Ha vuelto a ocurrir: las cámaras han sorprendido al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, moviendo la mandíbula en su escaño mientras aguantaba el chaparrón de reproches por parte de Pedro Sánchez durante la moción de censura en el Congreso de los Diputados. Periodistas y espectadores le han afeado el gesto, poco estético, de masticar un chicle o un caramelo en una cita política crucial, como si necesitase entretenimiento.

No es un gesto nuevo, sin embargo. Y no nos referimos al incidente de Andrea Levy mascando con vulgaridad en el Parlament de Cataluña para demostrar su displicencia durante la investidura de Carles Puigdemont. Rajoy ya fue sorprendido deglutiendo en su escaño en otra sesión parlamentaria en la que debía darlo todo, la fallida investidura de Sánchez en marzo de 2016.

Fue el objetivo del fotógrafo Alberto Di Lolli lo que permitió descubrir el vicio oculto del presidente: caramelos de menta, de los que dio cuenta de media docena durante la sesión y estrujó los envoltorios en bolitas para relajar tensiones.

¿Qué sabemos de la perdición golosa de Rajoy? Son una fórmula española y muy española, el caramelo balsámico Pictolín que se lleva comercializando desde 1952. Se fabrica con azúcar, jarabe de glucosa y aromas naturales de menta y eucalipto. Se comercializan también en versión sin azúcares añadidos, que sería de consumo mucho más saludable y ejemplarizante para el presidente del Gobierno, especialmente si es propenso a darse atracones.

El potente efecto de la menta y el eucaulipto es de sobre conocido: refresca la boca al estimular los receptores de frío y abre las vías aéreas, algo que sin duda beneficia a Rajoy, propenso a los tropiezos lingüísticos, en el debate. Curiosamente, solo uno de estos efectos tiene una base fisiológica real. Un estudio publicado en 2009 por investigadores de la Universidad de Cardiff, Gales, reveló que estas sustancias no afectan realmente a las vías, pero la sensación refrescante es la que nos induce a sentir que respiramos mejor.

Otro efecto apreciado es el analgésico y antiinflamatorio, calmando la ronquera por irritación de la garganta y permitiendo seguir hablando durante horas. Se ha relacionado el extracto de menta con el alivio del dolor de estómago y de cabeza, algo que cualquier parlamentario español apreciará, y con la supresión del apetito, algo que evitará distracciones a medida que se acerque la hora de comer. También combate la halitosis, aunque no hay noticia de que el presidente la padezca, aunque pueden haberle ayudado a calmar la ansiedad desde que dejó el tabaco.

Y es que la función sedante que le proporcionará el sabor de su agrado será la principal motivación del presidente del Gobierno para recurrir a su vicio amable en los momentos más duros. Y es que, en realidad, los caramelos de menta no son ninguna panacea. Se han vinculado con una mejora en la atención y la memoria que sin duda le beneficiarían al debate, pero las evidencias al respecto son escasas. Sí que han demostrado, sin embargo, tener cierto efecto para reducir la somnolencia. Y es sabida que la combinación de escaño y largas sesiones puede ser letal.

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