Italia, 1817. Al salir de la basílica de la Santa Cruz de Florencia sintió una conmoción: “Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme”. Stendhal (seudónimo de Henri-Marie Beyle) escribía en su libro Nápoles y Florencia: un viaje de Milán a Reggio la impresión de sublime belleza con la que el arte renacentista había chocado contra su sensibilidad.

Vértigo, confusión, palpitaciones y arte, el golpe de arte sufrido por el escritor francés no fue descrito como síndrome psiquiátrico hasta 1979, momento en que hallan cientos de casos similares entre los turistas. También se le conoce como “síndrome del turista” o “síndrome de Florencia”. Parece un golpe inevitable tras visitar los increíbles frescos del Giotto, en la capilla Bardo y la capilla Peruzzi, y admirar el mayor templo franciscano del mundo, donde están enterrados Miguel Ángel, Maquiavelo y Galileo. Y la inconfundible fachada, rematada con tres frontones triangulares espectaculares y cubierta con mármoles de colores, en la que predomina el blanco.

“Estaba en una especie de éxtasis ante la idea de estar en Florencia y por la proximidad de aquellos grandes hombres cuyas tumbas acababa de visitar. Absorto en la contemplación de la belleza sublime, la veía de cerca, la tocaba casi”, apuntaba Stendhal después de su visita al símbolo del arte florentino. Había llegado tras la caída de Napoleón, en un largo viaje de siete años, en el que también aprovechó para escribir el tratado de crítica de arte Historia de la pintura en Italia (1817).

Italia, 2017. Una macabra efeméride que será recordada por la muerte de un turista español, al caer una piedra de la parte superior de una de las naves de la basílica renacentista. Al histórico edificio se trasladaron de inmediato equipos de emergencia y miembros de la Policía Municipal, que no pudieron salvar la vida del hombre, del que no se ha facilitado ni la identidad ni la edad. No obstante, los medios italianos afirman que el turista tenía 52 años.

La zona se encuentra acordonada mientras se realizan comprobaciones necesarias para evitar nuevos percances.