Madrid abre a sus puertas a los faraones del Antiguo Egipto, los gobernantes de las Dos Tierras desde aproximadamente el año 3.000 a.C. hasta su claudicación frente al Imperio Romano, en el 30 a.C., tras las muertes de Cleopatra y Marco Antonio. No se privaron estos dioses humanos de crear imágenes, efigies y templos majestuosos para preservar su legado a lo largo de la historia. Muchos de estos objetos que se han conservado hasta la actualidad han permitido indagar en los secretos y tradiciones de una civilización fascinante.

La exposición Faraón. Rey de Egipto, que se ha estrenado este miércoles en el CaixaForum en colaboración con el British Museum, explora el simbolismo y el ideario de la monarquía egipcia, desvelando las historias que encierran las 164 piezas incluidas en la muestra como representación de la herencia del Antiguo Egipto. Los visitantes, gracias a los detallados relieves, los trabajos de orfebrería y las estatuas monumentales, podrán teletransportarse a la vida de la civilización de los faraones y a sus tradiciones religiosas y culturales.

Estas son las 10 obras de la exposición que no hay que perderse:

1. Estatua del dios Re-Horakhty

Esta estatua representa al dios halcón Re-Horakhty protegiendo el nombre del faraón Rameses II, rodeado por un cartucho (marco ovalado). El nombre de este dios, cuyo significado es "Re-Horus de los dos horizontes", representa la unión entre Re, dios del sol, y Horus, dios del cielo. Durante los 66 años de reinado de Rameses II se realizó un programa de construcción de templos que se extendía más allá de Egipto y llegaba hasta Nubia. Estatuas como esta transmitían también la idea de que el faraón estaba protegido por los dioses. Esta pieza fue hallada en Tell el-Maskhuta, en la parte oriental del delta del Nilo.

Estatua del dios Re-Horakhty. British Museum

2. Cabeza del faraón Tutmosis III

La corona blanca, llevada habitualmente por el faraón para afirmar su supremacía, era el símbolo del Alto Egipto y se asociaba a la diosa buitre Nekhbet, protectora de la región. A pesar de que la cabeza carece de inscripciones, el estilo de sus delicados rasgos permite identificar al soberano como Tutmosis III. Tras una larga corregencia con su madrastra, Hatshepsut, Tutmosis III consiguió que el imperio egipcio alcanzara su máxima extensión territorial gracias a una serie de expediciones militares hacia el norte, a través de Siria y Palestina, y hacia el sur, en Nubia. 

Cabeza del faraón Tutmosis III. British Museum

3. Jamba de una puerta de la tumba del general Horemheb

Horemheb, general del ejército durante el reinado de Tutankamon accedió al trono durante el período de inestabilidad política que siguió a la muerte del faraón. Gobernó el país durante casi treinta años, y se le construyeron dos tumbas. La primera, en Saqqara, no se usó nunca, ya que finalmente se le daría sepultura en el Valle de los Reyes, en Tebas. Esta jamba procede de su tumba de Saqqara. Representa a Horemheb, cuyo el estatus real se conmemoró representándolo con un ureo (cobra erguida) en la frente, con las manos en alto en señal de oración al dios solar Re.

Jamba de una puerta de la tumba del general Horemheb. British Museum

4. Estela del farón Ptolomeo II

Ptolomeo II fue el segundo faraón de la dinastía ptolemaica y gobernó Egipto de 284-246 a.C. Al contrario que su padre, Ptolomeo II fue un rey poco avezado para la guerra aunque destacó por sus dotes diplomáticas. Fue un fuerte impulso de las artes y las ciencias y coleccionó manuscritos y animales exóticos.

Estela del faraón Ptolomeo II. Efe

5. Relieve del faraón Osorkon II

La Fiesta Sed es una celebración documentada en todos los períodos de la historia de Egipto. Solía conmemorar los primeros 30 años de reinado de un faraón y comprendía una serie de rituales cuya finalidad era rejuvenecer al faraón de cara a los años venideros, como carreras alrededor de hitos, procesiones y ofrendas. En este relieve, descubierto en el templo de la diosa Bastet en Bubastis, en el delta del Nilo, el faraón Osorkon II aparece dentro de un pabellón, frente a la diosa Bastet, deidad protectora y guerrera con cabeza de leona. Lleva el manto tradicional de la Fiesta Sed. 

Relieve del faraón Osorkon II. British Museum

6. Ushebti del faraón Seti I 

Los ushebti eran estatuillas con forma humana que se colocaban en el interior de tumbas para que realizasen tareas agrícolas en el "más álla" en sustitución del difunto. Esta pertenece a Seti I, el segundo faraón de la dinastía XIX, cuyo nombre proviende de Seth, el dios de la guerra, de las armas y de ejército. La momia de Seti, una de las mejor conservadas, fue encontrada en 1881 en el templo de Deir el-Bahari y se conserva desde entonces en el Museo de El Cairo.

Ushebti del faraón Seti I British Museum

7. Losa con la representación de Nectanebo I

Hacer ofrendas a los dioses era uno de los deberes más importantes del faraón y por eso en algunas de las escenas que adornaban los templos aparecían presentando alimentos, bebidas y objetos de valor a varios dioses. Aquí, el faraón Nectanebo I, fundador de la última dinastía egipcia autóctona, ofrece una bola de incienso. Aunque la escena fuera borrada parcialmente a golpe de martillo, se conservan los jeroglíficos que describen la ofrenda. Nectanebo I repelió las tentativas persas de invadir Egipto con la ayuda de mercenarios griegos. Bajo su gobierno, Egipto experimentó un renacimiento cultural. Su reinado se caracterizó por la innovación, tanto en la construcción de templos como en el retrato. 

Losa con la representación de Nectanebo I British Museum

8. Estatua del funcionario Sennefer 

Sennefer fue un poderoso funcionario del gobierno egipcio durante el reinado del faraón Tutmosis III. Su alto rango le permitió encargar esta escultura de excelente factura, una "estatua cubo" que representa a un hombre sentado y envuelto en un manto, referencia al renacimiento del dios Osiris tras la muerte. A menudo, el rey mandaba colocar estatuas de sus funcionarios leales en el interior de los templos como muestra de favor. A través de su estatua, Sennefer esperaba poder beneficiarse de las ofrendas diarias a los dioses. Todo ello se describe en la larga inscripción jeroglífica de la parte frontal de la estatua, en la que Sennefer solicita que, una vez muerto, se le hagan ofrendas funerarias. 

Estatua del funcionario Sennefer British Museum

9. Fragmento del sarcófago de Ramses VI

Los faraones del Reino Nuevo eran enterrados en impresionantes sarcófagos de piedra de grandes dimensiones, que a su vez contenían uno o varios ataúdes más pequeños. En la tumba del faraón Rameses VI, situada en el Valle de los Reyes, se hallaron fragmentos como este, la parte superior de la tapa dejada por los saqueadores que despojaron la tumba de metales preciosos y de otros objetos de valor. A veces este pillaje era una iniciativa controlada por el estado con el objetivo de reciclar materiales preciosos para otros usos. 

Fragmento de la tapa del sarcófago de Ramses VI British Museum

10. Estatuilla en actitud de júbilo

A través de las estatuas y los monumentos, los faraones construían con esmero sus identidades, y proyectaban una imagen idealizada de sí mismos, bien como guerreros poderosos, protectores de Egipto contra sus enemigos; o bien como adoradores fervientes de los dioses, intermediarios entre ellos y el resto de la humanidad. 

Estatuilla de bronce. British Museum

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