Hubo un tiempo, a finales de la década de los años 70, en que el sonido de las gaitas resonaba de las playas de Samil hasta las de Ibiza. En que alegres y despreocupados veraneantes se dieron de bruces con un éxito disco que tomaba el pulso de una de las canciones más conocidas de la música tradicional gallega, la Muñeira de Chantada. Aunque, todavía tuvieron que pasar años para que los lazos del tardofranquismo se desligasen de una cultura a la que el régimen asfixió y convirtió en estandarte. Años para que las canciones populares y pandeiros volviesen a su pueblo. 

Alex Casanova es un músico pontevedrés cuyo proyecto, Baiuca, aúna el folclore gallego con los ritmos electrónicos para reinterpretar la música popular del cancionero galaico desde un enfoque distinto, poniendo en su centro las voces femeninas y percusiones tan ignoradas y vitales en la música tradicional gallega. Un proyecto que le ha permitido llevar su música hasta los escenarios Reino Unido, México, Marruecos o Francia.

Ahora presenta su segundo disco, Bruxería, en el que reúne la poesía de personalidades de las letras gallegas como Luis Amado Carballo, Curros Enríquez o Rosalía de Castro, con el cancionero popular. El ambiente de misticismo y leyenda de la tierra de Breogán sirven como hilo conductor de un trabajo que ha contado con la colaboración de Xosé Lois Romero a las percusiones, y el grupo Aliboira a las voces. 

Todo en Bruxería se imbuye del espíritu de una tierra plagada de magia. Su portada, diseñada por Adrián Canoura, nos lleva hasta los petroglifos, las representaciones artísticas más arcaicas de la península, imágenes grabadas en piedra hace más de 7.000 años y que dan testimonio de una cultura espiritual que pervive en nuestros días. Un disco que rinde homenaje a una cultura milenaria, que respira y bebe de un lugar del que Siniestro Total proclamaban: "la lluvia es arte y Dios se echó a descansar".  

¿Cómo surge tu aproximación a la música tradicional gallega?

Lo que pretendía sobre todo era no partir de cero, sino utilizar todo lo que se había hecho hasta la fecha. A partir de los años 80 muchos músicos gallegos fueron a pueblos y aldeas para recoger músicas tradicionales, no tanto para investigar, sino para archivar y reinterpretar este material. Además, lo que se conocía por tradición casi ya no existe, esas mujeres que mantenían el cancionero y lo interpretaban ya han desaparecido. Pero yo quería partir de estos archivos para poder llevarlo hacia a otro lado. 

En Bruxeria es importante por ejemplo el cancionero popular gallego de Dorothé Schubarth y Antón Santamaría; o el archivo digital del Museo do Pobo Galego que ha sido la base para recopilar coplas y cantos, en los que los seres místicos o los elementos de la naturaleza, son protagonistas.

¿Qué te inspiró a centrarte en esta temática?

Parece un tema muy oscuro, pero en Galicia hay una relación entre la muerte y la vida muy cercana y natural, es algo que también ocurre en México. El investigador Rafael Quintía hablaba por ejemplo de que cuando se velaba un cuerpo, la gente pasaba el día entero con el difunto, y era habitual que cuando uno de los presentes se dormía, tomasen la mano del muerto y se la diesen para que se asustase al levantarse. Este tipo de retranca gallega y su relación con la muerte me parecen muy interesante.

¿Qué es lo que más te atrae de esta mitología gallega?

Disfruto mucho de la investigación previa, hay historias como la de Maria Soliña, una mujer que durante una invasión pirata queda viuda, y al tener tierras, la iglesia la convirtió en bruja para desposeerla de todos sus bienes. Estos mitos tienen por un lado una parte de interés político o social, pero también una relación directa con ritos paganos como ocurre con las hogueras de San Juan o el solsticio de verano, y esa conjunción de lo profano y lo sagrado es muy interesante. 

