Un joven sentado en un banco con su mochila.

Un joven sentado en un banco con su mochila. iStock

Salud Psicología

Así se enfrentan los niños al duelo tras un suicidio: "El tabú impide que hagan su proceso"

El psicólogo Iván Vinuesa lanza 'La hoja caída y la flor naciente', un libro didáctico para enseñar a menores y adultos cómo transitar esta situación.

12 febrero, 2024 01:31

Elio y Tobías tienen una relación idílica. Se quieren muchísimo y se protegen entre ellos. Les gusta leer cuentos, cocinar postres en familia, salir al parque a jugar, pasear, etc. Sin embargo, todo se paraliza cuando un día Elio recibe una terrible noticia: la pérdida por suicidio de su hermano mayor. Las muertes así son una de las experiencias más traumáticas que una persona joven puede vivir. El impacto emocional del duelo, en particular tras un suicidio, tiene una profunda influencia durante la niñez. Sin embargo, la literatura sobre esto es muy limitada.

Para intentar llenar ese vacío, Iván Vinuesa, psicólogo general sanitario especializado en duelo y prevención de suicidio, lanza La hoja caída y la flor naciente (Mr.Momo), una obra ilustrada que pretende servir tanto a niños como adultos de guía didáctica para este proceso.

"El libro nace de todos estos años de examen de procesos de duelo, de la importancia que tiene trabajar adecuada y sanamente ante la pérdida de un ser querido", comenta al otro lado del teléfono Vinuesa. "También de las cifras que se recogen de muertes por suicidio cada año", añade. Según las estadísticas, en 2022 se registraron 4.227, el dato más alto de la historia.

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No hay cifras sobre cuántas personas realizan cada año un duelo por suicidio en nuestro país. Según estimaciones de la OMS, a nivel mundial el número está entre 48 y 500 millones de personas. Mientras, un estudio realizado con menores estadounidenses encontró que el 1,2% había estado expuesto al suicidio de un pariente cercano y 3,2% había tenido que lidiar con la muerte autoinfligida de un compañero.

Sobre el duelo complicado

El duelo es una reacción normal tras el fallecimiento de un ser querido. No hay una forma correcta de pasarlo y cada uno lo vivirá a su manera. No obstante, sí que hay una generalidad: el que se realiza por el suicidio de un ser querido incluye entraña ciertos aspectos que pueden hacerlo más difícil.

"Tiene unas características que no se presentan en otros tipos. Es muy probable que haya un duelo complicado entre los supervivientes", ilustra el psicólogo. Entre esas características que menciona, está el sentimiento de soledad, la negación, la incredulidad y la eterna pregunta viene una y otra vez a la cabeza: ¿y sí.? "Es un cuestionamiento constante", sentencia Vinuesa.

Los niños pequeños, como cualquier persona, realizan este proceso. Los adultos son los encargados de ayudarles en el camino. Sin embargo, muchas veces son los que ponen, sin quererlo, piedras en su camino.

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El profesional pone ejemplos. La primera y más importante tratarlo todo como un tabú. "Esto impide que hagan su proceso", dilucida. "Un niño no se traumatiza por el contacto con la muerte, sino por el contacto traumático con ella", escribía en Hablar de la muerte para vivir y morir mejor Montserrat Esquerda, médica y psicóloga. De hecho, en su entrevista con EL ESPAÑOL, se expresaba en términos muy similares: "El problema no es la muerte, sino que los niños no puedan procesarla".

Siguiendo esta estela, otra de las cosas que refiere Vinuesa es el uso de eufemismos: "El lenguaje se debe adaptar a la edad del menor, pero tienen que saber que la muerte nos afecta a todos en algún momento y que es algo irreversible. Si usamos frases como 'se ha ido de viaje' o 'está en algún lugar mejor' perjudica a su comprensión, porque ellos lo entienden todo literalmente y piensan que en algún momento la persona regresará".

Miedo a ir de vacaciones

Margo Requarth es directora de un programa de duelo para niños en un centro de cuidados paliativos y moderadora de grupos de apoyo para adultos supervivientes de suicidio. En un artículo para la Fundación Americana para la Prevención del Suicidio, narra cómo de perjudicial fue para ella el empleo de eufemismos.

"Justo antes de cumplir cuatro años, mi madre se quitó la vida. A mi hermano menor y a mí nos dijeron que mi madre se había ido de vacaciones. Todos sus objetos personales y todas las fotografías en las que aparecía se guardaron. Ella desapareció sin más. Más adelante, cuando escuché por casualidad a mi padre diciéndole a alguien por teléfono que iba a llevarnos a mi hermano y a mí de vacaciones, me asusté mucho. Pensaba que irse de vacaciones era ir a un lugar y no regresar nunca. No descubrí la verdad sobre su muerte hasta que tuve 18 años, pero el aislamiento y el misterio en torno a su muerte me inquietaron durante toda mi infancia", escribe.

"Un duelo enquistado, complicado, si no se trabaja puede tener consecuencias", advierte el profesional. La literatura médica así lo asegura. Según una revisión sobre el proceso de duelo en los niños, las personas en duelo por suicidio corren un mayor riesgo de sufrir problemas de salud física y mental, muerte prematura y suicidio. El trabajo también habla de mayor peligro de abuso de sustancias y depresión.

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Una investigación, publicada en The Lancet Psychiatry, habla de que los niños que sufren de pequeños la pérdida de uno de sus padres por suicidio, son más tendentes a sufrir trastornos de conducta y de ansiedad. Importante también la alusión que hace el trabajo al rol del entorno: "Además de su propio duelo, también pueden experimentar un cambio en la calidad de la crianza que están recibiendo y aumentar su sentimiento de abandono".

Como insiste Vinuesa, hay que hacer el duelo para evitar todo esto. Según la guía El día después del suicidio de un familiar o allegado, elaborada por el Ministerio de Sanidad, se puede hablar de tres etapas. Uno: sentimientos de rabia, confusión o angustia. Dos: soledad y tristeza. Tres: aceptación. Hay supervivientes que nunca llegan a la tercera. Su sufrimiento se torna inaguantable. Es aquí cuando los profesionales recomiendan pedir ayuda.

De hoja caída a flor

Cuando Elio recibe la muerte de su hermano Tobías, sus padres le explican que ha fallecido. Que estaba muy malo, muy enfermo, y que sufría todos los días sin encontrar solución a sus problemas. Lo hacen en una habitación apartados, los tres solos. Es un momento que deben vivir en intimidad. "Tobías no sabía cómo pedir ayuda. Por eso, es muy importante buscar apoyo cuando uno más lo necesita", dice su madre.

Cada situación es un mundo, pero con este ejemplo el psicólogo pone al lector un ejemplo de cómo deberían ser las cosas: claras, sin eufemismos y remarcando que el sufrimiento nunca se debe guardar para uno mismo.

Elio llora, se aísla. Ya no quiere leer cuentos, hacer postres o salir al parque. Es una fase del duelo. Sus padres lo respetan. Es una hoja caída, pero pronto, cuando pase el chaparrón, será una flor naciente.

*Si se necesita ayuda urgente, el Ministerio de Sanidad tiene disponible la Línea 024 de atención a la conducta suicida. Se trata de una línea telefónica de ayuda a las personas con pensamientos, ideaciones o riesgo de conducta suicida, y a sus familiares y allegados.