Málaga

Al artista estadounidense Mark Ryden (Medford, Oregon, 1963) le hicieron la prueba de la paternidad del surrealismo pop y dio positiva. Los resultados del análisis cuelgan ahora de las paredes del Centro Arte Contemporáneo de Málaga. La retrospectiva Cámara de las maravillas condensa todas sus obsesiones. Desde sus perturbadoras muñecas al Abraham Lincoln que sembró el germen presidencial de la “pesadilla” que el creador dice estar sufriendo con la llegada de Trump.

Este recorrido por 55 piezas suyas transcurre por un cuarto de siglo de su producción que empieza en la portada del Dangerous que hizo para Michael Jackson en 1991, y llega hasta la escultura realizada ex profeso para esta muestra en la que una de sus muñecas viste esos trajes de carne fresca con los que luego se atavió Lady Gaga: “Mi obra existía antes de que ella se vistiera así”, advierte Ryden para dejar claro que no le hizo mucha gracia el gesto de la cantante. 

A estas alturas de la carrera que despegó imparable en los noventa, Mark Ryden tiene ese rango de famoso que casi lo equipara con una estrella de la música. Y si no lo fuera, tiene contacto directo con esa constelación desde que ilustró el Dangerous de Michael Jackson, u otros vinilos de Red Hot Chili Peppers que se revalorizan suculentamente si llevan la firma del artista. Además, recientemente el propio Ryden publicó un disco en el que se nutrió de las colaboraciones de Nick Cave y Katy Perry.

De Jackson a Gaga

Su relación con la música es tan amplia que trasciende aquella icónica colaboración con ‘el rey del pop’ que puede admirarse en su retrospectiva del CAC Málaga y por la que se le sigue preguntando allá donde va: “Fue muy interesante conocer a Michael Jackson. Sólo estuve una vez con él, pero ese encuentro me permitió captar quién era Michael Jackson. Era una buena persona, no pienso que fuera capaz de hacer las cosas por las que luego fue acusado. Cuando trabajé para Dangerous, planteamos entre los dos la idea del planeta en peligro y luego tuve plena libertad para desarrollarla”, recuerda el artista. 

Michael Jackson era una buena persona, no pienso que fuera capaz de hacer las cosas por las que luego fue acusado

Las conexiones de sus criaturas artísticas con los sonidos del pop llegan hasta Lady Gaga. En consonancia con la nómina de revoluciones, caprichos y excentricidades que atraviesa la biografía de la cantante, esta reina de los escenarios también ha querido ser una de las muñecas de Ryden. O, al menos, ha intentado emularlas embutida en los vestidos de carne del creador. Pero al autor de la idea no le hace excesiva gracia. No es algo de lo que el abanderado del surrealismo pop se sienta especialmente orgulloso, a juzgar por las impresiones que ha deslizado en tierras malagueñas: “No quiero criticar a Lady Gaga, pero es desafortunado que a raíz de su vestido se haga una asociación con mi obra. Mi obra ya existía antes que el vestido de Lady Gaga”.  

Está claro que el destino ha querido que la obra de Mark Ryden se haya cruzado con distinto signo –cara y cruz- en el camino de Jackson y Gaga, quienes han sido rey y reina del pop musical en épocas distintas. Puede incluso que el propio artista pertenezca a cierta dinastía secreta que le conecta con ellos. No en vano, está considerado el rey del pop surrealista, y de existir una reina en la materia ésta sería su mujer, la pintora Marion Peck. Desde el trono de este reinado compartido, ambos se convirtieron en una de las parejas artísticas más influyentes de Los Ángeles.

Uno de los trabajos de Mark Ryden.

Al llevar el timón por un océano kitsch como el suyo que bebe de innumerables registros de la historia del arte, la música, el underground o la cultura en general, Ryden tampoco pierde de vista el proceloso río de la política. La figura de Abraham Lincoln (1809-1865) es habitante de postín en sus creaciones. Su predilección por el que fuera primer presidente republicano de los Estados Unidos hace aún más inevitable que Ryden sea cuestionado por el último mandamás que el mismo partido ha colocado en la Casa Blanca.

Horror Trump

Al oír la palabra Trump se horroriza. Asegura que su elección es lo peor que ha pasado en la historia de su país y evita cualquier comentario que pueda relacionarlo con Lincoln: “Para explicar que Lincoln fuera del Partido Republicano y Trump también necesitaríamos a un doctor en Historia… Que Trump sea el presidente de los Estados Unidos es una auténtica pesadilla. Sólo conozco a una persona que está satisfecha con el resultado electoral, pero evidentemente deben ser muchos más porque ha sido elegido. Se dice que el 11-S es el peor día de la historia de los Estados Unidos, pero para mí fue aún peor el 9 de noviembre cuando me desperté y supe que Trump había ganado las elecciones”. 

