“Todos tenemos gran interés en que la colección no salga de España y en llevar las negociaciones bien, pero tengo herederos. Tengo que pensar en el futuro de ellos y no soy yo sola quien tiene que decidir, pero mi interés mayor es que se quede en Madrid”, ha explicado Carmen Cervera en una entrevista con Antena 3. Tita está confiada en llegar a “un acuerdo maravilloso” con el Gobierno para que su colección de arte se quede en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, junto a la colección que España compró a su marido.

Borja Thyssen aparece como nueva cláusula sobre la mesa de las negociaciones entre Íñigo Méndez de Vigo, ministro de Educación, Cultura y Deporte, y la viuda del barón. Hasta el momento, Tita ha alegado varias razones para lograr sus intereses, entre ellas la falta de liquidez. Pero nunca había alegado que en el acuerdo también deben tenerse en cuenta las necesidades de su hijo Borja, que vive en Andorra y al que Hacienda pide tres años de cárcel por defraudar 630.000 euros al fisco.

Todo queda en familia

Empeñada en su causa personal y familiar, la presidenta de la fundación que gestiona el museo público -que ha cerrado 2017 con una caída de visitas de más del 20%-, decidió ceder espacio del Museo Thyssen para que su nuera, Blanca Cuesta, vendiera una obra suya. La propietaria de la clínica Smylife organizó la venta, en la que se incluían 20 esculturas customizadas de la Venus de Milo. Y una era la de la nuerísima.

“El Estado comprende perfectamente bien el valor de las obras, que hacen ganar a Madrid entre 9 y 10 millones de euros anuales. Me siento muy feliz de haber cooperado todos estos años con mi país, porque el arte es muy importante”, ha añadido Cervera. Las cifras que acostumbra a dar sobre su colección terminan siendo rebatidas y cuestionadas.

De momento, la negociación toma un respiro hasta junio, cuando tendrán que alcanzar un acuerdo sobre la continuidad de sus obras. En la firma también tiene mucho que decir el Ministerio de Hacienda, para aceptar el trato de favor que demanda Tita. Suele recordar que ya son 18 años los que ha cedido la colección al museo de Madrid que preside, pero no recuerda todo lo que ha invertido el Estado en custodiarlas, conservarlas y darlas a conocer. Es la colección privada mejor conservada del mundo y más barata para su propietaria.