“Como críos jugando al teléfono escacharrado, así es el alto mando adinerado”, canta Rayden en Haciéndonos los muertos. Lo tiene dicho: “Los payasos para el circo”. Lo sufre: “Tantos gilipollas y tan pocas balas”. Y lo alienta: “Haremos que mentes cerradas hagan las jornadas de puertas abiertas”. Tiene la pujanza y el verbo cítrico del rap, tiene la mirada horizontal que ha bebido del parque y de la acera; ha musicalizado el mensaje, ha abierto las alas y aquí está, sin adornos, Antónimo y convencido.

Viene de un lugar “donde el éxito está bajo sospecha” -España, ¿les suena?- y ha renunciado a ser “la media naranja que, para encajar, pasó por diente de ajo”. Cuesta más la honestidad -es un ejercicio-, pero la pelea. La identidad es un lujo que se labra a diario, ya sea contestándole a Cayetano Rivera, tras su cogida, que no desea su muerte, sino que deje de matar -"ojalá vivas mucho para que empieces a valorar la vida en todas sus formas"- o poniéndole jazz a su hijo en vez de tanto Pocoyó.

Quiere música en las aulas, ahora que las nuevas generaciones prefieren gastarse 12 euros en un gintonic que en un concierto. Y quiere educación emocional, bajo cátedra, porque esto último uno tarda toda la vida en aprenderlo y no está mal empezar cuanto antes. Este sábado, 21 de Octubre, en La Riviera de Madrid. 

Eres un artista que huyes de las etiquetas y que has trascendido al género del rap para pasar a algo más parecido al pop-rock. ¿Qué hay de esa transición?

No es que sea un desertor que ha pasado del rap al pop rock, hombre, si el pop se entiende como música popular, que es más sensible de ser escuchada, sí, porque por suerte mi música cada vez es más escuchada y tiene más adeptos. Es una evolución lógica y consiste en dar más importancia al alarde musical, pero el mensaje sigue siendo el mismo. Yo escribo en tono de rap, a lo mejor me permito ciertas licencias que no suele hacer la mayoría, pero no soy un tránsfuga.

¿Las letras las sigues planteando igual?

Sí, incluso desde los primeros discos. A mí no me gustan los artistas estos que dicen “a mí no me gusta mi trabajo”. A mí me encanta escuchar mis canciones. Hay una lógica. Ahora le he hecho una canción a mi hijo, pero en discos anteriores le hacía una canción a mi hermana pequeña. El espíritu es el mismo. Hay como equivalencias. Por eso creo que voy avanzando más en el camino que yo me he autoimpuesto.

¿Qué tiene el pop que no tenga el rap, y viceversa?

Lo bueno que tiene el rap que no tiene el pop es que tiene multitemática, se puede hablar de cualquier cosa y siempre hay unos oídos que lo quieren escuchar. La música pop para mí ahora mismo es electrolatino, pero si me preguntas, ¿por qué no cala tanto? Yo creo que viene desde que finalizó la época franquista. Las radios se reformularon la pregunta de qué poner. Podía ser cosa de música de autor, como estaba surgiendo en Portugal o en Inglaterra, o la música negra como en Francia o en EEUU. Y se tomó una decisión, y parece que hasta día de hoy, que parece que cada vez se borran más las líneas, son antagonistas la música pop y el rap.

¿Era una decisión política?

No, era una decisión que una vez acabado el franquismo tomaron las radios. Hacia dónde dirigir el contenido… no es una causa política, sino un efecto.

¿Es el rap el género que más se presta a la canción protesta?

Como te he dicho antes, al tener una multitemática y que por lo menos aquí en España nadie escribe las letras de otro, cada uno cuenta su historia, su vida desde su punto de vista, incluidas las problemáticas. Y en tiempos en los que hay cierto apagón por parte de medios según en qué cosas… pues igual que en las redes sociales se va sin filtro, en el rap la gente cuenta lo que está pasando sin distorsionar y sin omitir.

¿Por qué no hay rap de derechas en España?

Es que yo no creo que haya izquierdas ni derechas, hay arriba y abajo, y cada vez me lo demuestran más las noticias, incluso con lo que ha pasado en Galicia y Asturias. De todas formas, lo que se ha entendido hasta ahora como “derecha”, el rap, no ya como estilo de música, sino el hip hop como cultura, sigue unos ideales que siguen en contraposición.

Rayden. Inma Flores.

¿Crees que la canción protesta en España está desapareciendo?

No creo que la canción protesta esté desapareciendo, pero sí pienso que en el momento en el que denuncias algo en una letra hay una delgada línea entre decir lo que sientes y que sea un mensaje panfletario. Te tienes que cuidar mucho en las formas para que no te olvides de que es una canción. Ahí hay artistas que a lo mejor se pierden, y otros siguen cuidando la canción sin dejar de denunciar.