Dentro de todo este aspecto simbólico del folclore ¿Es posible centrarse en lo folclórico o tradicional sin hacer política?

La política está en la vida en general, ya sea conscientemente o no. A mí lo que me interesa es crear país, y que lo que yo hago sirva para mantener la cultura gallega viva. Algo en lo que pienso últimamente es en la influencia que Baiuca puede tener en la lengua. El gallego está en un momento muy malo, cada vez menos niños lo hablan y creo que esto puede servir para generar un mayor interés.

Tampoco quiero que nadie se apropie de la cultura que es de todos. En determinado momento ocurrió que el franquismo se adueñó del norte y de sus músicas y culturas. Y al llegar la Transición se rechazaron por esa relación. Creo que esa fase ya ha pasado, el nacionalismo gallego ha hecho por darle una profundidad a este folclore, más allá de la herencia franquista. El hecho de que tocando canciones en gallego puedas estar en escenarios de todo el mundo, creo que es un referente.

¿Sorprende el gallego fuera de España?

Sorprende, pero no es lo más relevante, impresionan más las voces de las mujeres, presentes en la mayoría del disco, tienen una fuerza y una sonoridad que no encuentras en las músicas de otros lugares del mundo. Parte de mi trabajo es ese, mostrar al mundo lo que se hace en Galicia. Estamos en un momento muy global, en el que los grandes géneros tienen unos patrones y unos códigos que se replican en todo el mundo. Cuando aparecen proyectos con raíces y referencias distintas genera un mayor interés entre la gente.

¿Cómo funciona el proceso de composición?

En el primer disco me centré en utilizar grabaciones originales para mezclarlas con mis producciones, mediante samplers, sin embargo, al adaptarlo al directo y llevar cantantes e instrumentos tradicionales decidimos utilizarlos también en el estudio para la grabación de Bruxería, sobre todo percusiones. Lo que une todo el disco no dejan de ser los instrumentos rítmicos.

¿Ha habido reacciones negativas por parte de músicos folclóricos gallegos?

En general no, y me ha sorprendido la acogida que ha tenido. Creo que en nuestra era lo conocido como música folk, nacida en los años 70, evolucionó en Galicia dentro de la misma idea casi convirtiéndose en música popular que hoy en día intentamos mantener, a pesar de que es una reinterpretación de la música tradicional original. Lo interesante sería que dentro de cinco años una nueva generación retomase esta música y la volviese a hacer suya.

¿Por qué la música gallega no ha tenido la misma evolución que por ejemplo tuvo el flamenco en los años 70?

El caso del uso de la gaita en grupos como Os Resentidos por ejemplo es incluso anterior a la explosión del instrumento en torno a los años 90 con Carlos Núñez. En los últimos años se ha perdido ese protagonismo del gaitero como figura central de la cultura gallega, en favor de las voces y percusiones tradicionales. Yo mismo apenas la uso en mis producciones, a pesar de haberla tocado durante años. Me di cuenta de que había otros elementos percusivos que me resultaban más interesantes.

Una parte de la instrumentación que además se sale de lo común, por momentos parece africana

Para mí a diferencia de la gaita, que tiene una relación mayor con la cultura celta, las voces y percusiones galegas tienen más que ver con el norte de África en cuanto a ritmos, la forma de cantar, bebe de ahí, no viene del norte.

Cuando empecé con el proyecto me centré en las voces. La base de la cultura gallega son las voces de mujeres, ellas son las encargadas de transmitir la cultura popular. A raíz de conocer a Xosé Lois Romero, que es uno de los mejores percusionistas de Galicia, pude ver la gran importancia que los ritmos tenían en la música tradicional gallega.

El hecho de pensar en África o Sudamérica y la mezcla de referentes y simbología entre ambos lugares. Galicia no deja de estar en un lugar estratégico que le permite establecer una gran cantidad de conexiones gracias al mar, de esas influencias bebe también su música.

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