Aunque suene a amenaza de ciencia ficción, la frase "hasta el polvo engorda" puede tener base científica real. No es algo tan simple, sino que se debe a unas sustancias muy particulares: los disruptores endocrinos o disruptores hormonales, un conjunto de sustancias químicas que, gracias a sus similitudes con algunas hormonas presentes naturalmente en el organismo humano, serían capaces de interaccionar con los receptores de dichas sustancias ocasionando graves estragos.

Por tanto, estos disruptores podrían ocupar el lugar de las verdaderas hormonas, impidiendo que estas puedan funcionar correctamente. Entre dichos disruptores están el famoso bisfenol A o BPA (presente en los plásticos), la atrazina (un herbicida), los polibromobifenilos o PBBs (aditivos de plásticos y electrónica) o el TCDD (derivado del benceno, el compuesto esencial de la gasolina). Todos ellos han demostrado provocar problemas para la salud general actualmente.

Ahora, una investigación publicada en la revista Environmental Science & Technology, presentada recientemente en la Reunión Anual de la Sociedad de Endocrinología de 2019, ha sugerido que algunos disruptores presentes en el polvo doméstico tendrían otro potencial: hacer engordar y desarrollar grasa.

Hasta el polvo doméstico engorda, literalmente

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Este no sería el primer trabajo que sugiere esta "tóxica" relación entre el polvo doméstico y la ganancia de peso, dado que en el año 2017, en la misma revista, otro estudio ya sugirió lo mismo: los compuestos presentes en el polvo doméstico pueden activar las células grasas para acumular más triglicéridos.

En otras investigaciones anteriores, los disruptores endocrinos también se habrían relacionado con otras enfermedades, como problemas de fertilidadenfermedades del hígado o incluso obesidad infantil, entre otras.

En esta ocasión, los investigadores de la Nicholas School of the Environment de la Universidad de Duke analizaron el papel que desempeñan los disruptores endocrinos de forma específica sobre las células grasas. Para ello, recolectaron polvo de 194 hogares de Carolina del Norte, y extrajeron más 100 contaminantes diferentes, de los cuales más de 70 podían afectar a las células grasas. Posteriormente, probaron dichos contaminantes en células extraídas de ratones, para determinar si podían potenciar la acumulación de grasa como se había sugerido anteriormente.

Según sus hallazgos, los disruptores endocrinos probados en las células grasas serían capaces de desencadenar una verdadera acumulación de triglicéridos como ya se sospechaba.  Así mismo, según los mismos investigadores, destaca el hecho de que incluso con polvo en pequeñas cantidades (apenas 100 microgramos), tendría el potencial suficiente para causar efectos significativos.

Este último dato es particularmente llamativo, dado que la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de los Estados Unidos sugiere que los niños podrían ingerir entre 60 y 100 miligramos de polvo y tierra por día, hasta 1.000 veces más de lo que deberían, según los hallazgos del actual trabajo. De hecho, los investigadores afirman que varios de los productos químicos que inducían el crecimiento de las células grasas se encontraron en niveles muy elevados en muestras de polvo de hogares de niños que sufrían sobrepeso u obesidad.