, secretario general de la CNT, Layret sería una víctima más del pistolerismo que sacudió la Barcelona de aquellos años. No pudo ver cumplido su anhelo de una alianza entre el republicanismo catalán y la clase obrera.

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