Valeria Mesalina tan solo vivió 24 años. Sin embargo, en ese corto periodo de tiempo se convirtió en una de las figuras más relevantes de la Antigua Roma. Pertenecía a la familia más poderosa del Imperio, la gens Julia, pero su origen no se correspondía con el poder adquisitivo de sus padres —su madre había derrochado la herencia familiar— y la única vía posible de la joven para vivir de forma acomodada era casarse con un hombre rico de la capital.

De esta manera, Mesalina contrajo matrimonio con Claudio, el tío del emperador Calígula. Claudio era mayor, tartamudo, cojo y se había casado dos veces antes de conocer a la joven 36 años más joven que él. Por su parte, según los escritos que han llegado hasta la actualidad, ella era una mujer bella, con el pelo negro azabache, las caderas pronunciadas y una sonrisa que enamoraba a cualquier hombre.

De aquel matrimonio nacieron un hijo (Británico) y una hija (Claudia Octavia), la cual esta última sería la futura esposa del emperador Nerón. Pero todo cambió cuando Calígula fue asesinado y el ejército apoyó a Claudio como nuevo emperador. Así, Mesalina pasó de ser la mujer de un senador a ser la esposa del mismísimo emperador de Roma.

Mesalina en brazos del gladiador. Joaquín Sorolla

La nueva vida de Mesalina sufrió cambios bruscos y su poder ilimitado le permitió ejercer todo tipo de actividades que fueron criticados por los cronistas y escritores posteriores. El poeta Décimo Junio Juvenal narraba que "tan pronto como creía que su marido estaba dormido esta prostituta imperial vestía la capa que llevaba por las noches y salía de la casa acompañada de una esclava, puesto que prefería un lecho barato a la cama real". 

Y es que la ninfomanía de Mesalina es un tema que se ha tratado tanto en la literatura como en el arte. "Disimulaba su cabello negro con una peluca rubia y se dirigía al lupanar de tapicerías gastadas, donde tenía reservada una cámara. Entonces tomaba su puesto, desnuda y con sus pezones dorados, atendiendo al nombre de Lyscisca...", añadía Décimo Junio Juvenal.

Aprovechó la ausencia de Claudio en una campaña militar al norte del Imperio romano para dar inicio a una competición que se basaba en ver quién lograba satisfacer a más hombres en un solo día. Plinio el Viejo relataba que la mujer del emperador compitió contra Escila, representante de Sicilia. Mientras que la siciliana solo pudo yacer con 25 hombres los escritos hablan de que Mesalina consiguió satisfacer a 200 hombres en un solo día.

De todos modos, cabe recalcar que casi 2.000 años después de lo sucedido los historiadores varían en los detalles de su vida. Algunos defienden que la prostitución que ejercía era ocasional e incluso inusual mientras que otros como Juvenal o Tácito mantienen la postura de que era una actividad rutinaria. 

Mesalina murió decapitada después de que su marido descubriera la existencia de un amante, el cónsul Cayo Silio, y tras su ejecución Claudio ordenó retirar sus efigies. Este tercer matrimonió había traumatizado al emperador y decidió que no volvería a casarse nunca más. Claudio incumplió su promesa y poco después contrajo matrimonio con su sobrina Agripina, madre de Nerón.

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