A día de hoy, todo lo que quiero hablar, lo estoy hablando. En el disco hay una canción que se llama Meteorito en la que hago un paralelismo entre la gente que da buena prensa al meteorito, que todo el mundo le vota porque le cae bien hasta que cae, y hablo de que incluso gente que cuando ve la trayectoria y el impacto, recalifican solos. Ahora que soy padre, parece que tengo más nivel de conciencia. Por todo lo que puede llegar a mi hijo. Aún no me entiende, porque tiene año y medio, pero le pido perdón por haberle traído al mundo, por un acto tan egoísta como darle vida a alguien sin preguntarle.

¿Cómo es para un artista joven crecer dentro del mundo de la música?

Yo soy una persona muy afortunada y agradecida porque tal y como se concibe el mundo de la música, no es lógico que un artista como yo, que aboga por la normalidad, que no es excéntrico, que no intenta crispar ni ser lo más de lo más y vosotros no sois nadie… si no un chico que intenta seguir su vida lo mejor que puede y apoyar lo que apoya, aún así el disco sea número uno de ventas, o llenar los conciertos. Yo digo que la gente sea ella misma y que no se les coma el personaje. Yo sólo puedo decir gracias.

Es cierto que eso que dices. Parece que en época de redes sociales necesitamos el mito.

Sí, porque en los tiempos que corren la gente no busca espejos donde mirarse si no un mal espejo que lo justifique. Sobre todo, la generación nueva. La época rebelde de adolescentes… si tienen un referente de “ah, es todo lo que mis padres dicen que no”, se enganchan a ese modo de vida. “Tengo que ser como ellos”. Y yo no digo a nadie que sea como yo. Por eso te digo, que lo mío triunfe es muy raro. ¡Pero que siga! Toco madera.

¿Referentes?

Voy a hacer apología de los vivos, que parece que hasta que alguien no se muere… Benjamín Prado. Es el dueño y señor del aforismo aquí en España y me parece una bestialidad. Siempre diré que hay gente que sabe hacer fotografías, y hay gente que sabe hacer una caja de esencias. El olfato está muy conectado con la memoria, y puede haber algo que no entiendes en el momento, pero ocurre algo que directamente te teletransporta. Y Benjamín es un máquina en ello. De él aprendo mucho. Y a nivel de músicos… te iba a decir Sabina, pero hoy en día le escribe las letras Benjamín. Entonces Miguel Leiva. Tanto Leiva como Juancho, de Sidecars, son Rey Midas, hacen un material de oro. Que les vaya tan bien no es suerte. Tienen un entendimiento con la música que los demás no tenemos.

¿Y muertos?

A nivel de España, por la voz, Nino Bravo. Potencia y carisma. Rosalía de Castro también era una persona que fue una luchadora sin levantar un arma, en tiempos donde estaba el gallego denostado, parecía que era como de clases bajas… pues ella lo preservó con su lengua, con su palabra, y creó una de las grandes obras, de esas que te vuela la cabeza. A pesar de la diferencia de años, sigue estando de total actualidad.

¿Cómo se hace para esquivar el machismo en las letras de las canciones?

Nosotros incluso, los de esta generación, aún decimos que algo muy bueno es “la polla” y que algo plomazo es “un coñazo”… ¿por qué? No lo sabemos, pero luego alguien nos lo dice, ¡y es verdad! Porque hemos mamado esto. A unos niveles bestiales. Y hay artistas que desde su vivencia pueden cometer aunque no sea a sabiendas ese tipo de errores. Lo malo es cuando la música de hoy en día llega a casos como Maluma, no tanto por ellos sino por la megafonía que se le da a sus canciones. Yo cuando veo a niñas muy pequeñas tarareando ese tipo de letras, digo “sigue la rueda”. No beneficia a nadie. Si me preguntas a mí cómo no hacer letras machistas, pues es fácil, porque hay gente a la que se le olvida, pero yo vengo de una mujer. Le debo la vida a alguien y además amo a mi madre… y aunque me llevase mal, mínimo por un respeto… el único Dios son las mujeres porque generan vida. Ya está. El papel del hombre debe ser renunciar a los beneficios dados por ser hombre para equiparar. Y hay gente que todavía se sorprende de eso.

Rayden. Inma Flores.

¿Qué machismos encubiertos observas en el mundo de la música?

Parece que los mayores festivales de España, en los carteles, los nombres grandes no son mujeres, aunque en España posiblemente las mejores voces sean de mujeres. Gente como Rozalén, Leonor Watling, Nina de Morgan… que también canta con Quique González… y alabado sea Quique, pero yo me casaría con la voz de Nina. Ese tipo de cosas raras. También en las entrevistas de los medios parece que hay cuatro preguntas de rigor por el mero hecho de ser mujer. Ojalá no se tuviese que dar. Incluso en los videoclips. Yo cada vez soy más sectario para eso. Si veo en un videoclip y sale el tipo con las típicas mujeres desnudas… cosificación, lo quito. No aguanto. Y cada vez aguanto menos, supongo que vendrá con la edad. Hay muchos músicos que venden poder en videoclips sometiendo a mujeres.

