Sevilla

La última vez que Frida tomó sus pinceles fue para sentenciar con un ‘Viva la vida’ su obra. La firma se convirtió en habitual en los últimos compases de una existencia marcada por angustiosos romances, una retahíla de cirugías e intentos varios de suicidios. También por una apasionada obra pictórica timbrada por la fiesta, el color, la sangre y la vida. Extremos opuestos e interdependientes que se machihembran en un libro ilustrado para adultos que va más allá del mito de Kahlo.

“Frida es más que una ceja o el vestido de Tehuana”, advierte en los primeros lances de la conversación con EL ESPAÑOL la autora de Frida Kahlo. Una biografía (Lumen) la ilustradora María Hesse, una sevillana treintañera que tomó prestado el apellido del escritor germano-suizo Hermann Hesse. Quedó prendada de Demian, una obra concebida en las postrimerías de la primera Gran Guerra que narra en primera persona el paso de la niñez a la madurez de Emil Sinclair.

Maria Hesse posa junto a sus ilustraciones. Fernando Russo

Esa misma lucha de pulsiones antagónicas que está presente en Demian también vertebra la obra de Hesse, la sevillana, que combina en su obra unicornios decapitados y corazones ensangrentados. Esa mezcla entre lo naif, fruto de un carácter aparentemente infantil, y lo grotesco sirve para desentrañar a Frida, un personaje con pronunciados contradictorios.

“Se cuenta mucho de ella, incluso ella sobre sí misma, y es muy difícil saber qué es verdad y qué es mentira”, confiesa la autora, que como muchos ilustradores de nuevo cuño se han dejado seducir por la figura de Kahlo. El francés Benjamin Lacombe acaba de inaugurar una muestra, Anatomicum, sobre la mejicana en el museo de Historia de la Medicina de París; y la británica Nina Cosford, suma el libro de Frida a su lista de biografías —de mujeres— ilustradas.

Se cuenta mucho de ella, incluso ella sobre sí misma, y es muy difícil saber qué es verdad y qué es mentira

Simbología 

Hesse cuenta que quedó sorprendida porque “visualmente es un personaje muy potente”. “Es un icono que te lo da todo muy fácil por la simbología: las flores, el vestido de Tehuana o las cejas”, enumera la ilustradora, en su estudio, un coqueto apartamento del centro de Sevilla de arquitectura regionalista, de baldosas hidráulicas, techos altos y paredes blancas.

Hay cajas apiladas y muebles de Ikea a medio montar. Es el colofón a un año de búsqueda que ha terminado escasos días con una —siempre tortuosa— mudanza. En paralelo, y en el mismo lapso de tiempo, Hesse ha ido gestando esta biografía ilustrada sobre Frida. Y en ella la simbología de la mejicana se entremezcla con la de la sevillana, como lo hace una pareja cuando decora su hogar.

Es un icono que te lo da todo muy fácil por la simbología: las flores, el vestido de Tehuana o las cejas

Las sandías, los caracoles, las caninas de Kahlo; los peces en descomposición, el follaje, los corazones de Hesse. “El trabajo en este libro ha cambiado mi forma de dibujar. He creado una simbología que yo antes no tenía. He representado, más que momentos de su vida, las sensaciones que ella podía tener, y para eso he creado una semántica concreta”, narra.

Esa convivencia, como todas, ha generado fricciones y dilemas. “De la idea original, a lo que salió después, todo ha cambiado mucho”, detalla Hesse, que recurría siempre que la duda asaltaba a la vasta documentación que existe sobre la mejicana. “He intentado introducir hechos que son desconocidos para los lectores españoles”, concreta. Y para ello se ha recurrido a escritoras como Marta Zamora, biógrafa de Frida, que corrigió el primer borrador.

Maria Hesse muestra sus ilustraciones sobre Frida. Fernando Russo

¿Qué no sabe la gente?

