La nueva temporada del Teatro Real cuenta entre sus títulos con obras reconocibles y clásicas, como Norma, de Vincenzo Bellini, Otello, de Giuseppe Verdi, o Madame Butterfly, de Giacomo Puccini. Son greatest hits, iconos del género. Hacen las delicias de los responsables de la taquilla y protagonizan las reventas. En la programación de 2016-2017 conviven con otras menos conocidas, como Rodelinda, de Händel, Billy Budd, de Benjamin Britten, o Bomarzo, de Alberto Ginastera, que se verán por primera vez en el teatro madrileño.

Lo que las une a todas es una palabra: coproducción. Nueve de los 11 títulos que se interpretarán en versión escenificada son proyectos compartidos con otros teatros, una fórmula cada vez más popular en las instituciones culturales, como los museos. Sólo hay un estreno absoluto, una ópera completamente nueva que fue encargada por el Teatro Real en tiempos de su anterior director artístico, el controvertido Gerard Mortier, ya fallecido. Se trata de La ciudad de las mentiras, de Elena Mendoza, basada en textos del escritor Juan Carlos Onetti. Sólo se alquilará una ópera: El holandés errante de Richard Wagner, una coproducción de otros cuatro teatros. 

La época del talonario a la ligera ha terminado en el Teatro Real. La temporada 2016-2017, presentada este lunes, consagra la coproducción como modelo y los responsables de la institución exhiben con orgullo los frutos de su estrategia, más artesana, internacionalizada, pero sin grandes golpes de efecto. 

"El primer ejercicio poscrisis"

"Acabamos de cerrar nuestro primer ejercicio poscrisis", aseguró en rueda de prensa el presidente del patronato del Real, Gregorio Marañón. "Damos un paso de gigante como centro de coproducción internacional al máximo nivel", en palabras de Joan Matabosch, el director artístico. "Producimos con los mejores, lideramos, gestionamos, construimos y estrenamos", añade el responsable de la programación, para quién es clave que algunos teatros importantes decidan embarcarse en proyectos junto al Real. 

Un 57% de las óperas son novedades en el Teatro Real, y entre ellas destaca Billy Budd, un drama marinero compuesto por Benjamin Britten y basado en una novela de Herman Melville. Primero se estrenará en Madrid y luego en los teatros asociados: la Ópera de París y la English National Ópera, dos teatros de referencia en Europa. Bomarzo, del argentino Alberto Ginastera, se representará también primero en Madrid antes de en la Ópera nacional de Amsterdam. Otra de las grandes novedades, El gallo de oro, de Rimski-Kórsakov, es a medias con La Monnaie de Bruselas, otro de los coliseos europeos destacados. Sólo hay tres reposiciones: Madame Butterfly, de Puccini, La clemenza di Tito, de Mozart, y El gato con botas, de Montsalvatge (la lista de títulos y repartos puede consultarse aquí).

Prohibición y literatura

Muchos de los títulos apelan a las relaciones de poder, ya sea en el amor o en la política. Cuatro de ellos sufrieron la censura y la prohibición. En el caso de El gallo de oro, de Rimsky-Korsakov, los censores de la Rusia de comienzos del siglo XX se escandalizaron de los parecidos del rey protagonista y el zar Nicolás II, contra quien se escribió el título, basado en un aparentemente inocente cuento de Pushkin. 

Bomarzo, de Ginastera, debió haberse estrenado en el Teatro Colón de Buenos Aires, pero el Gobierno de la época consideró que "el argumento de la pieza y su puesta en escena revelan hallarse reñidos con elementales principios morales en materia de pudor sexual" y la prohibió. Los censores incluyeron incluso la censura de la zoofilia, al creer que la obra incluía una relación entre una anciana y una osa, algo que no está ni en la ópera ni en la novela en la que está basada. Otras, como Madame Butterfly, estuvo prohibida en EEUU durante la II Guerra Mundial y El holandés errante, proscrita del wagneriano festival de Bayreuth. 

La relación con la literatura también destaca. La nueva temporada bebe de Shakespeare (Otello, Macbeth), Heine (El holandés errante), Melville (Billy Budd), Onetti (La ciudad de las mentiras), Mujica Lainez (Bomarzo), Corneille (Rodelinda), Pushkin (El gallo de oro), o Camus (Le Malentendu). 

Además de los 11 títulos de ópera, el Real seguirá organizando conciertos, danza, actividades paralelas en instituciones culturales madrileñas y programas pedagógicos. 

El holandés errante será dirigida por Pablo Heras-Casado. Jean-Louis Fernández

Bartoli, Plácido Domingo y La fura dels Baus

La nueva temporada consagrará a Ivor Bolton como principal director musical del Real. Dirigirá tres óperas mientras que Pablo Heras-Casado se hará cargo de El Holandés Errante, una producción que contará con Alex Ollé, de La fura dels Baus, como director de escena. 

Entre los cantantes con más renombre están Plácido Domingo (Macbeth, de Verdi), Gregory Kunde (Otello, Norma), Lucy Crowe y Bejun Mehta (Rodelinda) o Ian Bostridge (Curlew River, de Britten).

Las sopranos Cecilia Bartoli, María Bayo, la mezzo Joyce DiDonato o los tenores Jonas Kaufmann o Juan Diego Flórez protagonizarán los recitales

Los precios, la asignatura pendiente

Los precios de la ópera siguen sin estar al alcance de todos en el Real. Aunque existen muchas modalidades de abono y descuentos para los más jóvenes, la estructura de ingresos sigue haciendo que ver una buena ópera en una buena butaca siga siendo caro.

El abono más caro, que incluye todos los estrenos, puede llegar a costar 3.832 euros en las filas privilegiadas. El más barato es de 99 euros por nueve óperas, pero en zonas sin apenas visibilidad. Un abono completo en una zona media puede costar entre 555,75 y los 1.077 euros. Las entradas sueltas van desde los 11 a los 382 euros (en las mejores butacas de los estrenos). Una entrada en una zona media no baja de los 65 euros. En los títulos más populares se agotan a toda velocidad. Los jóvenes menores de 30 o 35 años pueden ver las nueve o 10 principales óperas en muy buenas butacas por entre 143 y 326 euros en total. Para entradas sueltas de último minuto, los menores de 30 años pagan 19 euros por cualquiera de las localidades disponibles.

Dentro del teatro se ve el precio como una barrera de entrada para los bolsillos más ajustados, aunque la ocupación media supera el 90%. La respuesta hay que buscarla, según los gestores, en la estructura de ingresos explicada por Marañón este lunes. El 45% procede de las actividades del teatro (taquilla o alquiler de salas), el 30% de patrocinadores privados y el 25% de organismos públicos. Este último capítulo es minúsculo si se compara con otros teatros centroeuropeos, muy subvencionados y con entradas más baratas. 

El Real apuesta por promover los abonos como forma de ingresos. Según el director general, Ignacio García-Belenguer, los abonados cubren un 60% de las butacas y aportan unos 11.200.000 euros de los 19 que constituyen el presupuesto total de la institución. La conmemoración del bicentenario del Teatro Real y el vigésimo aniversario de su reapertura, con importantes bonificaciones fiscales para los patrocinadores, pretende aliviar un poco las ajustadas cuentas de la institución para impulsar su presupuesto. 

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