El caso Harvey Weinstein ha destapado una realidad que muchos no querían ver, o lo hacían pero miraba hacia el otro lado. Los abusos de poder, el acoso sexual y los chantajes han sido la tónica dominante en Hollywood durante años. Lo decía Emma Thompson hace unas semanas, esto es sólo la punta del iceberg, la primera muestra pública de un sistema en el que durante mucho tiempo ha estado bien visto que un jefe toque el culo a una secretaria, o que la invite a cenar a su casa o que incluso intente propasarse.

En aquellas industrias en las que hay figuras con un poder tan grande como el que tenía Harvey Weinstein, la situación ha sido incluso peor. Las valientes que ya han alzado la voz han sido un punto de inflexión para que otras muchas se atrevan a denunciar estos casos. En España la misma presidenta de la Academia de Cine ha reconocido que fue violada por un productor americano cuando era una joven que comenzaba en la industria.

Hemos estado en silencio, amenazadas por ese poder que han ejercido sobre nostras y las promesas de acceso a instituciones y promociones profesionales

Ahora han sido las representantes del mundo del arte las que han escrito una carta abierta en el periódico británico The Guardian para dejar claro que “no nos callaremos más”. Un grupo de 200 “galeristas, artistas, escritoras, conservadoras, directoras, asistentes, administrativas y becarias del mundo del arte que hemos sido acosadas, despreciadas, amenazadas e intimidadas por aquellos en posiciones de poder que controlan el acceso a los recursos y las oportunidades”. “Hemos estado en silencio, amenazadas por ese poder que han ejercido sobre nostras y las promesas de acceso a instituciones y promociones profesionales”, dice el texto.

Las mujeres de la industria del arte han sido contundentes y demostrado que el cine no ha sido el único campo en el que estos abusos se han vivido: “No nos sorprende que los conservadores ofrezcan exhibiciones o apoyo a cambio de favores sexuales. No nos sorprende que los galeristas minimicen y oculten el comportamiento sexualmente abusivo de los artistas a los que representan. No nos sorprende que una reunión con un coleccionista o un posible cliente se convierta en una proposición sexual. No nos sorprende cuando recibimos represalias por no cumplir. El abuso de poder no es ninguna sorpresa”, añaden. En la lista se encuentran mujeres de la industria del arte español, como la artista Irma Álvarez-Laviada, la conservadora Julia Morandeira Arrizabalaga, la escritora Andrea Valdés, y la artsista June Crespo.

No nos sorprende que los conservadores ofrezcan exhibiciones o apoyo a cambio de favores sexuales. No nos sorprende que oculten el comportamiento sexualmente abusivo de los artistas

Esta carta surge como respuesta a las acusaciones sobre el comportamiento de Knight Landesman -director de la revista Artforum y pope del mundo del arte contemporáneo que dimitió tras las acusaciones de acoso de ocho trabajadoras- que provocó un grupo de discusión que ha involucrado a toda la comunidad internacional y que ha subrayado también que muchos de esos abusadores luego usan “la retórica del feminismo y la equidad en la teoría, y a menudo se benefician financieramente de estas débiles afirmaciones de política progresista, al tiempo que conservan en la práctica normas sexistas opresivas y dañinas”. “Los que están en el poder ignoran, excusan o cometen casos cotidianos de acoso y degradación, creando un ambiente de aceptación y complicidad en muchos abusos de poder más graves e ilegales”, continúan.

Por ello creen que la solución no pasa porque un editor de una revista dimita, sino que hay que acabar con una industria que “defiende las estructuras de poder heredadas a costa del comportamiento ético”. “Hemos sido silenciadas, marginadas, han dicho que tuvimos ‘reacciones exageradas’ y hemos sido amenazadas cuando hemos intentado exponer el comportamiento sexualmente y emocionalmente abusivo. Ya no nos callarán más. Denunciaremos a quienes continúen explotándonos, silenciándonos y despidiéndonos. Tus acciones ya no serán un secreto, susurradas entre nosotros por temor al ostracismo, al rechazo profesional y a la recriminación. Donde veamos el abuso de poder, hablaremos, exigiremos que las instituciones y las personas aborden nuestras inquietudes con seriedad, y haremos que estos incidentes salgan a la luz independientemente del género del perpetrador. Ya no ignoraremos los comentarios condescendientes, las manos descarriadas sobre nuestros cuerpos, las amenazas e intimidaciones apenas disimuladas como un coqueteo, o el silencio de colegas ambiciosos”, concluye la carta.

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