La dirección del Museo Thyssen-Bornemisza ha retirado dos obras de la exhibición permanente de la colección pública, pero no ha retirado las alcayatas de las que colgaban las obras apartadas de la vista pública. La situación, tal y como explican los vigilantes de sala del museo público, se da desde hace semanas. La institución explica a EL ESPAÑOL que “desde hace unos días” están en el departamento de restauración del museo, “donde están siendo objeto de estudio”.

Sin embargo, han declinado responder por qué se ha decidido no cubrir los dos huecos con obra de la colección en almacén, por qué hay cuatro alcayatas clavadas en la pared a la vista desde hace semanas, ni cuál es el motivo por el que han entrado en restauración. “Próximamente, una cartela informará a los visitantes de esta circunstancia”, añaden desde el departamento de comunicación. Este periódico tampoco ha podido saber por qué no se ha comunicado a los visitantes de esta circunstancia en el momento de su retirada en lugar de “próximamente”.

La entrega del bastón de Capitán General a Antonio de Moncada por la reina Blanca. Museo Thyssen

De la pared han desaparecido La rendición de los rebeldes sicilianos a Antonio de Moncada en 1411 y La entrega del bastón de Capitán General a Antonio de Moncada por la reina Blanca, pintados por los artistas flamencos David Teniers II y Jan van Kessel I, en 1663 y 1664. Mar Borobia, responsable de Pintura Antigua del Thyssen, escribe sobre ambas que los dos cobres pertenecen a un ciclo de 20 obras que narran las hazañas de dos hermanos, nobles sicilianos, de origen español: Guillermo Ramón Moncada y Antonio Moncada.

Los dos maravillosos (y valiosos) cobres colgaban de dos alcayatas, como se puede ver en el rastro abandonado en la pared, expuestos a un golpe. David Teniers es uno de los ejemplos más importantes del capítulo de pintura flamenca del museo. Jan van Kessel (especializado en naturalezas muertas con flores, insectos y animales) decoró con cenefas los 20 episodios relacionados con los hermanos Moncada. “La colaboración entre pintores en los Países Bajos fue un hecho habitual en su comunidad artística”, señala Mar Borobia.

La “dejadez” de la dirección

Las dimensiones (cerca de 60 centímetros) y el peso de estos cobres recomiendan sujeciones atornilladas, mucho más seguros. Este método ancla la obra a la pared de tal manera que no se puede mover sin un destornillador especial. Son amarres anti golpes. Las escarpias suelen emplearse para obras más grandes, porque su peso dificulta una caída involuntaria.

La rendición de los rebeldes sicilianos a Antonio de Moncada en 1411. Museo Thyssen

La situación es impensable, según los especialistas preguntados por este periódico, en otros museos públicos como El Prado o en instituciones extranjeras como la National Gallery. Para los consultados es propia de la “dejadez” que transmite el director artístico Guillermo Solana. “Su tedio se ha contagiado a sus empleados, que ya no se sienten implicados en el día a día de la gestión del museo. No están motivados”, explican fuentes cercanas que prefieren mantener su anonimato.

“Es muy cutre. Ni siquiera han quitado las alcayatas para taparlas”, cuenta a este periódico uno de los profesionales más reconocidos en montaje de exposiciones. “Lo normal es sustituirlo por otro cuadro o por una reproducción de los cuadros que se han quitado. Pero no dejarlo todo así al aire. De hecho, cuando se desmonta una pieza o dos del discurso museográfico se debe reorganizar la sala íntegra”, añade. “Esto es una chapuza”.

El más caro de todos

Esta situación de “dejadez” y “chapuza” ocurre en el museo público más inaccesible de todos. Sólo abre gratis la colección estatal cuatro horas a la semana, los lunes. El Museo del Prado y el Museo Reina Sofía abren el museo de forma gratuita 14 horas a la semana. Y a pesar de todo, en la última década el museo no ha sido capaz de controlar sus pérdidas y sólo en 2011 (gracias a la exposición dedicada a Antonio López) fue favorable.

Otra imagen del estado en el que se encuentra la sala donde se exponen los Teniers. EL ESPAÑOL

En el ICOM, el código deontológico internacional que marca las normas de la buena gestión de los museos, explica que “los miembros de la profesión museística deben respetar las normas y leyes establecidas y mantener el honor y la dignidad de su profesión”. Además, “deben proteger al público contra toda conducta profesional ilegal o contraria a la deontología” y “han de utilizar todos los medios adecuados para informarle y educarle respecto a los objetivos, metas y aspiraciones de la profesión con miras a hacerle entender mejor la contribución de los museos a la sociedad”.

Hace dos años el Tribunal de Cuentas hizo público el informe de fiscalización sobre las cuentas del Museo Thyssen-Bornemisza y pidió al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte que introdujera “mecanismos de control sobre la cuantía del déficit dotable estimada por la Fundación en sus presupuestos”. Este periódico ha preguntado al Ministerio por la situación de estos dos significativos cuadros y ha preferido no responder a las preguntas planteadas.

El Tribunal de Cuentas reclamaba en 2015 al ministerio mayor control en el gasto para evitar más pérdidas y adecuar las ayudas concedidas. La intervención desvelaba notables “deficiencias” en la dirección y avisó de la gestión de la colección pública gestionada por la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza.