Sólo se puede ser Beyoncé para salir en la edición de Vogue más importante del año sin maquille ni pelucas, sin trampas ni cartón. La mujer que un día capitaneó los éxitos del grupo Destiny's Child y personificaba todos los cánones de belleza y deseos de cualquier ser consciente, se ha plantado. Desde su postura igual de privilegiada que justa, Queen B rompe una lanza por lo natural.

“Creo que es importante que las mujeres y los hombres sepan ver y apreciar la belleza en sus cuerpos al natural. Por eso que me he deshecho de pelucas, extensiones del pelo y maquillajes recargados para esta sesión”, declara para Vogue la cantante.

La que un día heredó el título de ‘Diosa de Venus’, hoy tiene tres hijos y ha pasado por dos embarazos. Sus prioridades y sus gustos han cambiado, su reflejo del espejo, el comportamiento de su marido y las vueltas al mundo que lleva dadas le han hecho coger aire y abrir los ojos para ver una fiel realidad.

Punto y a parte

Yoncé ha declarado para la revista lo complicado que fue recuperarse de su segundo embarazo y que no tuvo más remedio que amarse en su nueva talla. “Pesaba 99 kilos el día que di a luz a Rumi y Sir. Estaba hinchada por la preeclampsia y había estado sin moverme de la cama durante más de un mes. Mi salud y la de los niños estaban en peligro, por lo que tuvieron que hacerme una cesárea de emergencia”.

A la artista no sólo le tocó asumir que pasaban a ser una familia numerosa, además, tuvo que aceptar que su cuerpo nunca volvería a ser lo que fue y que el volver a encabezar las listas de las más deseadas, quedaba muy en la cola de sus prioridades. Esta frivolidad parece minúscula, pero la autoestima la tenía minada. Fue la mano de su marido la que nunca se soltó, el rapero Jay-Z: “Mi marido fue un soldado y un hombro en el que apoyarme. Estoy orgullosa de haber sido testigo de su fuerza y evolución como hombre, mejor amigo y padre”. Quien la seguía viendo digna de todas las portadas cada mañana nada más despertar.

“Durante mi recuperación, me regalé autoestima y autocuidados, abracé a mis nuevas curvas. Acepté lo que mi cuerpo quería ser. Fui paciente conmigo misma y disfruté de mi estrenado cuerpo. Mis hijos y mi esposo también lo hicieron”. En ningún momento de la entrevista declara que la aceptación fuera fácil, pero sí necesaria. Este paso es algo que todo el mundo debería detenerse y contemplar. “A día de hoy, mis brazos, hombros, pechos y muslos están más rellenos. Tengo una pequeña tripa de mamá, y no tengo prisa por deshacerme de ella”.

Beyoncé durante la conversación no sólo quiso reivindicar el cuerpo femenino y la belleza natural de la mujer, también le hizo un hueco a la transcendencia que implica el abrirse de miras y recordar la diversidad de etnias con las que convivimos cada día, por ello buscó al joven y brillante fotógrafo, Tyler Mitchell para que se encargase de su portada. “A los 21 me dijeron que me sería difícil acceder a portadas de revistas porque los negros no vendían. Claramente, el tiempo ha demostrado que eso no era más que un mito. No sólo va a aparecer una afroamericana en la portada del mes más importante para Vogue, sino que esta será la primera ocasión que la foto de portada de Vogue será realizada por un fotógrafo afroamericano”.

Beyoncé EFE

La artista no ha olvidado en ningún momento sus raíces y lo complicado de los primeros momentos, al igual que es perfectamente consciente de lo imprescindibles que son las nuevas oportunidades en los comienzos: “Imagínense si alguien no hubiera dado la oportunidad a las mujeres brillantes que vinieron antes que yo: Josephine Baker, Nina Simone, Eartha Kitt, Aretha Franklin, Tina Turner, Diana Ross, Whitney Houston, y la lista continúa. Me abrieron las puertas y yo rezo para que esté en mi mano hacer todo lo que pueda para abrir las puertas a la siguiente generación de talentos”.

El secreto del éxito está en la diversidad, y Beyoncé lo sabe: “Si las personas con poder continúan contratando y promocionando a personas que comparten su punto de vista, se parecen a ellos, suenan como ellos, nunca entenderán más allá de sus propios gustos ni conocerán más allá de lo propio vivido. Contratarán a los mismos modelos, harán el mismo arte, producirán a los mismos actores una y otra vez, y todos perderemos. La voz de todos cuenta, y todos tienen la oportunidad de pintar el mundo desde su propia perspectiva”, y que haya gente preparada para admirar.

En su vida, Queen B ha tenido un par de bemoles y tonos fuera de las partituras, pero de todos ha aprendido. “Nada es negro o blanco. He pisado el infierno y he sido capaz de regresar. He experimentado la traición y el desamor en muchas ocasiones. He tenido desilusiones en el trabajo y en mi vida personal, y de todas he salido descuidada, perdida y vulnerable -y aprendida-. A lo largo de mi vida he aprendido a reír, llorar y crecer. Miro hacía atrás a la mujer que era con 20 años y veo hoy veo a una joven dama cada vez más confiada, y con la firme intención de complacer a todos los que me rodean. Ahora me siento mucho más bella, mucho más sexy, mucho más interesante. Y mucho más poderosa”. Que los años traen más saberes que arrugas es un dicho que esta diva afirma.

Empoderada

Quiere heredar a sus hijas la importancia no sólo de ser querida por los demás, si no también el que se quieran ellas mismas. Recordarles que en su vida no hay ningún guión escrito ni exclusiva pactada, que ellas tienen el poder de decidir y elegir la llave de su futuro, que en su haber no tienen límites. “No tienen que ser políticamente correctas, siempre que sean auténticas, respetuosas, compasivas y empáticas. Pueden explorar cualquier religión, enamorarse de cualquier raza y amar a quienes quieran amar”. Para su hijo quiere lo mismo, no quiere que el sexo marque su personalidad, “que sepa que puede ser fuerte y valiente, pero que también puede ser sensible y amable”.

La ‘reina del pop’ vuelve a subirse al trono pese a no haber estado nunca muy lejos de él: “Aún estoy aceptando quién soy. Continuaré explorando cada centímetro de mi alma y cada parte de mi arte y de mi cuerpo”. Tras meses de conflictos internos, Beyoncé vuelve a colocarse la corona. Decidida a arrasar, a enamorar a cualquiera. A liderar las ventas y a lucir piernas. A ganar. Pero sin que le hagan falta ningunas pestañas postizas ni pelucas. Ella quiere demostrar que para ir más allá no hace falta mucho más.