A las pocas horas de la bomba mediática, el aparato de la Secretaría de Estado de Cultura da un paso atrás y matiza. Lo que por la mañana fue una verdadera fiesta del cine, con el sector celebrando el final del 21% tras cinco años, a la tarde el cava perdía todo el gas hasta quedarse en aguachirri. A la pregunta: ¿cuándo entra en vigor la promesa de la bajada del tipo de IVA de la entrada del cine? La respuesta a este periódico de la Secretaría de Estado, que había prometido la bajada para finales de 2018: “Sólo hemos expresado un deseo”. ¿Y tiene fecha? Respuesta: “¿El deseo?”.

No es la primera vez que Fernando Benzo, secretario de Estado de Cultura, juega al despiste con los incentivos fiscales y la rebaja de los tipos. El día en que presentó su “ambicioso” plan cultural para esta legislatura prometió lo mismo, pero para el final de la legislatura. De hecho, repartió un documento con 150 medidas para acabar con la melancolía y ruina cultural de un sector que ha salido masacrado por la austeridad emprendida por su propio Ejecutivo en la anterior legislatura. Sin embargo, esas 150 promesas no llevaban asignadas el coste. Benzo no quiso (o no supo) decir cuánto cuesta su Plan.

Fernando Benzo y Méndez de Vigo. Efe

Meses después presentó otro “ambicioso” Plan: el de fomento a la lectura. Esta vez calculó que las ideas recogidas en otro folleto necesitarían una inversión de siete millones de euros, pero no sabe cuánto de ese dinero irá a la compra de libros para bibliotecas, los centros desde los que parte el fomento de la lectura. De hecho, no especificó cómo se repartiría la cantidad en cada uno de los capítulos. La transparencia no es una de sus virtudes políticas.

Presupuesto cero

“No sé cuánto dinero invertiremos en comprar libros para fondos bibliotecarios”, contestó a este periódico el día de su presentación. “Me resulta pedante explicar la planificación económica del proyecto. Por una cuestión técnica, no es necesario comunicar la inversión en cada capítulo. No pretendemos ocultar su coste”, añadió.

Desde la primera convocatoria en el Congreso de los Diputados defiende “la imaginación” (“no la fantasía”) antes que el dinero. “La política cultural no se puede medir en términos monetarios. Nosotros preferimos la imaginación para buscar formas con las que aprovechar nuestros recursos. No medimos nuestra actividad en términos presupuestarios, la medimos en ideas y creatividad”, aclaró el día que quiso fomentar la industria del libro y el fomento de la lectura.

Hablemos de cultura, no de pasta

El secretario de Estado de Cultura defiende la linea pautada por su ministro, Íñigo Méndez de Vigo: la cultura es bonita y hablar de dinero es de mal gusto, a pesar de que el sector industrial reclama protección, ayuda e inversión.

Por eso, en lo que llevamos de legislatura, Fernando Benzo es uno de los mejores negociadores que ha tenido el PP al frente de este departamento, que tan poco le ha interesado durante el mandato de Mariano Rajoy (ex ministro de Cultura). Benzo ha conseguido neutralizar a la oposición, en el Congreso de los Diputados, con buenas palabras y muchas esperanzas, con propósito de diálogo y participación común. Le aplauden, le felicitan, le animan, bromean juntos, no hay conflicto en el ánimo de la Comisión de Cultura.

Es un político de primera, siempre con un programa electoral a mano, incluso con el cargo en su poder. Muchas promesas y pocos planes de trabajo efectivos. Benzo es quien mejor conoce el engranaje de esa máquina llamada “administración” y se ampara en ella y en su funcionamiento para moderar sus “ambiciones”. Por ejemplo: su Plan “es un modelo cultural que fomenta la protección de las artes” antes de la presentación de los Presupuestos Generales del Estado. Pero cuando se presentan estos se descubre que todo era mentira. Y que el Gobierno mantiene su política de recortes a la cultura