Las creaciones de Ryden, que estarán expuestas en la ciudad andaluza hasta el 5 de marzo de 2017, no relatan ante los ojos del espectador un cuento de hadas, aunque a primera vista pueda parecerlo. Ni los más ingenuos consiguen salir indemnes de la admiración de niñas que aparentan ser muñecas. Sus criaturas nacen como bocetos de princesas que luego sucumben a un discurso artístico que les inocula una dosis definitiva de misterio y desasosiego. En el universo con hechuras oníricas y mágicas de Mark Ryden quizás el punto de partida sea un microcosmos infantil que se queda a mitad de camino, a medio construir. Es un jardín de infancia que termina siendo maleado por las pezuñas manchadas del mundo real.

Uno de los trabajos de Mark Ryden.

Aun así, la niñez es una de las enseñas que ondea con más persistencia en las propuestas que elevaron a quien fuera residente ilustre de la soleada California –ahora se ha mudado a su Oregon natal- a la categoría de artista fetiche para las celebrities hollywoodienses, que presumen de ser sus clientes. Sin ir más lejos, la pasada Semana Santa visitó Málaga para conocer el espacio de esta exposición en compañía de Antonio Banderas.

La Semana Santa es un momento mágico. Fue toda una suerte poder vivir eso. Me obsesioné rápidamente con aquello y quería ver todas las procesiones

Durante aquel periplo, Ryden siguió entre la multitud las procesiones y compartió con Banderas un almuerzo en el que le fascinaron las historias que le contó el actor sobre sus experiencias como hombre de trono: “Aprovechamos que mi mujer tenía una exposición en París para venir a conocer este museo y coincidimos con el momento mágico de la Semana Santa. Fue toda una suerte poder vivir eso. Me obsesioné rápidamente con aquello y quería ver todas las procesiones. Me parecían muy emotivas y bellas en la noche de Málaga bajo la luna llena. Además, Antonio Banderas me contó todo lo emocionante que es para él participar en ella, eso explica su deseo de volver todos los años a su ciudad para la Semana Santa”.

Retorno a la infancia

Este artista nacido en Oregon subió al pedestal de estrella y acopió un batallón de fans a pesar de que su oficio no se ejerce en un estadio de béisbol o en la moqueta televisada de la NBA. Ryden combate en la soledad del estudio. Se pelea consigo mismo con la única compañía de las contradicciones, el fuego interior o las inquietudes que deberían prender en cualquier humano. Cuando se mete en ese traje de creador que ya es su misma piel, esta suerte de padrino del ‘lowbrow’ es incapaz de renunciar al eterno retorno a la infancia que viene a ser tantas veces la propia existencia.

Parte de la muestra expuesta en el CAC Málaga.

“Es algo que está ahí en mi obra, aunque no obedece a una decisión intelectual”, asegura. Para más inri, Ryden se remonta al prólogo en teoría inocente que firma cada bebé para situar su primera incursión en los pantanosos terrenos del arte. Nada más precoz que aquel recién nacido que rebusca entre la materia prima de su pañal como si éste fuera la paleta de un pintor, y transgrede las fronteras de la cuna para improvisar su obra sobre la pared que hace de lienzo.

El uso de aquel recuerdo inolvidable que le contaron sus allegados llega incluso a delatarlo como un artesano del sarcasmo. Como alguien que encontró en la ironía su sala de estar y que se reencarna, hasta para representar al artista de fama mundial que realmente es, en un niño travieso. De hecho, cuando salta a la palestra la anécdota, sigue la broma por dónde la dejó: “Me parece muy interesante estar aquí para explicar lo del pañal. Aquello lo pintó mi hermano…”.

Mark Ryden es una esponja. Lo mismo se inspira ante los desastres goyescos que ante una procesión de la Semana Santa de una ciudad sureña

Sus reflexiones confirman que en la rutina de Mark Ryden todo se entremezcla como un feroz contraste. Su vida cotidiana de artista solitario abraza el trajín de la fama. O las influencias de viejos maestros como El Bosco e Ingres encienden el grito de modernidad que entonan sus cotizadas piezas al aliarse con marcos clásicos. Además, de su devoción por la pintura de Goya dio buena muestra esta misma semana al difundir por las redes sociales una fotografía de la tumba del aragonés que captó, aprovechando su actual viaje a España, en la madrileña ermita de San Antonio de la Florida.

Ahora que ha vuelto al país del Goya que tanto le acompaña a su estudio también ha tenido muy presente los tesoros del Museo del Prado. Como su propio universo transmite, Mark Ryden es una esponja. Lo mismo se inspira ante los desastres goyescos que ante una procesión de la Semana Santa de la ciudad sureña en la que ahora mismo protagoniza la que él mismo ha considerado la primera gran retrospectiva de su obra que se hace en Europa. 

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