David Suárez, el incómodo humorista que acaba de ser despedido por la SER por un chiste sobre una chica Down, dijo en una ocasión a este periódico que lo que le enamora de la comedia “es que es un corte de manga de 360 grados”: “Es muy parecida al punk, es una forma de meter el dedo en la llaga sin hacer preguntas. Es un cagarse en la mesa. Un símil de la comedia sería alguien desnudo en una boda, gritando y tirándose por el suelo: lo más inesperado, pero lo más necesario. La comedia es anarca”. Su género, que es el humor negro, no es precisamente el que mejor cuaja en una sociedad polarizada, mojigata e hipersensibilizada -con los chistes, con la violencia, por ejemplo, no tanto-. Una sociedad a la que le cuesta distinguir la ficción y a la que le chirrían sus inexistentes límites. 

A Suárez le gusta jugar a ese riesgo porque cree que el humor negro revela hipocresías propias y ajenas e inyecta la idea de que nada es tan importante. Ante lo inevitable, que es el dolor y la muerte, al hombre medio le queda la feliz opción de no regodearse en la miseria, de no chapotear en el fango: mejor salir de esa zambullida y sacar las heridas al sol, que ancha es Castilla. Y hay algo más: el humor negro como espejo que muestra las grietas de este mundo moderno presuntamente amable y civilizado; el humor negro como aspiradora ruidosísima que recuerda que había roña debajo de la alfombra.

Ahora el joven, que colaboraba en el programa humorístico de Los40 principales Yu, no te pierdas nada, ha visto quebrado su trabajo por publicar este chiste en su Twitter: “El otro día me hicieron la mejor mamada de mi vida. El secreto fue que la chica usó muchas babas. Alguna ventaja tenía que tener el síndrome de down”. Cuenta al teléfono que “el gran miedo que tenemos que tener frente al futuro es que, desde luego, están ganando las hordas de ofendidos, ya sean de izquierda o derecha: están margando la agenda cultural y política de los medios de comunicación”: “Yo entiendo que antes, cuando había un conflicto de este tipo, llegaban cinco cartas de colectivos a una empresa, se respondían con un burofax y ahí quedaba la cosa. Pero ahora con 500 retuits pidiendo tu despido, una marca o una cadena se empiezan a preocupar. A los 1000 ya hay que despedir a alguien”.

Derecha rancia e izquierda Malasaña

Es curioso que todos los agentes del espectro político se hayan puesto de acuerdo para pedir su cabeza a Vodafone. “Están todos: desde la derecha rancia a la izquierda Malasaña y más asquerosa”, comenta. “En cualquier caso, la derecha es más ridícula y evidente. Te viene un perfil de Twitter con una banderita de España y llamado José Luis, que es guardia civil, y te dice ‘me cago en tu puta madre, como sigas haciendo chistes te arranco los cojones, tu madre es una zorra’. Vale, es un demente. Le das la credibilidad nula que tienes que darle. Pero las veces que he recibido ataques por parte de la izquierda… saben cómo hacerte sentir mal moralmente, utilizan triquiñuelas para que llegues a plantearte si eres buena persona o no por hacer un chiste”.

¿Localiza al foco de la denuncia viral que ahora se ha hecho bola? “Creo que el primer afán era político, porque lo sacaron medios como el de Inda, Ok Diario, y siempre titulado como ‘el colaborador de Dani Mateo se mofa de una niña con síndrome de Down...’. Se la tienen guardada por lo de la bandera. Era sensacionalista y asqueroso, porque llegaban a sugerir que yo había abusado de una niña, no que era un chiste”. A partir de ahí la cosa se fue de madre. Suárez quiere aclarar que no tiene “ninguna queja con Yu, con mi equipo, que me han defendido y apuestan por la comedia y siempre han intentado que yo tenga mi hueco para desarrollar un poco el género que hago, que es el humor negro. Mis quejas son para Vodafone, que es quien se ha acobardado y quien se ha bajado los pantalones por cuatro comentarios. No es un problema de la SER”. 

El cómico cree que “si hubieran dejado pasar un par de días, todo el mundo se habría olvidado”: “Pero a la primera han intentado salvarse. Le pasó lo mismo a Clínica Baviera con Dani Mateo. Nadie sabía quiénes eran hasta que pasó lo de la bandera. Si se hubieran callado un poco todo habría seguido adelante sin ningún tipo de problema”.

Temas sensibles

En su momento, cuando presentó el libro Agonía infinita (ediciones Hidroavión), Suárez manifestó que “hace unos años, el gran tabú en España eran sus regiones, el hacer chistes de provincias”: “O el hacer chistes sobre el síndrome de Down”, expresó, profético. “Pero ahora el gran tabú en España es el feminismo: no se pueden hacer chistes de Leticia Dolera. Estará guay cuando lleguemos a ese momento al que está llegando ahora EEUU con la última ola feminista, que ya es autoconsciente de sí misma y empiezan a bromear con ello”.

Con todo, señaló, “El humor negro hace millones de años no tenía mucho sentido, porque todas las barbaridades estaban a la orden del día”, sostiene Suárez. “Pero ahora todo el mundo es clase media intelectual, todo el mundo es Malasaña, y el humor negro sirve para enfrentarse a ese interés de utilizar eufemismos, de pretender que todo sea cuqui y maravilloso. Es una buena forma de mostrar, bruscamente, que las cosas no funcionan tan bien como parece”.