No deja de ser irónico, y bello, y terrible, que la ópera coincida en sus símbolos con la vida, o que la vida coincida en sus mensajes con la ópera: lo esboza Ignacio García-Belenguer, director del Teatro Real, cuando recuerda que las dos grandes obras programadas en estos tiempos locos de pandemia tienen tanto que decir acerca de lo que nos acucia aquí en tierra, tan lejos y tan cerca del arte. “Primero hicimos La Traviata, donde ella muere de tifus, esa enfermedad que no permitía que nadie se le acercase… y ahora abrimos con Un ballo in maschera, donde las máscaras guiñan tanto a las mascarillas”, lanza.

El Teatro Real va paralelo a la vida social que está ocurriendo en su momento, se habla de la distancia y del baile de máscaras… es muy curioso, no sé si los astros iluminan al teatro o el teatro a los astros”. Un ballo in maschera, un estreno lleno de expectación al que acudirán las grandes personalidades del Estado, lo más granado de por aquí: los reyes Felipe y Letizia, cinco ministros -del de Justicia a la ministra de Exteriores-, el líder de la oposición, Pablo Casado, Inés Arrimadas y los máximos representantes del mundo empresarial -Demetrio Carceller, Pallete o Pablo Isla-, entre muchos otros.

La producción que inaugura la temporada, firmada por Gianmaria Aliverta para el Teatro La Fenice de Venecia, reivindica la ambientación estadounidense ideada por los libretistas de Verdi para sortear los rigores de la censura napolitana de su momento, pero lejos de pasar por su aro, traslada la acción a la época de Abraham Lincoln, dotando así de un inesperado relieve las tensiones raciales y el idealismo político de esta época tan convulsa. Podrá disfrutarse desde hoy hasta el 14 de octubre. 

Ejemplares medidas de seguridad

Cierto que la obra se desarrollará en un contexto de plena tensión, en pleno impulso de la Comunidad para tomar nuevas medidas a la hora de frenar la Covid, pero no hay de qué preocuparse, porque el despliegue que ha hecho el Teatro Real para garantizar la seguridad de sus asistentes resulta ejemplar y una auténtica demostración de fuerza y de escrupulosidad.

Lo cuenta a este periódico García-Belenguer: “Asumimos este estreno con responsabilidad: probablemente somos el primer teatro de ópera, no sé en el mundo, pero sí en Europa, que abre temporada en septiembre: queremos transmitir la sensación de que la cultura es segura y teníamos que asumir este reto y este liderazgo como primera institución cultural de las artes”, explica.

“Con Un ballo ha sido más fácil que con La Traviata porque hemos aprendido mucho desde su estreno. Tenemos bagaje. Contamos con un comité médico con cinco personas de referencia del mundo sanitario: está Santiago Moreno, el mayor epidemiólogo de España, que también pasó la Covid de forma muy dura, siendo un médico de tanto prestigio”, relata. “Y médicos del Ramón Y Cajal, del Gregorio Marañón, del Universitario de la Princesa, etc. Nos reunimos con ellos cada quince días para valorar la situación y las medidas. Hemos realizado una inversión de 500.000 euros en estos últimos meses de renovación de las instalaciones, de compra de sistemas detectores de temperatura, arcos, geles, más de 150.000 mascarillas…”.

Mascarillas mimetizadas

Dan una mascarilla a todos los asistentes. “Y en el caso de los trabajadores del teatro y de la entrada a casa exigimos renovación de la mascarilla para que se adecúe a las horas pertinentes de uso y que así no se limite la eficacia. Hemos puesto 138 puntos de gel hidroalcohólico a lo largo de todo el teatro, hemos renovado los aseos y ampliado el número de cabinas para que tengan mayor capacidad y no se produzcan colas en los accesos. Se ha cambiado toda la grifería con un sistema electrónico de contact less”, revela.

En el acceso al Teatro, calculan el número de personas para cada puesto de entrada, con un máximo de seis personas por minuto, lo que les permite “total flexibilidad”. Además, hacen pruebas serológicas y de PCR a todo el personal cada siete días. “Los cantantes mantienen la distancia de metro y medio, pero cuando no se produce, les damos mascarillas mimetizadas, con el dibujo hecho por nosotros, para que parezca su cara: creo que desde lejos el público ni siquiera lo notará, pero es una mascarilla adaptada completamente a la norma europea”, cuenta.

Esto es interesante: se hace a partir de una foto que imita el rostro del artista, pasada por un sistema 3D. “También hemos añadido al foso de la orquesta tres filas más, para meter a 70 personas donde siempre caben 150 y que la orquesta pueda respirar”.

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