Roberto Méndez Ainhoa Iriberri

En marzo, la Sociedad Española de Medicina de Atención Primaria (SEMERGEN), lanzó la recomendación de "consumir hasta 4 raciones de carne roja a la semana" tanto para adultos como para niños, siendo cada ración de alrededor de 150 gramos cada una. De hecho, los responsables del grupo de trabajo que lanzaron este documento aseguran que se trata de un "consumo moderado" y que "no incrementa el riesgo cardiovascular", siempre y cuando se escojan piezas magras y se retire la grasa de las mismas.

La SEMERGEN lanzó una guía titulada Importancia de la carne de vacuno en la alimentación de los españoles. Entre las entidades que participaron en la difusión de este documento y de su presentación destaca la patronal de los ganaderos españoles, Provacuno. Aunque esta entidad explican a EL ESPAÑOL que no han patrocinado el documento, también confirman que "le han dado difusión y han reforzado su comunicación". Muchos nutricionistas, médicos y demás profesionales de la salud no han dudado en señalar las irregularidades en torno a los vínculos entre patronal y asociación médica que se pueden deducir de la publicación de esta guía. 

Por ejemplo, en la convocatoria a la presentación a los medios de la guía, Provacuno afirma: "En esta presentación nos acompañaran [los representantes de la SEMERGEN participantes en la rueda de prensa]". Una primera persona del plural que hace dudosa la falta de vinculación entre el organismo y la guía. 

Consultados por EL ESPAÑOL, una portavoz de la SEMERGEN afirma "desconocer" quién ha pagado la guía, aunque reconoce que los expertos autores sí han recibido una remuneración por su trabajo. "Nosotros detectamos que había una necesidad de informar a los profesionales sanitarios, porque apenas se habla de nutrición en las facultades y es algo que se consulta mucho a los médicos de familia; por esta razón, nos pusimos en contacto con el grupo IMC, que accedió a llevarla a cabo", señalan desde la entidad. "El logo de Provacuno no aparece por ningún lado", añade la misma fuente, que insiste en que "no sabe" quién ha llevado a cabo los pagos vinculados a la elaboración del documento encargado por su asociación y presentado por el presidente de la misma, así como quién ha financiado el informe.

El grupo de trabajo responsable de la guía no menciona ningún conflicto de intereses, lo que sucedería si los colaboradores de las guías son grandes empresas que pretenden vender el mismo producto que se defiende en las mismas.

Anuncio de la presentación en la web de Provacuno.

No es la primera vez que salta una polémica de este tipo. En octubre de 2017, la SEMERGEN validaba el Documento temático sobre la carne y la salud en niños y adolescentes. En el mismo se recomendaba para estos grupos de edad: "Consumir carne entre 3-4 veces a la semana, alternando entre los distintos tipos de carne. Una ración de carne puede variar entre los 50 y 100 gramos, según se prepare para un preescolar o para un adolescente ya que el requerimiento proteico debido al desarrollo muscular es más elevado en adolescentes". Dicho informe está colgado en la web de la plataforma Carne y Salud, en la que participan no sólo Provacuno, sino otras organizaciones interprofesionales agroalimentarias como Asici, Interovic, Intercun e Interporc. 

Video a favor del consumo de carne

En la guía lanzada ahora por SEMERGEN se llega a afirmar que el consumo de carne de vacuno es necesario, y que es necesario desmitificar cierta información que circula por internet sobre los perjuicios de la carne de vacuno y carne roja en general. Es decir, que no debería excluirse de la alimentación bajo ningún concepto.

En lo que sí acierta este documento es en comentar que el consumo de este tipo de carne se ha rodeado de polémica desde hace unos años, pues se ha relacionado con enfermedades cardiometabólicas como la diabetes o el aumento de riesgo de sufrir infartos cardíacos o ictus.

