Londres

La cuestión no es tanto el estreno de una película de Downton Abbey como por qué una serie de televisión de semejante éxito en todo el mundo ha tardado tanto tiempo en hacer un spin-off o, en este caso, atreverse a dar el salto a las salas de cine. El vértigo —y la ambición— del proyecto residía en el hecho de dar forma a una nueva trama en la que tuviese cabida la enorme cantidad de personajes que transitan por el castillo de Highclare, la mansión de los Crowley; es decir, crear una única historia de dos horas de duración en la que todos los miembros de la familia y sus criados tuviesen su oportunidad para brillar.

Y el resultado de la labor del oscarizado Julian Fellows, guionista de la serie y de la película, es bastante apetecible. Dowton Abbey, el filme, situado en 1927, recoge el testigo un par de años después del término de la sexta temporada y narra la visita de los reyes de Inglaterra, Jorge V (Simon Jones) y María (Geraldine James), abuelos de la actual Isabel II, a la palaciega casa de los Crowley; un evento que pone todo patas arriba tanto en el salón de baile como en las cocinas. Si bien las tramas se despliegan y resuelven con rapidez, al final queda un producto divertido y entretenido que con toda seguridad hará las delicias de los fans de la serie.

"Te preguntas si los seguidores de Downton Abbey estarán preparados para ir al cine y si Julian [Fellows] será capaz de reinventar la trama y no caer en la trampa que ha afectado a otras series, pero creo que ha salido todo muy bien", confiesa a EL ESPAÑOL Hugh Bonneville, que da vida al conde Robert Crowley, en un lujoso hotel de Londres cerca de Trafalgar Square. Jim Carter (Mr Carson), añade: "Fue genial ver la premier con los fans, escuchar los aplausos y las risas en los momentos ridículos... Eso te da la confianza de que la película va a gustar".

Hablamos con los actores de Downton Abbey

Valiéndose de recursos cinematógraficos que ofrecen un salto de calidad en comparación con la serie, y manteniendo esos decorados tan ostentosos, esa presencia tan noble y armario delicado —el presupuesto se nota también en la posibilidad de realizar un desfile con más de 80 caballos y La Tropa del Rey, la artillería Royal Horse—, lo más interesante de la trama sucede en el piso de abajo, cuando el staff de los Crawley se ve invadido por el séquito que acompaña a Jorge V a todas partes, desde su mayordomo hasta un ridículo chef francés.

Porque lo esencial de la cinta, dirigida por Michael Engler, es el terremoto que se desata en la mansión desde el anuncio de la llegada de los monarcas de Inglaterra hasta que estos vuelven a partir en sus barrocos carros. Es el día más importante en las vidas de Robert y Cora Crowley (Elizabeth McGovern), pero también para sus sirvientes, que organizan un maquiavélico plan para hacer frente a ese enemigo externo. "La visita real es algo emocionante para todos; incluso mi personaje, que es totalmente antimonárquica, entiende el privilegio en términos de trabajo de lo importante que es hacer ese servicio", explica Sophie McShera, que interpreta a Daisy, ayudante en las cocinas.

Laura Carmichael, Maggie Smith, Hugh Bonneville y Elizabeth McGovern.

¿Se trata entonces de un homenaje particular de Downton Abbey a la monarquía británica, de su importancia para con la sociedad inglesa? Responde Lesley Nicol (Mrs Patmore): "Creo que es un drama histórico, situado en los años 20, que refleja cómo la gente veía las cosas en ese momento. Algunos pueden preguntarse: ¿es una película que toma posición respecto a los deberes de la realeza? No, solo observa lo que a la gente le gustaba en aquel entonces".

Robert James Colier (Thomas Barrow), el nuevo mayordomo de la casa que es reemplazado temporalmente por Mr Carson debido a su poca experiencia y se dedica ir a pubs gays, agrega: "Es fascinante la reacción del servicio de la casa. Es la misma que tiene la gente hoy con Harry y Guillermo, Kate y Guillermo. Nada ha cambiado. Existe esa fascinación cuando miles de personas se amontonan para ver la boda real, como sucedía hace ochenta años. Nada ha cambiado y creo que eso es uno de los ingredientes clave del éxito del show".

En este sentido, Jim Carson relata su experiencia de niño con la monarquía: "Cuando crecí en Yorkshire, el mismo lugar donde se sitúa Downton Abbey, y vino la reina, todos los colegios se vaciaron para formar una camino que literalmente parecía de Union Jacks, y estuvimos allí durante un buen rato ondeando nuestros banderines hacia la reina. Es emocionante porque ves a alguien que nunca habías visto. Creo que ese nivel de entusiasmo se ha reducido un poco, pero vas a Buckingham Palace y hay un montón de turistas y de gente viendo el cambio de guardia. Es todavía una gran atracción".

La película ha conseguido reunir a todo el reparto de la serie, al que se ha sumado alguna incorporación como la de Imelda Staunton, que hace de dama de la reina. La mordaz y ácida Maggie Smith está tan brillante como siempre y se echa en falta que goce de más protagonismo. Pero en definitiva ese ha sido el gran desafío del salto de Downton Abbey a la gran pantalla: el reinventarse con una trama atractiva en la que cada personaje tuviese su minuto de gloria, el amoldarse a la nueva coyuntura de no poder dedicar un capítulo entero a un detalle concreto. Y Julian Fellows ha pasado el examen.