Melania y Donald Trump. Gtres.

Melania y Donald Trump. Gtres.

Famosos CRISIS EN LA CASA BLANCA

La prisión dorada de Melania: ¿pueden las primeras damas pedir el divorcio?

Ha habido presidentes solteros, viudos, casados y previamente separados, pero ninguno se ha divorciado tras pasar por el Despacho Oval pese a las constantes crisis matrimoniales. Los Trump podrían romper esta costumbre tras la ristra de escándalos del presidente. 

25 febrero, 2018 02:18
Washington DC

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Pocas parejas presidenciales han pasado por la Casa Blanca sin desatar rumores sobre crisis maritales, infidelidades o inminentes divorcios. De Gerald Ford a los Kennedy, de los Clinton a los Obama, en los años poscoloniales y en la historia más reciente de EEUU. La opinión pública ha especulado siempre sobre lo poco que durarían estos matrimonios una vez cumplido el correspondiente mandato y, sin embargo, ni un sólo presidente se ha separado una vez abandonado el cargo. Sólo Ronald Reagan ocupó el Despacho Oval habiendo estado previamente divorciado. Sólo él, hasta que llegaron los Trump, claro.

La peculiar relación que mantienen Donald (71) y Melania Trump (47) ha puesto a la prensa norteamericana a plantearse en numerosas ocasiones si esa tradición de parejas presidenciales felices está a punto de llegar a su fin. Incluso se ha abierto un debate legal sobre si sería posible que una primera dama pudiera conseguir la separación incluso antes de que su 'comandante en jefe' deje el puesto.

El asunto no se limita a los medios del corazón. La situación que atraviesa la pareja, y lo que está por llegar, podría desatar una crisis legal en Washington parecida a la que vivieron en su momento los Clinton. Y aunque es cierto que desde que ganó las elecciones el matrimonio Trump ha dado muestras de no ser un equipo convencional, en el último mes los temores a una ruptura se han acrecentado.

Donald y Melania Trump. Gtres.

Donald y Melania Trump. Gtres.

La chispa que volvió a prender este asunto fue el escándalo por la presunta infidelidad que Trump cometió en 2006 con la actriz porno Stormy Daniels, que habría quedado acreditada al destapar el Wall Street Journal que durante la campaña electoral un abogado del magnate pagó 130.000 dólares a la estrella del cine X para que aquella aventura no saliera a los medios. Para colmo, la relación habría tenido lugar mientras la modelo eslovena se recuperaba tras el parto de Banon, el hijo que tuvo con el empresario.

Pero aquel 2006 la actividad íntima del magnate dio para mucho más. Según ha desvelado esta semana la revista The New Yorker, la exmodelo de Playboy Karen McDougal tuvo entonces una aventura de nueve meses con el ahora presidente. La publicación ha sacado a la luz unas notas privadas manuscritas de la 'conejita' en las que detallaba su relación con Trump, que según estos papeles incluso llegó a ofrecerle dinero a cambio de sexo, algo que ella rechazó.

Aunque desde el principio de esta presidencia los medios han captado desaires y malos gestos de Melania hacia su esposo, desde que se airearon estos últimos casos, especialmente el de Stormy Daniels, las cosas han ido a peor. Tras aquel episodio, la primera dama dejó de aparecer públicamente durante varios días y no protagonizó ningún acto oficial hasta que llegó el discurso sobre el Estado de la Unión, al que acudió y del que se marchó sola, rompiendo la tradición de acompañar al presidente.

Imagen junto a Donald Trump, adquirida de su MySpace.  Redes sociales.

Imagen junto a Donald Trump, adquirida de su MySpace. Redes sociales.

Esta tormenta no ha hecho más que empezar, ya que la representante de la actriz porno anunció recientemente que Daniels contará la historia en primera persona, ya que el acuerdo de confidencialidad al que llegó con el abogado de Trump para guardar silencio ha quedado invalidado, al reconocer éste que existió el pago. Además, en cuanto al aspecto político de este escándalo, podría tener consecuencias legales si se considera que ese dinero fue una contribución no declarada a la campaña del republicano.

