Ficha

-Eduardo Arroyo Rodríguez

-Madrid, 26 de febrero de 1937- Madrid, 14 de octubre de 2018

-Pintor

-Premio Nacional de Artes Plásticas de España (1982) y Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes (2000), entre otros

Para recordar

Eduardo Arroyo no tenía apuro en reconocer que había sido un terrible estudiante, hasta el punto de ser expulsado del Liceo Francés de Madrid. Su actitud era la del artista insatisfecho, la del hijo deforme de Velázquez que le habría gustado ser, pesimista pero no derrotista con respecto al momento de la historia en el que le tocó vivir.

En el 57 se trasladó a París huyendo de la dictadura. Estuvo casi dos décadas fuera. En el 76, con Franco muerto, pudo recuperar su pasaporte y anclar en patria, pero España tardó en entender a un artista radical como él, al menos hasta los ochenta. En 1982 le entregaron el Premio Nacional de Artes Plásticas, como consolación y abrazo por tantos años de desprecio e ignominia. Ese mismo año, el Pompidou de París le dedicó una retrospectiva: ya era profeta en todas partes, él que nunca quiso ser bandera de nadie.

Durante el franquismo, para Arroyo lo importante consistía en ir contra la dictadura política y estética. Usar la forma, la estética, los colores amables del arte pop para narrar historias que no tenían nada de superficial. A él le gustaba bajar al estudio temprano por la mañana y trabajar. Por eso criticó, como a tantos otros, a Duchamp. Nunca siguió modas: mató a todos sus ídolos, en contra de la mitomanía del momento.

Tuvieron que pasar décadas para que Arroyo se diese cuenta de la importancia que tenía poder sentirse "como uno más", no como un artista refugiado en el extranjero, en medio de ingleses, belgas e italianos que le incluían en sus círculos para hacer su buena acción del día. Como uno más de los poquísimos artistas vivos que han expuesto en el Museo del Prado.

Su obra en imágenes