Vi que has tenido una pequeña reyerta con El Hormiguero también por la cuestión del machismo.

El caso fue que una seguidora, mencionando tanto a El Hormiguero como a mí, dijo “ojalá llevaseis a Rayden”. Y yo dije: ya que me preguntas, voy a decir públicamente que nunca iría este programa porque aquí hay gente muy válida como el monaguillo o como los que hacen de las hormigas, que son muy ingeniosos y tal, pero el ritmo del programa… incluso Pablo Motos… yo no le conozco, y seguro que en su vida privada será la persona más maja y solidaria… que los domingos te da una mantica si hace frío…

El más feminista de España.

(Risas). Sí, sí, pero en el programa tanto los guionistas como Pablo Motos me repugnan, me repugnan porque entran en contraposición de lo que yo intento defender. No digo que el programa sea malo o bueno, digo que no voy a ir porque cosifican a la mujer. Lo que pasó fue que contestó un guionista, y ahí ya entré porque dije “de ti dependen las preguntas”. Luego ese mismo día pasó lo de Anastacia…

Y la foto en la que ella sale como con cara de rechazo mientras él le besa el cuello.

Claro, pero es que el guionista, desde su rol de macho alfa, me dijo “no te preocupes, no llevamos a gente que no conocemos”, y yo sabía que iba a decir eso. Tardé un minuto y le dije “el problema es que hay mucha gente muy reconocida, con muchas aptitudes en muchas facetas, y muchas mujeres que van al programa… y tu única inquietud como guionista es saber si perrean o no”. Y ya está. Luego el chico borró el tuit, borró de la bio que era guionista de El Hormiguero… le dije que el problema era que con tantas mujeres denunciando lo mismo, le contestase a un hombre que lo denuncia. Yo nunca me meto donde no me llaman, pero si alguien me pregunta, tengo que dar mi opinión.

Sabes que le han dado a Pablo Motos el Premio Nacional de Cultura en la categoría de Televisión.

Yo no veo la tele y no sé decirte, pero es un tipo de televisión que no consumiría. Alguna vez que lo ves así de pasada, parece que hay mucha fanfarria, mucho artificio, todo pasa a un ritmo… si le han dado el Premio Nacional de Cultura, no sé cómo serán los demás programas.

¿Qué necesita la cultura de España para despegar después de tantos años de maltrato por parte de los gobiernos?

Es difícil, porque esta generación le da más valor al gintonic que a la música. Es capaz de gastarse 13 euros en un gintonic que ni siquiera te alimenta, es para pasar el rato, pero si una entrada cuesta 14, ¡uy!, si el cine cuesta 8, ¡uy!… Es un doble rasero raro. Y el espacio que recibe la música de la televisión, que es todo “ay, pues ahora esta persona es capaz de meterse en el papel de esta otra”, no sé. Nos hacen bufones en televisión, cuando la música es un arte. Hay que ir luchando para que la gente se de cuenta de que la música es una necesidad. Cuando estamos mal, nos ponemos una canción. Cuando estamos bien, lo celebramos con una canción. Cuando estamos juntos, ponemos música, cuando salimos, la escuchamos… y creo en eso. En la fuerza reparadora de la música. Hay que luchar contra la denostación del Gobierno, sobre todo cuando estaba Wert, que quitó como asignatura obligatoria la música, y creó una generación amusical, que poco a poco va desarrollándose, pero cuesta.

Crees que es más una cuestión de educación.

Sí, pero espero que a mí no me pase, porque yo a mi hijo no le pongo electrolatino, sino jazz, por ejemplo. Eso no le va a hacer mejor hijo, no se sabe cómo será, pero sí le inculco otras inquietudes. Mira, esto es una guitarra. Y que vea lo que pasa cuando se pulsa un piano. Un tambor, un timbal. Es cuestión de priorizar. Yo intento que mi hijo consuma música y lectura, no Pocoyó. Aunque es inevitable, si tengo que hacerle la comida para que se quede tranquilo, se lo pongo (risas).

¿Confías en algún político concreto para mejorar la situación cultural?

A ver, por mejorar, yo sólo me guío por los que han abogado por reducir los impuestos y por favorecer la música en las aulas. No voy a dar promoción a partidos políticos, yo sólo insto a la gente a que lea los argumentarios y las propuestas de cada partido político. Hay los que quieren una generación hueca y otros que la quieren con más vida.

Rayden. Inma Flores.