Nuevo caso Lewinsky

De cumplirse esta amenaza de la actriz porno, el matrimonio Trump podría encontrarse frente a un nuevo caso Lewinsky, y Melania verse en la misma tesitura que vivió Hillary Clinton (70) que fue capaz de soportar la presión mediática y mantenerse junto a su marido, salvando no sólo su matrimonio sino también su futura carrera política.

Pero teniendo en cuenta que Melania no alberga este tipo de ambiciones profesionales, la pregunta que surge es si sería posible para ella, llegado el caso, solicitar el divorcio. 

"Es una situación que nunca antes se ha dado", explica a EL ESPAÑOL la abogada Lisa J. Schmidt, de la firma Schmidt & Long, que ha estudiado si legalmente es posible demandar a un presidente teniendo en cuenta que goza de lo que se denomina inmunidad presidencial, una defensa legal que impide llevar a un inquilino de la Casa Blanca ante un tribunal civil.

A partir de una denuncia contra Bill Clinton (71), "la Corte Suprema resolvió en 1997 que un presidente puede ser demandado en un tribunal federal" por un asunto relacionado con su vida privada, si bien "el divorcio es un asunto que se gestiona en la jurisdicción estatal -hay 50 diferentes-, por lo que no se sabe si esa inmunidad lo protegería", apunta esta letrada.

Hillery y Bill Clinton. Gtres.

Hillery y Bill Clinton. Gtres.

En su opinión, "se puede presentar la demanda pero el problema llegará cuando el juez estatal trate de forzar al presidente a hacer cosas, como acudir a una audiencia o iniciar un periodo de investigación. Es incluso diferente a si se le demanda por un problema relacionado con sus negocios o con su comportamiento, porque en las separaciones, ambos cónyuges deben acudir a la corte para algunas cosas".

En el caso de que llegara a plantearse un divorcio en la Casa Blanca, Melania debería presentar la demanda en Nueva York o en el Distrito de Columbia, "y allí podrían tomarse medidas alternativas como la mediación o el arbitraje -más privado, rápido y flexible- pero dependerá siempre de la ley de cada estado", apunta Schmidt, para quien la mayor dificultad radica en si un juez estatal puede mandar sobre un presidente. A su juicio, lo más probable es que los asesores del magnate elevaran una moción para que el caso quedara archivado en base a la inmunidad presidencial.

Por contra, si fuera un presidente el que quisiera dejar a la primera dama, no habría dificultad legal alguna. “Ella no tiene inmunidad”, remarca J. Schmidt.

Sustitutas de primeras damas

Si esta situación llegara a producirse, técnicamente no sería necesario una sustituta para Melania, ya que la figura de la primera dama no está regulada oficialmente como tal, aunque la tradición ha demostrado que desempeña un papel político clave. De hecho, los presidentes no siempre han usado para este puesto a sus esposas. James Buchanan, único comandante en jefe soltero, utilizó a su sobrina Harriet Lane para esta función. Por lo tanto, es concebible que en caso de separación, Ivanka pudiera ponerse al frente de esta responsabilidad.

Aunque Donald Trump tiene experiencias en divorcios, no es el primer político que llega al Despacho Oval con ese bagaje. Ronald Reagan, el presidente número 40, fue el primero, y único hasta Trump, que asumió el cargo después de divorciarse. El actor, convertido en candidato republicano, se separó de su primera mujer, la también intérprete Jane Wyman, décadas antes de presentarse como candidato a la presidencia. Dio el sí quiero por segunda vez en 1952 con Nancy Reagan, que se convirtió en primera dama cuando asumió el cargo en 1981.

Este pasado no supuso ningún problema para que un político como Reagan lograra la victoria, pero lo cierto es que la sociedad estadounidense no siempre fue tan comprensiva con el divorcio. A otros candidatos les costó su carrera. Por ejemplo, al ex gobernador de Nueva York Nelson A. Rockefeller, que en 1963 se casó con su segunda esposa, Happy Rockefeller, también divorciada. Al poco de dar el sí quiero, en 1964, intentó ser nominado por el Partido Republicano para la carrera presidencial, pero se quedó fuera.

Quizá los EEUU de los años sesenta no eran tan tolerantes como los de los ochenta, o quizá se debió a que la ruptura de Reagan no fue cercana a su aventura política. En cualquier caso, la victoria de Trump en 2016 deja claro que la moral norteamericana no es tan cerrada ya en lo que al divorcio se refiere.

