Joaquín Sabina, 76 años

Joaquín Sabina, 76 años

Corazón

Joaquín Sabina, 76 años, sobre su problema con Hacienda: "Pagué una deuda de 2,5 millones porque soy un inútil"

El cantante de Úbeda (Jaén) habla sobre sus problemas financieros con la Agencia Tributaria.

Más información: Juanjo Artero, 60 años, sobre su sueldo como actor: "Pagas el 45% de tu salario al Estado y el 15% a tu representante".

Publicada

Joaquín Sabina, eterno trovador de la noche y la palabra certera, sigue ocupando el centro del escenario también cuando hablamos de dinero, patrimonio y cuentas pendientes.

Si algo ha definido su trayectoria, además de la voz rasgada y las letras afiladas, es la capacidad para convertir la vida en versos... y en millones.

Sabina, de 76 años, nunca ha presumido de ser un hombre hecho para las finanzas. De hecho, él mismo confesó ante el juez que "siempre he sido muy inútil para cuestiones administrativas, incluso para el dinero".

Pero los números hablan solos: su patrimonio empresarial supera los 6,7 millones de euros, según estimaciones basadas en las sociedades Relatores S.L. y Ultramarinos Finos S.L., creadas precisamente para gestionar los derechos de autor y sus ingresos musicales.

Con propiedades repartidas entre Madrid y Rota y una cartera de inversiones bien armada, Sabina representa el improbable retrato del cantautor convertido en empresario.

Pero ni el éxito ni los millones han borrado su ironía: "Era tan pobre que no tenía más que dinero", dice en entrevistas, recordando esa mirada desencantada hacia el materialismo.

Quizás su lírica más amarga llegó con la noticia de su deuda con Hacienda. El Tribunal Supremo sentenció en 2023 que tenía que pagar 2,5 millones de euros por irregularidades fiscales detectadas entre 2008 y 2010 en sus ingresos y admitió públicamente la cifra.

"Estos sistemas no tenían intención de ingeniería fiscal alguna, sino de facilitar la gestión de mi música y mis ingresos de derechos de autor", señaló.

La sanción le colocó en el centro del huracán mediático. Pero su reacción fue tan realista como su música: Sabina asumió la obligación y siguió adelante, priorizando la creación y el disfrute de su retiro, preparando la última gira para celebrar más de cinco décadas sobre los escenarios.

A pesar de los millones, Sabina mantiene una vida sencilla. Casa modesta en el barrio de La Latina, rutinas de calle y tertulia y el hábito de invertir más en experiencias que en lujos ostentosos.

"No quiero que me recuerden por lo que tuve, sino por lo que dije", ha repetido en sus entrevistas, consciente de que el verdadero legado está en sus canciones y no en la cuenta bancaria.

El legado de Sabina

El dinero, admite, nunca le cambió. "El dinero no compra el amor", reflexionó en pleno 2022, cuando la polémica con Hacienda lo llevó a encabezar titulares y buscar el consuelo de amigos y seguidores.

Desde entonces, la lección parece clara: ni la fama ni el capital garantizan tranquilidad. La historia de Sabina demuestra que los millones también tienen sombras.

Su caso es el de muchos artistas: ingresos altos, patrimonio generoso pero también responsabilidades fiscales y decisiones administrativas que traen quebraderos de cabeza.

Aunque es reservado con sus obras de beneficencia, Sabina apoya actividades culturales y proyectos solidarios, aportando recursos y visibilidad.

El artista, más allá de cifras y titulares, reivindica que "la mayor riqueza es el idioma" y se entrega a su público con cada retorno a los escenarios.

El dinero, la amistad y el compromiso cultural son, para Joaquín Sabina, las piezas que realmente valen en una vida llena de historias, retos y canciones.