La Enfermedad de Parkinson va mucho más allá de los temblores. Aunque la mayoría de la población asocie esta patología con el conocido síntoma, lo cierto es que los estragos que causa implican otros daños importantes, como el desarrollo de demencia. Sin embargo, este problema se manifiesta de forma diferente en cada paciente, lo que ha provocado que investigadores se cuestionen el porqué de esta cuestión. Al parecer, la clave podría estar en la pérdida de peso asociada a la enfermedad.

Así lo concluye una investigación publicada en Neurology, la revista médica de la Academia Americana de Neurología, y que ha encontrado un nexo entre ambos síntomas. "La pérdida de peso temprana podría servir como una señal para saber qué personas corren riesgo de sufrir deterioro cognitivo", explica la autora del estudio, Jin-Sun Jun, profesora de Neurología de la Universidad de Hallym (República de Corea).

El trabajo contó con la participación de 358 personas, con una edad promedio de 61 años, las cuales habían sido diagnosticadas recientemente de la enfermedad y no habían comenzado con medicación. Esto es importante, ya que previamente se ha relacionado el empleo de Levodopa con los cambios de peso en la Enfermedad de Parkinson.

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Durante ocho años, se hizo un seguimiento de estos pacientes y a la evolución de sus síntomas. Así, se encontró que las personas con párkinson que perdieron peso en el primer año del diagnóstico tuvieron un deterioro cognitivo más rápido en comparación con los que mantuvieron su peso. Es más, aquellas que, en detrimento, aumentaron su Índice de Masa Corporal (IMC) presentaron a posteriori una disminución más lenta de las capacidades mentales.

Introducir controles de peso

"Estos hallazgos resaltan la importancia potencial que tendría el control de peso en las primeras etapas de la Enfermedad de Parkinson", concluye la neuróloga.

En 2016, la revista JAMA Neurology ya publicaba un trabajo en el que alertaba de la asociación que podría existir entre la pérdida de peso temprana y la gravedad de los síntomas de la enfermedad de Parkinson, aunque en esa ocasión no se distinguió uno en concreto.

Dirigido por investigadores del Hospital General de Massachusetts (Boston, Estados Unidos), se midió la conexión entre las variaciones del IMC de pacientes recién diagnosticados de párkinson con la severidad con la que se manifestaban sus síntomas en un periodo de cinco años. Según sus resultados, aquellas personas que habían perdido peso mostraron peores resultados en la UPDRS (Escala unificada para la evaluación de la Enfermedad de Parkinson).

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En este caso, los participantes presentaron más problemas en toda la sintomatología general, lo que también  incluye los síntomas motores. Esto difiere respecto a la nueva investigación que publica Neurology, pues en su caso no encontraron relación entre los problemas del movimiento y la pérdida de peso. 

Más allá del matiz entre investigaciones, queda claro que es conveniente vigilar el peso de los pacientes de este trastorno neurodegenerativo, máxime teniendo en cuenta que es un problema que afecta a gran parte de esta población. Según el estudio Diet, body size and micronutrient status in Parkinson’s disease (Dieta, tamaño corporal y estado de los micronutrientes en la enfermedad de Parkinson), aproximadamente, el 52% de los pacientes adelgaza tras el diagnóstico de la patología.

Varios factores 

Lo que no está claro es el porqué. La Sociedad Española de Neurología (SEN) en su Guía oficial de práctica clínica de la Enfermedad de Parkinson, establece que las causas de este fenómeno son "multifactoriales", sin especificar más allá.

Un trabajo de Nature, publicado en 2017 y calificado por los autores como "uno de los estudios prospectivos más grandes sobre factores que afectan al peso corporal de los pacientes" con esta patología, coincide con la institución. Existe un "mecanismo fisiopatológico multifactorial" que subyace a las alteraciones del peso corporal.

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Entre las causas que señalan los autores se encuentran, primero, la duración prolongada de la enfermedad, la severidad de ésta y el género femenino, aunque, con la salvedad de este último, no podrían explicar la disminución de peso de la que hablan los estudios aquí tratados, ya que todos los sujetos estaban en etapas tempranas.

En cambio, el resto de factores que examinan sí que guardan más relación, como la disminución olfativa, la disfagia (dificultad para tragar), alteración de la coordinación mano-boca, alteración de la regulación neuroendocrina del apetito y la dismotilidad (condición en la que el sistema digestivo no funciona correctamente).

La dieta, la clave

No obstante, según sus resultados, uno de los elementos más relacionado directamente con el bajo peso es un mal estado nutricional de los pacientes de párkinson. En su estudio, el 35,1% de los sujetos estaban desnutridos o en riesgo de desnutrición, lo que se puede explicar por una combinación de todas las alteraciones señaladas y por otros problemas derivados, como la depresión.

Un mal estado nutricional guarda íntima relación con el deterioro cognitivo, como señala la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), que recomienda, por ejemplo, una dieta mediterránea para prevenir demencias. "Lo que es bueno para nuestro corazón, también es bueno para nuestro cerebro", expresaba al respecto Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, en el comunicado que anunciaba su guía para cuidar el cerebro.

Así pues, como coinciden todos los investigadores, es importante prestar atención a la dieta, el peso y el estado nutricional de los pacientes con párkinson, para así actuar con mayor rapidez ante una versión más agresiva de la enfermedad.