Ivanka y Donald Trump. Gtres.

Ivanka y Donald Trump. Gtres.

El libro Presidential Selection, de Alexander Heard y Michael Nielson, analizó esta evolución. "Al igual que ser del sur o católico, el divorcio era considerado una barrera para la presidencia. Sin embargo, Reagan hizo campaña en 1976 y fue elegido en 1980 sin que su divorcio se volviera contra él. La tolerancia de la sociedad con el divorcio creció tanto durante la década de 1960 que dejó de ser un obstáculo".

Viudos con jovencitas y pocahontas

Los problemas matrimoniales han sido una constante en la Casa Blanca desde los inicios de este joven país, con affaires incluidos, como el de Bill Clinton o Franklin D. Roosevelt, entre otros. Sin embargo, algunos tuvieron que atravesar con problemas mayores, como la pérdida de la primera dama. Dos presidentes, John Tyler y Woodrow Wilson, quedaron viudos y contrajeron segundas nupcias durante sus respectivos mandatos.

En el caso de Tyler, su primera esposa, Letitia Christian, murió a causa de un derrame cerebral en 1842 después de darle ocho hijos. Tras enviudar a los 54 años, el presidente se dedicó a cortejar a Julia Gardiner, de 19 años, hija de un adinerado senador del estado de Nueva York, con la que se casó dos años después. Se convirtió en la primera dama más joven en la historia, y dio a su esposo siete hijos más.

En el caso de Woodrow Wilson, su primera mujer, Ellen Louise Axson Wilson, murió de una enfermedad de los riñones, al año de su primer mandato como presidente. Tras esta pérdida, desposó a Edith Wilson, una descendiente directa de Pocahontas por parte de su padre.

Curiosamente, esta mujer de ascendencia nativo-americana adquirió un gran poder en los EEUU de la época, después de que Wilson sufriera un derrame cerebral grave a finales de 1919. Edith se convirtió en la jefa de facto del gobierno, ya que era ella quien seleccionaba cuáles de los asuntos de estado merecían la atención de su esposo, que estuvo postrado en cama durante los últimos años de su mandato.

Un presidente asexual

Otro caso singular es el del ya mencionado James Buchanan, que ha sido el único presidente que se mantuvo soltero durante todo su mandato, de 1857 a 1862. Los múltiples investigadores que lo han biografiado han escrito sobre él que era asexual, célibe e incluso homosexual. Pese a su desinterés por las féminas de la época, en 1819 estuvo comprometido con Anne Caroline Coleman, la hija de un rico industrial del hierro. Ella, justo antes de morir repentinamente, rompió el compromiso, después de que éste estuviera demasiado ocupado con su carrera. Tras su fallecimiento, Buchanan pidió al padre de la difunta permiso para ir a su funeral, pero éste se lo negó. Tras aquella relación, nunca cotejó a otra mujer.

En el extremo opuesto se encuentra Donald Trump, que se casó con Ivana Zelníčková en 1977, y luego con Marla Maples en 1993. Cuando se separó de su primera, a principios de los noventa, declaró que "cuando un hombre deja a una mujer, especialmente cuando se lo se va con una tía buena, hay un 50 por ciento de la población que amará a la mujer abandonada".

A pesar de la existencia de acuerdos prematrimoniales, tanto Ivana como Marla los impugnaron para sacar mayor tajada del divorcio. Al final, Ivana recibió 14 millones de dólares en efectivo, 350.000 anuales en concepto de pensión alimenticia, y 300.000 anuales para la manutención de sus tres hijos. También se quedó con varias propiedades y mansiones. Maples, por su parte, se conformó con dos millones.

En el caso de Melania, de darse una batalla por el divorcio, "está bastante claro que se mantendría en vigor el acuerdo prenupcial, como cualquier otro contrato que el presidente hubiera firmado, si bien, la pregunta de nuevo es cómo obligar al presidente a cumplirlo", señala Lisa J. Schmidt.

Lo que sí está claro es que, aun en el caso de que se abriera una guerra legal por la fortuna y las propiedades de la pareja, la Casa Blanca se la quedaría Trump, por más que muchos en Washington desearan otro reparto.

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