La mayoría de las guías o pirámides nutricionales actuales no respaldan el consumo de carne indicado como recomendable en la guía y, de hecho, la Organización Mundial de la Salud afirmó hace tan solo un par de años que la carne roja procesada se relaciona con el riesgo de cáncer de forma directa -grupo 1A- , y la carne roja no procesada también parece relacionarse con el mismo, siendo catalogada como "probablemente cancerígenas, aunque la evidencia al respecto sea más limitada.

Aún así, el documento de la SEMERGEN se defiende afirmando precisamente esto, que la evidencia es limitada y no determinante, y que la carne roja -sobre todo la de vacuno- es saludable y rica en proteínas de alto valor biológico, además de contener vitaminas del grupo B, hierro, potasio, fósforo y zinc.

En conversación con este diario, apuntan a distintos estudios "que apoyan el texto". El primero es paradójicamente el de la OMS. Según SEMERGEN, la declaración de la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer que incluía a las carnes rojas en el grupo 2A "está basada en evidencia limitada, pero generó cierta alarma cuando se difundió a nivel poblacional a través de los medios de comunicación". La asociación también cita  un "metaanálisis que no encuentra asociación significativa entre el consumo de carnes rojas sin procesar (100 gramos al día) y el riesgo cardiovascular", publicado en 2012 en Archives of Internal Medicine sobre consumo de carne roja y mortalidad. 

Por último, menciona el estudio PURE de The Lancet, una de cuyas conclusiones dice: "El probable que las recomendaciones actuales sobre nutrición y morbimortalidad cardiovascular tengan que cambiar". 

Qué dice la ciencia sobre la carne roja y las enfermedades cardiometabólicas

Pero el hecho es que diferentes estudios no solo han relacionado la carne roja no procesada -vacuno, cerdo, cordero- con enfermedades cardiometabólicas, sino también con diferentes tipos de cáncer. Y esta relación no es nueva, sino que hace años que los estudios la detectan. Aunque, eso sí, la relación suele depender de la cantidad consumida.

Por su parte, cualquier cantidad de carne procesada se ha relacionado de forma directa con diversas enfermedades.

Por un lado, tenemos una revisión sistémica de 2012 llevada a cabo por la Universidad de Harvard donde se compararon los efectos tanto de carne roja procesada como de carne roja no procesada durante 20 años. Según sus resultados, la carne roja no obtuvo resultados consistentes, es decir, no existía riesgo cardiovascular asociado a su consumo; la carne procesada por su parte sí, llegando a un aumento del riesgo de hasta un 42% por cada 50 gramos de consumo. Aunque, eso sí, aquí los autores ya comentaron algo que hoy en día suelen mencionar muchos profesionales de la salud: el problema no es tanto la carne roja en sí misma, sino el hecho de que un exceso de su consumo reduce e incluso sustituye a otros alimentos más interesantes, como frutas y verduras.

Tras esta revisión, hubo otros dos metaanálisis más que buscaban posibles relaciones entre carne roja y riesgo cardiovascular. Uno de ellos, publicado también en 2012 en la revista Stroke, y el otro publicado en 2013 en la revista European Journal of Clinical Nutrition. En ambas revisiones la conclusión es similar: existe un pequeño riesgo relativo -hasta un 10-20%- de sufrir un ictus si se consume carne roja en exceso; y más aún si se trata de carne roja procesada. En 2016, otra revisión publicada en el Journal of Stroke Cerebrovascular Disease llegó a una conclusión similar tras analizar a más de dos millones de individuos y más de 20.000 casos de ictus: el exceso de carne roja (más de 70 gramos al día) y carne procesada se relaciona con el riesgo de sufrir un ictus.

Asimismo, si revisamos la relación entre carne roja y otras enfermedades como la diabetes, también existen estudios y relaciones consistentes al respecto. Por un lado, en la primera revisión mencionada llevada a cabo por Harvard, relacionó de nuevo carne roja procesada con riesgos como la diabetes, pero no obtuvo resultados concluyentes con la carne roja no procesada.

