El Ministerio de Sanidad está planteándose adelantar este año la vacuna de la gripe, admitía en su rueda de prensa diaria el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón. Aunque los calendarios se fijan a nivel autonómico, la campaña de vacunación contra la gripe estacional en España tiende a ocurrir a finales de octubre; en caso de adelantarla, podía tener lugar a comienzos del otoño o finales de verano.

Hay un motivo por el que se opta por vacunar con la estación fría ya empezada, y no solo porque las condiciones climatológicas ayudan a que los virus respiratorios se extiendan -recordemos que incluso el resfriado común es un coronavirus, aunque de carácter inocuo- sino porque cada cepa de gripe muta de temporada en temporada, y puede alterarse incluso durante el mismo año, lo que conlleva una merma en la eficacia de la vacuna específica.

Así, el propio Simón no aclara que "no está muy claro cuál podría ser el efecto final" del adelanto e insiste en que estar muy pendiente de los "efectos colaterales". Sin embargo, Andalucía ya ha adelantado que vacunará como obligación "no legal sino social" a todo el personal sanitario y a los ancianos en residencias, y Cantabria anuncia la adquisición de "115.000 vacunas trivalentes, 1.000 vacunas tetravalentes y 6.300 vacunas trivalentes adyuvadas" en previsión de que hubiera que adelantar la campaña.

España no es la única instancia que se plantea el adelanto: el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, alertaba el lunes de que la cocirculación de COVID-19 y la gripe puede empeorar el impacto en la atención sanitaria, cuyos sistemas ya están "abrumados" tras meses de lucha contra la pandemia.

A favor: evitar el colapso hospitalario

La gripe estacional, de por sí, es un factor de mortalidad muy importante. Ha causado unas 15.000 muertes en España en las dos últimas temporadas y entre 2.500 y 3.000 ingresos en la UCI, según los datos de una investigación realizada por el Instituto de Salud Carlos III, en comparación con los 11.619 ingresos en Cuidados Intensivos provocados por el COVID-19 en estos últimos tres meses.

Una vacunación temprana no solo daría una mayor protección a los colectivos de riesgo, como son los ancianos y el personal sanitario, sino que contribuiría a evitar nuevos episodios de colapso hospitalario en caso de rebrote. No solo liberando camas de UCI y evitando que los profesionales enfermen de gripe común, sino que evitando que los ambulatorios y consultas se llenen de personas que confunden sus síntomas con los del COVID-19, muy similares en muchos casos

"Tendríamos menos problemas a la hora diferenciarlos y a la hora de tratar a los pacientes", reconoce Simón. En ese sentido, únicamente un puñado de síntomas peculiares como la pérdida del olfato han demostrado ser determinantes para saber en un primer momento si hemos contraído el coronavirus. Sin embargo, la confusión de los casos leves con "resfriados" o "gripes un poco duras" pueden devolvernos al caos de los tests insuficientes de los primeros días.

En contra: más pronto, menos eficaz

La vacuna de la gripe común cambia cada año por las modificaciones genéticas de un virus que no hace otra cosa que mutar, pues tal es su naturaleza. Y las mutaciones se producen también a lo largo de la propia epidemia, lo que también está ocurriendo en mayor o menor medida con el nuevo coronavirus SARS-CoV-2. Esto podría conllevar que la vacuna sea eficaz en el primer periodo del invierno, pero después pierda efectividad si el virus ha cambiado significativamente.

Un estudio publicado el pasado marzo en la revista American Journal of Preventive Medicine determinaba que esperar hasta justo el comienzo de la temporada de gripe estacional, es decir, a finales de octubre en el hemisferio norte, evita que su efectividad se atenúe durante los meses previos. Adelantar la campaña a agosto, cuando la vacuna se encuentra disponible, solo sería beneficioso en caso de que la propia gripe se presentase también tempranamente ese año.

¿Y la vacuna del coronavirus?

Preguntado por qué España ha quedado fuera del acuerdo suscrito por Italia, Alemania, Países Bajos y Francia con la sociedad AstraZeneca para el suministro de hasta 400 millones de dosis de vacunas destinadas a toda la población europea y que podrían estar preparadas a finales de año, el epidemiólogo ha contestado que "ni mucho menos" nuestro país ha quedado al margen del mismo.

"Y es muy probable que forme parte de ese grupo", ha avanzado Simón para añadir que también se integrará en "todos los que se establezcan además de la UE" porque "España está haciendo esfuerzos muy grandes conseguir estudios propios y participar" en los que se están haciendo sobre la vacuna de la COVID".

En este sentido, ha explicado que conseguir una vacuna "muy, muy eficaz y que se pueda producir para todo el mundo sería lo ideal", pero "hay que ser realistas": las primeras que lleguen no van a ser iguales que las siguientes, ni serán probablemente las mejores. Finales de año o principios del que viene serían " fechas muy aceptables" para su llegada, pero "no sería prudente afirmar que estarán para entonces".

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