En febrero de 1991 el Gobierno de Felipe González fue golpeado por la cultura: 18 altos cargos del Ministerio de Cultura dirigido por Jorge Semprún firmaron un documento en el que aseguraban que España no debería entrar en un conflicto bélico con los pueblos árabes. Los directivos del Ministerio reclamaban la retirada de Irak y de Kuwait del Ejército español desplegado en la zona. Pedían la retirada del apoyo “militar y logístico” y se actuara desde la neutralidad y la negociación.

La respuesta del ministro y superviviente de los campos de concentración nazi fue tajante y exigió la dimisión de los directores generales del organismo que dirigía y que firmaron el manifiesto por la paz. Horas antes de que se difundiera el documento, el ministro socialista exigió la salida de los 18 altos cargos de Cultura.

El manifiesto de repulsa pedía “como ciudadanos” que el Gobierno abogara por un alto el fuego inmediato y la convocatoria de una conferencia de paz ante la participación de España en la guerra de Irak. Los directores se negaron a dimitir porque entendían que no había contradicción entre su cargo y su actitud como ciudadanos.

Causa de conciencia

En aquel caso, y a diferencia de la dimisión de Álex Rigola como director artístico de los Teatros del Canal tras los acontecimientos del pasado domingo, sucedió un cese por expresar una opinión. El ministro Semprún declaró que la guerra en el Golfo fue “justificada y necesaria”. Finalmente, fueron destituidos por razones “políticas” Juan Manuel Velasco, director general del Libro y Bibliotecas, y Jaime Brihuega, director general de Bellas Artes. Y Alfonso Pérez Sánchez, director del Museo del Prado, presentó su dimisión.

Entonces, los directores no presentaron su dimisión. Pero según Semprún, los tres firmaron un documento “infantil y erróneo”, en el que se criticaba la posición del Gobierno socialista en la guerra. Este hecho supuso la quiebra de la confianza del ministro en sus colaboradores. “Lo he tomado como una moción de censura contra mí”; dijo entonces Semprún. Felipe González, entonces presidente, aseguró que “como actitud personal” le parecía “respetable”.

“Pero desde el punto de vista de la confianza depositada en ellos por el Gobierno, y, sobre todo, en relación con el acuerdo de dar apoyo logístico tomado por el Parlamento, no me parece una posición sostenible”, añadió el presidente socialista. Semprún añadió sobre el manuscrito: "Sólo estoy de acuerdo en una cosa del documento, y es que es mejor la paz que la guerra. Con todos los demás puntos, uno por uno, estoy en total desacuerdo".

Semprún explicó a la prensa que tras hablar con Juan Manuel Velasco, autor del texto, le dijo que “las predicciones apocalípticas del documento son erróneas”. “El tiempo se encargará de demostrarlo”. José María Aznar, líder del PP, consideró “coherente” la destitución. Adolfo Suárez, que deberían haber dimitido antes.