Frida no tuvo la polio, lo que tenía era espina bífida. Algo que le afectó durante toda su vida. No todos sus problemas de salud fueron fruto del accidente, muchos le venían ya dados por la genética. Hay informes médicos que lo diagnosticaban y sus hermanas también lo padecieron.

[A lo largo de su vida, Frida tuvo que sobreponerse a 32 operaciones quirúrgicas, también al divorcio del muralista Diego de Rivera, a las infidelidades de este y a una agitada vida amorosa que incluyó a amantes como León Trotski]. 

¿Qué le preguntarías si la tuvieses ahora delante?

Nada. Yo me iría de fiesta con ella. Es muy difícil conocer a una persona en su totalidad y creo que tampoco es necesario. Ese misterio de saber lo que es verdad o no es positivo. Me da igual. Lo que sí me importa es saber cómo habla la gente de ella, la perspectiva que ofrecía y el legado que deja con su obra.

¿Qué te gustaría experimentar con ella?

Dejaría que ella me guiara. Me dejaba llevar en todos los sentidos. [Risas]. Lo que ella hiciera.

¿Has llegado a soñar con ella?

Sí, me he sumergido tanto que ha aparecido varias veces en mis sueños. Le quise dar un carácter íntimo al libro, narrado en primera persona, y eso exigía sumergirme en su vida. Y me he terminado metiéndome en su pellejo. Me he mimetizado tanto que era inevitable soñar con ella.

¿Y qué has soñado?

Es tan ridículo. [Risas]. Soñaba que me iba a través de una de las puertas del Ministerio del tiempo (la serie de TVE) y me iba a ver su exposición de París. Pero no me dejaron entrar. A la salida, con Duchamp, Picasso… tuvimos un intercambio de palabras. Y Frida se ofreció a enseñarme la exposición y... [Vuelve a reír]. Me decía la españolita y le guiñaba el ojo a sus amigos. Y ahí me desperté.

Hesse se pellizca para comprobar que su sueño de vivir de la ilustración es ya una realidad. Con 28 años decidió hacer borrón y cuenta nueva. “Quería pintar” y dejó su futuro como maestra de educación especial, profesión que ejerció tímidamente en España y en Chiquimula, Guatamala. Y compatibilizó un trabajo como teleoperadora con sus nuevos estudios en la Escuela de Arte San Telmo de Málaga.

“Quería pintar” y dejó su futuro como maestra de educación especial, profesión que ejerció tímidamente en España y en Chiquimula, Guatamala

Su relación con Kahlo se inicia años atrás de la publicación de su último libro. La dibujó para la exposición Liquidación por cierre, que unos amigos organizaban en Sevilla. Y juró y perjuró que nunca más la dibujaría. El éxito fue tal que no quiso ser la ilustradora que dibujara a Frida. No sospechó que una de las editoras de Lumen, la editorial que publica la biografía, sentiría curiosidad por una de esas Fridas ilustradas a través de Instagram, donde Hesse suma más de veinte mil seguidores. Y que ambas coincidirían en IlustraTour. En solo cinco minutos de reunión se gestó el libro, que a escasos días de su salida ya va por la tercera edición. “Fue algo improvisado”, recuerda.

“¡Madre mía! Otro libro de Frida”, pensó Hesse. “A ver qué cuento yo, después de todo lo que ya está escrito”, caviló. Y esbozó una viñeta en la que ambas, la mejicana y la sevillana, se encontraban. “Ahí le pregunto por los romances, que tuvo muchos —añade—, tantos que en el libro hacen falta veinte páginas más para hablar de sus escarceos amorosos”. “¡Hasta hay una infografía con los más representativos!”, revela.

¿Vas a volver a pintar a Frida?

Ya no puedo decir eso de que de esta agua no beberé. No me canso de pintarla, pero me apetece hacer algo nuevo. Ahora estoy tratando de poner en pie algo erótico. Sí sé que por mucho que haga para evitarlo, Frida siembre vuelve a mi vida. Aquí la espero.

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