Esta momia que llegó al Museo Egipcio de Turín (Italia) en 1901 fue datada en aquel momento entre el 3.700 a.C y 3.500 a. C, según un estudio. Pero un grupo de científicos insistió en ella y han vuelto a realizarle una serie de pruebas. Los resultados han sido de lo más reveladores. 

A su llegada al museo se pensó que su estado se debía a las condiciones meteorológicas del entorno en el que había sido sepultada, pero los análisis posteriores han demostrado que el cuerpo fue momificado y que el difundo data del 6.000 a.C., convirtiéndose en la momia más antigua encontrada hasta el momento, al menos 1.500 años antes de lo que se pensaba, más remota que la escritura - la evidencia más arcaica conocida hasta la fecha de escritura se remonta aproximadamente al 3.400 a.C.-.

Además de lo anterior, con el hallazgo de este difunto se demuestra que en Egipto no eran únicamente los faraones los que eran enterrados bajo ritos y acompañados por objetos personales y de valor, también la gente de a pie: la clase obrera. No le han sabido atribuir una ubicación exacta, pero sí que era un hombre que tenía entre 20 y 30 años en el momento de su muerte, sin más mérito que el que le otorgaron los que le enterraron.

La receta no secreta

Unos análisis más detallados mostraron que los antaños embalsamadores usaban diversos ingredientes para preservar los cadáveres, empleando una receta parecida a la que usaban en el Egipto faraónico 2.500 años más tarde, donde la momificación estaba en su total apogeo.

Ni quien vendió la momia ni el museo aplicaron en ningún momento algún tipo de tratamiento para los frágiles restos, “por lo tanto, brinda una oportunidad única para el análisis”, declaran los investigadores para la revista Archaeological Science.

Los científicos encontraron muestras de lino en el torso y en la muñeca derecha del difunto, así como de una cesta tejida que había sido enterrada junto al cuerpo. La tela estaba impregnada de aceites vegetales y grasas animales, sustancias que le permitieron a los profesionales reconstruir la “receta” que utilizaban los antiguos egipcios para llevar a cabo las momificaciones, entre las que se encontraba azúcar, resina de coníferas, extractos de plantas aromáticas y agentes antibacterianos. Ingredientes similares a los hallados en las tumbas de los faraones durante el período dinástico.

Verificar

El cuerpo embalsamado no sólo confirma que los egipcios prehistóricos momificaban a sus muertos y que llevaban a cabo estos rituales incluso antes de conocer la escritura, también demuestra que estos rituales se iban transmitiendo verbalmente de generación en generación.

El adelantar mil años los comienzos del embalsamamiento con este hallazgo ha provocado que los profesionales se lancen a buscar nuevas pistas sobre el por qué de sus comportamientos, las creencias religiosas y las experiencias científicas en las comunidades prehistóricas de la región.

"Tenían una creencia bien desarrollada en la vida futura: querían que sus cuerpos se conservaran", explicó. "Y tenían conocimiento suficiente de la ciencia para saber cómo podían conservar sus cuerpos", concluye el artículo.