La pintura es una de las formas de expresión más antiguas que hay. Aunque no todo el mundo nace con un talento específico, podríamos decir que cualquier persona puede pintar. Cada uno tiene su propio estilo y forma de expresarse, algo que puede gustar más o menos. 

A pesar de ello, cada persona que pinta, considera a sus cuadros como algo especial. Algunas personas regalan sus cuadros, otras pueden incluso hasta venderlos o quedárselos para sí. Para pintar hay que tener cierta base de conocimientos para que el cuadro tenga cierta coherencia. No es necesario estudiar libros de teoría, aunque como cuando aprendemos a dibujar, es recomendable practicar.

Materiales para pintar un cuadro

Si queremos pintar al óleo necesitamos los siguientes materiales:

  • Un set de pinceles de diferentes tamaños y formas, ya que necesitaremos pintar diferentes tipos de trazos.
  • Una paleta de mezclas.
  • Lienzos.
  • Pinturas al óleo.
  • Aceites y diluyentes.

La elección del tema

Lo primero que hay que hacer es comenzar por lo más simple. Por ello, si se es principiante, lo más recomendable es comenzar con temas sencillos. Uno de ellos son las naturalezas muertas, con lo que podremos ir practicando poco a poco. A medida que vayamos teniendo más destreza podremos abordar temas más complejos como paisajes o incluso retratos.

Si se tiene una fotografía, podremos trabajar sin obligaciones de tiempo. Además si no se sabe dibujar, se puede hacer una ampliación de la foto y calcar el modelo en el soporte que vayamos a usar. En este caso podemos calcarlo con carboncillo sobre lienzo, lo que nos permitirá adquirir un buen conocimiento.

La composición del cuadro

Una vez se haya elegido el tema que se desea pintar hay que preparar la composición del cuadro. Se debe buscar un hilo conductor que tenga la capacidad de unir los diferentes elementos una escena. Debe ser algo completamente coherente, por lo que tendrás que tener una cierta intuición.

Si quieres despertar el interés de las personas que vean el cuadro, puedes crearlo con un ángulo insólito. Puedes abordar la pintura centrándote en un único detalle o captando el conjunto de toda la escena.

Antes de lanzarte al lienzo puedes ir probando tus ideas sobre papel, creando un boceto. De esta forma podrás ir variando encuadres diferentes y jugar con las luces y las sombras.

Realizar un dibujo previo

Hacer un dibujo previo antes de ponerse manos a la obra con el óleo, es algo necesario especialmente para principiantes. Aunque no es obligatorio, sí resultará muy útil para aplicar posteriormente los colores. El dibujo puede hacerse sobre el soporte con un carboncillo. No hay que olvidarse de pulverizar un fijante para poder evitar que los colores se ensucien.

También puedes hacerlo muy ligeramente con un lápiz, para que después no se vea a través de la pintura si se usa un color muy neutro o diluido. Es importante que vayamos trabajando a grandes líneas, siempre yendo a lo esencial. No se debe intentar reproducir una escena basándose en todos los detalles porque se recargará demasiado el cuadro.

Hacer la capa de preparación

Para que cuando apliquemos la pintura, esta se adhiera bien y se seque sin resquebrajarse hay que aplicar una capa de fondo. Debemos tener en cuenta el color que vamos a utilizar como base.

El color blanco iluminará el resto de tonos, algo ideal si se va a pintar algo muy rico en color. En cambio, el fondo de color unificará el cuadro. En este caso, hay que elegir el color acorde a la tonalidad final que queremos para el cuadro.

Se recomienda usar una pintura bastante diluida y hay que esperar a que seque antes de seguir con las siguientes capas. Si no queremos esperar, se puede usar pintura acrílica, que tiene la capacidad de secar más rápido.

Para saber si el fondo está seco, podemos pasar el dedo por diferentes lugares del lienzo. Si no hay ningún resto de pintura en nuestro dedo, podremos aplicar la siguiente capa.

Aplicando las capas de color

El siguiente paso es ir aplicando el color mediante superposición de capas. Lo recomendable es comenzar por zonas de luces y sombras. Se deben rellenar amplias zonas de color y posteriormente ir trabajando poco a poco. Superpondremos las capas de colores, cada vez más intensos.

Recuerda que hay una regla de oro a la hora de pintar al óleo, pintar "graso sobre magro". Es decir, cada capa que superponemos debe ser más rica en aceite que la anterior. Por eso se recomienda diluir mucho las primeras capas y menos las posteriores. No hay que pintar si la capa de pintura no está completamente seca antes de pintar la siguiente. Si no lo hacemos, el resultado puede ser un desastre. Sobre todo si no se tiene la experiencia suficiente.

Otra técnica es la que se conoce como "Alla prima", aunque la usan pintores más experimentados. Se usa al aire libre o con un modelo para poder captar la espontaneidad de una escena. Esto permite acabar el cuadro en una única sesión dado que la capa de color se aplica sobre la anterior todavía fresca.

Retoques y capas finales

En esta última fase es donde se lleva a cabo el auténtico trabajo del pintor. Se trabaja dándole toques ligeros, algo conocido en jerga como "hacer que el lienzo cante". Los pintores dicen que es el acorde final que se  le da a los tonos.

En este caso hay que usar pintura no diluida, directamente tal y como sale del tubo de óleo. Es importante que a medida que se vaya pintando, nos alejemos con cierta frecuencia. De esta forma podremos juzgar nuestro propio trabajo e ir retocando poco a poco según vayamos viendo.

Es muy importante no ir con prisa, se aprende sobre la marcha, poco a poco. Hay que preocuparse por cuidar los detalles, las luces, las sombras, etc. Además, a la hora de hacer cualquier clase de modificación se debe hacer con calma para que todo salga como esperamos. Una vez hecho todo esto, ya solo queda firmar el cuadro y colgarlo, regalarlo o si tenemos suerte, venderlo.