Otra revisión al respecto, publicada en la revista Circulation en 2010, no encontró tampoco una relación clara. Pero un año después, en 2011, otro estudio publicado en el American Journal of Clinical Nutrition sí encontró tal relación: por cada 100 gramos diarios de carne roja, el riesgo relativo de sufrir diabetes aumenta un 19%.

De forma más reciente, precisamente en marzo de 2018 un estudio publicado en Diabetes Care analizó la posible relación entre la cocción de la carne de cualquier tipo y el riesgo de diabetes, ya que las guías suelen afirmar que la cocción es importante. Según sus resultados, la cocción a elevadas temperaturas, tanto de carne roja como de carne de pollo, aumentaría el riesgo de diabetes tipo 2 si se trata de un consumo de carne diario.

Para finalizar, otros estudios recientes han relacionado el exceso de consumo de carne roja con problemas de hígado y estados prediabéticos, como la conocida como resistencia a la insulina. El trabajo más reciente al respecto se ha publicado en marzo de 2018 en el Journal of Hepatology, en el cual se ha concluido que el exceso de consumo de carne roja y carne procesada se asociaría a un aumento de riesgo de sufrir enfermedades de hígado y resistencia a la insulina, independientemente de otros factores de riesgo. Además, también se detectó que la forma de cocinar dichas carnes es importante, siendo las cocciones de mayor riesgo aquellas que usaran fritos o parrillas a elevadas temperaturas.

Qué dice la ciencia sobre la carne roja y el riesgo de cáncer

Aunque la OMS dio la voz de alarma en el año 2015, los estudios que relacionan carnes rojas y carnes procesadas con diferentes tipos de cáncer no han dejado de sucederse.

Por ejemplo, diversas revisiones sistémicas, como la que se publicó en 2013 en Cancer Causes Control relacionó tanto la carne roja como la carne procesada con el aumento del riesgo de cáncer de colon. Un estudio más específico, publicado también en 2013 en el Journal of Nutrition, llegó a la conclusión de que la carne de cordero y cerdo eran las que más aumentaban el riesgo, aunque no detectó asociaciones entre otras carnes como la de vacuno, carnes de pollo o pavo, ni tampoco con el pescado.

Por otro lado, respecto a los cánceres de tipo ginecológico, una revisión de 2007 publicada en Cancer Causes Control afirmó que por cada 100 gramos de carne roja diaria había un aumento del riesgo de cáncer de endometrio de un 50%. Otro estudio más reciente, publicado en 2018 en The European Menopause Journal y de origen español, ha llegado a la conclusión de que existe un aumento de riesgo de sufrir cáncer de mama por cada 25 gramos de carne roja consumida al día; un riesgo que aumenta con la carne procesada, ya que tan solo con 14 gramos diarios ya existiría riesgo.

Entre otros tipos de cánceres, tenemos el cáncer de pulmón, donde la carne roja aumentaría su riesgo entre un 20% y un 45% según el International Journal of Clinical Experimental Medicine.

El exceso es el problema

Como podemos observar, todos los estudios que relacionan a la carne roja con riesgos para la salud tienen algo en común: la cantidad de carne roja consumida. 

El error de la SEMERGEN y la industria cárnica colaboradora no está en el hecho de recomendar la carne roja, sino precisamente en la cantidad. No hablamos de carne procesada, ya que está bastante claro que cualquier tipo de procesado tiene diversos riesgos asociados para la salud humana, sino de la carne roja fresca: la cantidad importa, ya que no cualquier cantidad implica riesgo, pero los excesos sí.

De hecho, las recomendaciones actuales implican no consumir más de dos raciones de carne roja a la semana, es decir, no más de 200-300 g semanales según la guía que miremos. Sin embargo, la nueva guía de esta sociedad médica afirma que podemos consumir más de medio kilo de esta carne sin riesgo, algo que los estudios y también la OMS desaconsejan.

Si bien es cierto que aún queda mucha evidencia que concretar al respecto, debemos manejarnos con la evidencia científica actual. Y esta evidencia dice que cuatro raciones de carne roja semanales es un exceso, y por ello no es recomendable en ningún caso.

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