Son fármacos para la hipertensión, pero también están indicados para la enfermedad crónica renal, el fallo cardiaco o la diabetes. Los bloqueadores de los receptores de la angiotensina, una familia de medicamentos también conocida como antagonistas de los receptores de la angiotensina (ARA) son, en definitiva, unos medicamentos muy utilizados. 

De ahí la inquietud que ha generado un estudio publicado en la revista Jama Network Open que asocia el consumo de estos fármacos -entre los que se incluyen algunos principios tan conocidos como losartán o valsartán- con un mayor riesgo de suicidio

El trabajo, además de estar publicado en una revista seria -dependiente de la Asociación Estadounidense de Medicina-cuenta con el apoyo del Ministerio de Salud canadiense y del Instituto para la Evaluación de Ciencias Clínicas. 

Las conclusiones del estudio eran preocupantes para los hipertensos, ya que demostraban que los ARA incrementaban el riesgo de suicidio en comparación con otros medicamentos alternativos, los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (ECA). Además, lo hacían en unas cifras muy significativas. 

Según explicó a Medscape el principal investigador, Muhammad Mamdani, esto se traduce en que por cada 100 suicidios producidos en población consumidora de ECA habría 163 en una similar que optaran por el tratamiento con ARA. 

¿Hay que preocuparse?

El trabajo recién publicado fue fruto de un estudio previo que ya apuntaba en esa dirección pero que, sin embargo, hablaba en general de los fármacos de prevención cardiovascular y los asociaba a un mayor riesgo de suicidio. Esto estimuló la curiosidad de los autores, que decidieron comparar los distintos medicamentos y, sobre todo, buscar una explicación a las diferencias. 

La hallaron. Según su investigación, los ARA pueden incrementar los niveles de angiotensina II en el cerebro más que los ECA y las personas con un polimorfismo genético que hace que se produzcan mayores niveles de esta hormona son más proclives a sufrir trastornos de ánimo

Sin embargo, a pesar de lo alarmante de las conclusiones del estudio, los médicos parecen estar tranquilos. Según han declarado varios expertos al portal especializado en salud, el trabajo no es "relevante para la práctica clínica". En otras palabras, ni se ha producido ni se espera un cambio masivo de prescripciones de ARA a ECA, fármacos que muchos especialistas consideran prácticamente intercambiables en el manejo de la hipertensión y otros factores de riesgo cardiovascular. 

Es algo que no ve con buenos ojos Mamdani que, aunque reconoce que los resultados de su estudio tienen que ser validados en nuevas investigaciones, debería imperar el principio de precaución y sustituir la familia de fármacos siempre que sea posible, especialmente en pacientes con un historial de problemas mentales. 

Pero la idea no gusta a los cardiólogos, al menos a los tres consultados por Medscape. George Bakris, de la Universidad de Chicago, no sólo se muestra escéptico, sino que va más allá. "Es desafortunado que se publiquen estudios como éste ya que en este caso, como en muchos otros -como los que ligan el café al cáncer- las asociaciones son normalmente falsas", comenta. 

"Los ARA se han utilizado masivamente desde la década de 1980 sin que se hayan observado estos problemas y yo pienso seguir prescribiéndolos", concluye. 

De la misma opinión es William White, de la Universidad de Connecticut, que afirma que estos datos no afectaran a sus "hábitos de prescripción". El especialista en manejo de hipertensión -que reconoce que los autores son buenos en investigación fármacoepidemiologica-cree que puede haber diferencias que no se han estudiado en el trabajo, como otras medicaciones que pudieran afectar al ánimo y otros trastornos que lleven parejo este efecto. 

El profesor de Cardiología de la Universidad de Berna Franz Messerli, también se muestra escéptico con respecto a los hallazgos y, además, señala un nuevo argumento para el cambio masivo de recetas ya que, apunta, los ECA también se han asociado a un grave efecto adversos, el angioedema. A su juicio, ambos problemas serían extremadamente raros

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