La pandemia de la enfermedad COVID-19 provocada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 no solo ha trastornado nuestras vidas debido al confinamiento, nos ha obligado a manejar conceptos de prevención sanitaria y salud pública que desconocíamos. Con permiso de las mascarillas, los tests para el coronavirus  -sus plazos, su nivel de eficacia y a quién van dirigidos- dominan la actualidad. Estas son las claves:

¿Cuántos tipos de tests hay para el coronavirus?

Según explica la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), hay dos grandes categorías de pruebas para detectar el coronavirus en el paciente. La primera es la famosa PCR, siglas de 'reacción en cadena de la polimerasa', un análisis que escudriña el ARN cobijado a nivel celular. Si aparecen dos genes pertenecientes al SARS-CoV-2, para lo cual se suelen necesitar dos pruebas, se da el test por positivo.

La segunda familia de tests corresponde a los de antígenos y anticuerpos. Grosso modo, los primeros detectarían si nuestro sistema inmune está luchando contra el coronavirus, y el segundo, que la batalla está ganada. En el primer caso, se usa como muestra un frotis nasofaríngeo, un largo hisopo que se introduce por la nariz hasta el final de la garganta. En el de anticuerpos, se extraen unas gotas de sangre.

¿Por qué hay tests 'rápidos' y 'lentos'?

La PCR requiere unos plazos y una infraestructura que explican por qué muchos casos sospechosos de COVID-19 no han llegado a ser testados. La prueba pasa por tres salas en hospitales o laboratorios especialmente habilitados para ello, y pasan entre 24 y 48 horas hasta su confirmación. Un ejemplo fue el 'negativo no concluyente' de la vicepresidenta Carmen Calvo: los médicos tenían indicios de la presencia del coronavirus en su organismo, pero no habían dado aún con ambos genes.

Las pruebas de antígenos y anticuerpos, por otra parte, han sido comparadas con 'tests de embarazos', porque se resuelven en 15-30 minutos y permiten montar estaciones móviles para pruebas a gran escala en párkings y otras superficies. Pero hay una tercera vía, la más vanguardista, que es la de los 'tests PCR rápidos': más sencillos que su versión de laboratorio, arrojarían resultados en cuestión de horas. Estas cuatro variedades de pruebas formarían parte del arsenal que desplegará Sanidad contra el coronavirus.

¿Por qué fallan?

El escándalo de los cientos de miles de tests defectuosos ha sido mayúsculo, pero hay que partir de una verdad incómoda: ninguno funciona al 100%. Siendo los más precisos, los PCR tienen una sensibilidad del 84%, suficiente no obstante como para ser útiles para los médicos. Sin embargo, la primera partida de tests rápidos de antígenos adquiridos a la empresa china Bioeasy demostró una sensibilidad inferior al 30%, lo que "impedirían su introducción en la rutina" según la SEIMC.

El cruce de reproches entre autoridades y fabricantes se ha visto acrecentado al conocerse que la segunda tanda de tests tampoco son lo bastante eficaces: estos, en lugar de emplear la detección por oro coloidal, las famosas 'dos barritas' de un test de embarazo, se leen mediante fluorescencia. Lo que aumenta su sensibilidad, pero según la SEIMC, solo hasta un 50%, con lo que la mitad de las pruebas darían falsos negativos y seguirían sin ser idóneas para el diagnóstico clínico.

¿Son inútiles entonces estos tests?

No exactamente. Una de las infernales complicaciones que ha ido revelando la lucha contra la pandemia durante estas semanas es que muchos contagiadores del coronavirus han sido asintomáticos o han sufrido solo síntomas leves. Cuando un caso es positivo, la norma indica que las personas cercanas sean puestas en aislamiento preventivo, pero esto no es siempre posible cuando los afectados están en primera línea: es el caso de los sanitarios o las fuerzas de seguridad.

Los tests 'rápidos' con menos de un 80% de sensibilidad -los que entran en funcionamiento ahora tienen una efectividad del 64% con siete días de incubación, según afirma el ministro de Sanidad, Salvador Illa- serán aplicados en masa por tanto para detectar dónde se están produciendo focos de propagación y actuar deprisa: aunque solo acierten algo más de la mitad, serán lo bastante significativos. La confirmación final, en segunda instancia, vendría de la PCR.

¿Cuántos tests se están haciendo en España?

Llegamos a otra polémica: el 21 de marzo Raquel Yotti, directora del Instituto de Salud Carlos III, anunciaba que ya se habían hecho 355.000 tests en España, y esta afirmación fue recogida por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que hablaba sin embargo de tests "distribuidos". En base a esto, el Financial Times colocaba a España como segundo país del mundo en pruebas por millón de habitantes y por delante de Corea del Sur, considerada la 'mejor alumna' por la OMS.

El medio Maldita.es interrogó a Sanidad sobre esta sorprendente cifra, y obtuvo como respuesta que no se trataba de 355.000 diferentes personas testadas cuando a 2 de abril hay 110.000 positivos totales, sino el total de pruebas realizadas, habida cuenta de que un paciente necesita varias. El dato consistente ofrecido por Fernando Simóndirector del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, ha sido de unos 15.000 tests diarios; Illa ha confirmado el dato, señalando que el "cuello de botella" ha pasado a ser la falta de "kits de extracción". 

¿Quién debería hacerse los tests?

Originalmente, la recomendación era realizar la prueba a personas con síntomas y que hubieran estado específicamente en zonas de riesgo: "No sería lógico hacer el test del coronavirus a toda la población española", decía María Neira, directora de Salud Pública de la OMS, a comienzos de marzo. Ahora, sabiendo que la pandemia se ha extendido más silenciosamente de lo previsto, con cálculos que hablaban hace una semana de medio millón de casos desconocidos en España, el criterio ha pasado a ser: todos los test posibles, cuantos más, mejor.

Como se afanan en recordar los epidemiólogos, luchamos contra el coronavirus a ciegas: la enorme mortalidad relativa del COVID-19 en nuestro país se explicaría por una gran cantidad de casos que nunca fueron detectados. Los tests serológicos, que comprueban si una persona ha desarrollado los anticuerpos específicos, arrojaría la luz sobre la extensión real de la epidemia. No se trata de una mera curiosidad científica: es imprescindible saber qué parte de la población está inmunizada de cara al otoño, cuando verosímilmente la pandemia se recrudecerá tras el verano.

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