En 1987 una película de bajo presupuesto se convirtió en un fenómeno de culto entre los amantes del género. Hellraiser no tenía a un director conocido, estrellas en el reparto o un presupuesto desmesurado (costó 900.000 dólares), pero a cambio tenía un villano terrorífico y, sobre todo, muy real. Pinhead asustaba, y lo hacía sin artificios. No era una criatura deforme, sino que tenía un aspecto humano y disfrutaba con el dolor. Su cara llena de pinchos rápidamente se convirtieron en un icono y en uno de los disfraces más repetidos de la historia de Halloween.

Su creador, Clive Barker, tenía claro que en lo real estaba la clave para atemorizar al espectador, de hecho el origen de su critatura estaba en los bares de sadomasoquismo que conoció en su época previa a ser director de cine. Lo ha explicado ahora en una columna del periódico The guardian que comienza narrando sus orígenes como estafador de poca monta en la década de 1970, en la que entendió que el sexo era lo que equilibraba al mundo. “El sexo es un gran nivelador. Me hizo querer contar una historia sobre el bien y el mal en la que la sexualidad era el tejido que conectaba a ambos. La mayoría de las películas de terror estadounidenses e inglesas no eran sexuales, o de forma muy tímida, presentando a un grupo de adolescentes que tenían relaciones sexuales y luego eran asesinados. Hellraiser, la historia de un hombre impulsado a buscar la mejor experiencia sensual, tiene un sentido de la sexualidad mucho más retorcido”, cuenta en su texto.

Hellraiser - The Birth of Pinhead

Ya en los 80 Baker había publicado varias historias que habían tenido dos adaptaciones cinematográficas que él calificó como “abominables”, así que lo tuvo claro, quería dirigir su propia película. Escogió su novela corta The Hellbound Heart y convenció a la productora New World para dar luz verde al proyecto, aunque le advirtió que con semejantes mimbres iría directa al videoclub. Hellraiser, que así se llamó finalmente, quería ofrecer una experiencia diferente a pesar de su poco presupuesto, así que Baker tiró de experiencia personal en los locales de sadomaso. “Me inspiré en los clubes de sadomasquismo, para los alfileres en su cabeza, pero también me sentí emocionalmente inspirado por ellos. Hubo un local clandestino llamado Cellblock 28 en Nueva York donde vivió una noche muy dura. No había bebida, ni drogas, y fue la primera vez que vi a gente perforada por diversión. Fue la primera vez que vi sangre derramada”, explica sobre su proceso creativo.

Clive Baker no tenía ni idea de dirigir, así que la semana antes de empezar el rodaje se fue a una biblioteca de Londres para coger un libro sobre el oficio. No encontró ninguno, así que tuvo que fiarse de su equipo. “Afortunadamente, la tripulación fue muy gentil conmigo. Solo puedes llegar tan lejos en la oscuridad si todos están a bordo. Tenía a Richard Marden, que había trabajado con David Lean, como editor, y Bob Keen, que había hecho efectos especiales en Star Wars y se le ocurrió la escena de la resurrección de Frank”, apunta.

Los cenobitas de Hellraiser.

La película, en la que ni los productores confiaban, fue gustando según avanzaba el proyecto, y los productores intentaron meter mano y realizaron algunos cambios, como reubicar la historia en EEUU y grabar algunas voces para eliminar acentos y hacerla más fácilmente vendible. Pero los que más tocaron las narices fueron los del comité censor de la industria de Hollywood. “Los censores estadounidenses le otorgaron una calificación de X, y para obtener una R tuvimos que acortar la violencia”, recuerda el director.

Al final la película recaudó 33 millones de dólares en todo el mundo y dejó un personaje para la historia: Pinhead, que realmente sólo salía ocho minutos en pantalla. A los que más le gustó la película fue a la comunidad sado: “recibí una buena reacción de la gente del sadomasoquismo, y todavía lo hago. Estaba validando un estilo de vida. Fue una celebración de la belleza de estos extraños rituales secretos”. Hellraiser se fue devaluando con un gran número de secuelas y películas que perdieron la esencia del original. Pero su legado se mantiene, y Hollywood ya plantea un reboot de uno de aquellos éxitos sorpresa que ya no se dan.