La suerte que acompañó a Enrique Castro, Quini, a lo largo de toda su vida -cuando ganó sus dos Copas del Rey, su Supercopa o la Recopa de Europa con el Fútbol Club Barcelona- le abandonó ayer cuando más la necesitaba. Un infarto acabó con él a los 68 años en Gijón, cerca de su residencia. Su muerte se debió a la mala suerte, ya que es muy probable que si hubiera estado muy cerca de un servicio de emergencias o incluso al lado de alguien que supiera practicar masaje cardiovascular, hubiera podido salir de ese episodio como salió de otros trágicos en su vida, como su secuestro en 1981 o el cáncer de garganta que se le diagnosticó en 2008. 

Según explica a EL ESPAÑOL el cardiólogo del Hospital Clínico de Madrid Julián Villacastín, el infarto provoca la muerte súbita en aproximadamente una cuarta parte de los casos. Así, en el 75% restante y gracias en gran parte al programa llamado Código infarto, se pone en marcha un mecanismo que suele concluir con la colocación de un stent en una de las tres arterias coronarias principales, para solucionar la oclusión de la misma que ha provocado el síndrome coronario agudo (SCA), el nombre más científico del infarto. 

"Lo que sucede en estos casos es que se rompe una placa de ateroma [la sustancia grasa que se va acumulando en las arterias por la aterosclerosis] y se forma un trombo que ocluye por completo la arteria coronaria; en ese momento se produce una especie de tormenta eléctrica, lo que denominamos fibrilación ventricular y el corazón ya no es capaz de expulsar la sangre; si lo viéramos externamente, es como si fuera una cámara llena de gusanos", comenta el especialista. 

Desde ese momento, el proceso que lleva al fallecimiento es muy rápido, de ahí que se hable de "muerte súbita". "La tensión cae a 0 y a los 8 o 10 segundos pierdes el conocimiento; te puedes recuperar si tienes justo al lado un desfibrilador para que se aplique un choque eléctrico", señala Villacastín, que cree que incluso con un masaje cardiaco se puede ganar tiempo hasta que llegue una unidad de emergencias. 

Al futbolista se le atendió -primero la policía y después una ambulancia- pero sin duda no se llegó a tiempo, ya que ingresó cadáver en la UCI del Hospital de Cabueñes. "El problema es más del cerebro, que en siete minutos sin oxígenos contrae daños permanentes que hacen imposible la recuperación ni siquiera con tratamiento", concluye el cardiólogo del hospital madrileño.