Una gala de premios, proliferación de glamour y confirmación de desamor. La noche del pasado miércoles 26 de septiembre recogió bajo un mismo evento a multitud de personalidades del panorama nacional, entre las que se encontraba el juez Santiago Pedraz (60 años), quien confirmó su ruptura sentimental con la periodista Paula Arenas Martín-Abril. 

No fueron las palabras del juez las que corroboraron el fin de esta relación, fueron sus gestos. Santiago Pedraz acudió al evento junto a Sylvia Córdoba, una joven abogada con la que posó en el photocall de la celebración.

Santiago Pedraz y Paula Arenas Martín-Abril. Gtres.

La feliz pareja acudió al Teatro Real para disfrutar de una noche de premios y estilo, el mejor escenario para compartir su amor con el público y los medios de comunicación. Pedraz, conocido por su labor en la Audiencia Nacional, conoció a su actual novia en los pasillos del tribunal español donde los dos deslizan su labor profesional. 

El magistrado se ha ocupado de guardar su intimidad pero, las escasas apariciones junto a Paula Arenas en público, han sido suficientes para conocer más sobre su vida en común. La pareja mantenía una relación desde hace veinte años, un matrimonio que tuvo como resultado la llegada de su único hijo en común. 

A pesar de la diferencia de edad, el juez es 18 años mayor que la periodista, consiguieron construir una historia de amor duradera hasta llegar a ser la más larga del juez y también de la comunicadora. 

Ella, periodista de profesión, es especializada en el ámbito cultural y desarrolla también una labor como escritora. Un perfil muy distinto al de la actual pareja de Pedraz que ha desarrollado su labor como abogada en multitud de casos mediáticos. 

Importante fue su participación en el caso de Germán Cardona Soler, de quien era la abogada. Su profesión, estrechamente ligada a la del juez Pedraz, podría haber despertado el amor entre ambos. 

Ni Santiago Pedraz, ni Sylvia Córdoba han hablado de su reciente historia de amor pero su aparición pública ha sido más que suficiente para dar por hecho que todo funciona a la perfección.