La salmonelosis es una infección gastrointestinal relativamente común en los meses de verano, cuando aumenta el riesgo consumir alimentos en mal estado. Se sabe que la bacteria Salmonella, junto a otros microorganismos como las amebas o las giardias, puede causar la conocida como diarrea del viajero, una gastroenteritis también muy habitual que se caracteriza por dolor abdominal, diarrea y en ocasiones también náuseas y vómitos. Por suerte, se resuelve espontáneamente en unos días sin tratamiento.

Lo que no es tan común es encontrar una Salmonella en el interior de un implante mamario. Es lo que le ocurrió a una mujer de 34 años procedente de Nebraska (Estados Unidos) después de veranear en el Caribe mexicano. Sus cirujanos achacan el hallazgo a un inusual síntoma de la gastroenteritis contraída en el viaje, que realizó cinco meses después de haberse sometido a esa cirugía estética como cuentan en la revista JPRAS Open.

Según los cirujanos del Centro Médico de la Universidad de Nebraska, en Omaha, la paciente se sometió a una intervención de implantes mamarios en su centro. No se dieron incidencias reseñables, a parte de unos leves calambres musculares tras una semana de la intervención.

Cinco meses después, la paciente estuvo de vacaciones en Cancún, donde empezó a sufrir fiebre, escalofríos, dolor abdominal y diarrea. Cuando regresó a Estados Unidos, fue diagnosticada con diarrea del viajero, la cual suele estar causada en el 80% por la bacteria Escherichia coli.

Tras el paso de nueve días, los síntomas mejoraron sin precisar tratamiento médico. Sin embargo, dos semanas después la joven volvía a consultar con sus cirujanos porque sufría dolor e hinchazón de su pecho derecho. Cuando se le realizó una ecografía en dicha zona, se pudo vislumbrar que existía líquido alrededor de su implante mamario. Se le diagnosticó un absceso mamario y se le trató con antibióticos.

Sin embargo, sus síntomas empeoraron, por lo que requirió un nuevo paso por el quirófano para drenar el absceso y extraerle el implante. Además, también se cultivó el líquido drenado, para saber qué bacteria estaba causando tales problemas. La sorpresa llegó cuando el cultivo detectó la presencia de una Salmonella, un microorganismo raramente ligados a sobreinfecciones quirúrgicas.

Una diarrea del viajero complicada

Según los autores del caso, a pesar de que la Salmonella suele encontrarse en carne cruda y huevos como contaminante, y de forma menos típica en casos de diarrea del viajero, en investigaciones anteriores se ha demostrado que una salmonelosis puede invadir zonas externas al intestino y acabar en el torrente sanguíneo.

Cabe destacar que, aunque la situación es posible, no deja de ser rara: según los autores, la Salmonella detectada sería la misma que le causó a la mujer la diarrea del viajero contraída en Cancún. Sin embargo, algunos expertos discreparían, dado que es más fácil que la prótesis mamaria hubiese estado contaminada previamente y que dicha bacteria hubiese permanecido "dormida" en el implante mamario. En tal caso, las bacterias habrían creado una "biopelícula", una barrera protectora sobre sí mismas, hasta que finalmente se rompió y las bacterias iniciaron la infección.

La rotura de dicha biopelícula podría haber ocurrido por varios motivos, como el hecho de que la paciente empezó a ser más activa y realizar deporte, o bien por el simple hecho de haber contraído otra enfermedad -la diarrea del viajero- y encontrarse más débil en ese momento. 

Ambas hipótesis son posibles. La opción de una prótesis previamente contaminada es más probable, dado que para que la Salmonella causante de la diarrea hubiese llegado al implante mamario habría tenido que pasar del intestino al torrente sanguíneo, y de ahí directamente a uno de ambos implantes, rompiendo el tejido cicatricial que se habría formado alrededor de dicho implante. Y, además, cabe destacar que no había ninguna otra zona infectada además de este implante.

Aunque, por otro lado, se sabe que solo 1-2% de los implantes mamarios acaba provocando una sobreinfección, la cual suele ocurrir durante las primeras dos semanas. Por lo que la sospecha inicial sería que, tras poco menos de medio año, la bacteria habría estado en el implante de forma latente.

Noticias relacionadas