Desde hace años se debate sobre el incluir o excluir de la dieta ciertos pescados, especies que se crían lejos de las costas españolas y tienen un precio asequible. Es el caso de la tilapia y la panga: sin bien tienen fama de ser más saludables que otras alternativas alimentarias por el mero hecho de tratarse de peces, comparativamente hablando salen mal parados.

El Pangasianodon hypophthalmus. o panga, es una especie de agua dulce nativa de los ríos de Asia. Se cría habitualmente en granjas de acuicultura, donde engorda rápido, por lo que es comercialmente perfecto. Esta especie de pez, que se caracteriza por tener un cuerpo alargado y una cabeza redondeada, se encuentra en los ríos Mekong, Chao Phraya y Maeklong, que corren por Camboya, Laos, Tailandia e India. En libertad se alimenta principalmente de insectos, crustáceos y algas.

La cría de este pescado está muy industrializada y alrededor del 90% de la panga que se consume en todo el mundo (1,55 millones de toneladas al año) se cría en el Mekong, el Chao Phraya y otros ríos de Vietnam. Es famoso por ser asequible y tener pocas espinas, por lo que suele ser un habitual en menús escolares y de centros hospitalarios. Además, en la actualidad España se ha convertido en el primer importador y consumidor de Europa de panga.

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En 2017, Carrefour decidió dejar de venderlo por la gran contaminación existente en el río Mekong. Se adujeron “motivos ecológicos”, ya que el incremento en el consumo de este pescado ha llevado a que se produzcan cambios en las zonas productoras. En concreto en el uso del suelo, la deforestación y la contaminación medioambiental a causa de los piensos y los fármacos que se utilizan en piscifactorías.

"Comparado con otro pescado blanco como la merluza, la panga tiene casi un 50% menos de proteína y entre un 60% y un 80% menos de ácidos grasos poliinsaturados. Si lo comparamos nutricionalmente con pescados azules, la panga sale aún peor parado", señala José Manuel López Nicolás, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Murcia, hace un par de años en un artículo.

Por su parte, la tilapia es una especie de pez de agua dulce o salobre originario de África. Se distingue por tener una carne blanca, firme y sabrosa, por lo que se ha convertido en uno de los peces con mayor demanda en todo el mundo. Esta especie se puede cultivar con relativa facilidad, lo que ha contribuido a su popularización. Además, es baja en grasas y colesterol, pero no es oro todo lo que reluce.

La tilapia es uno de los peces de agua dulce de menor valor nutricional, lo que significa que contiene menos nutrientes esenciales que otras variedades de pescado. También es baja en ácidos grasos omega-3, un nutriente esencial para la salud del corazón. Por lo tanto, comer tilapia puede no ser la mejor opción para una dieta saludable.

La sospecha del mercurio

Una investigación publicada en la revista Chemosphere descubrió que algunos ejemplares superaban las concentraciones máximas admisibles fijadas por la legislación europea en 0,5 mg/kg (Reglamento (CE) nº 1881/2006 de la Comisión, de 19 de diciembre de 2006), a través de la cual se establece el contenido máximo de determinados contaminantes en los productos alimenticios. Esto en particular afectaba a los que se vendían en adobo

El análisis, realizado por espectrofotometría de absorción atómica de vapor frío, muestra un amplio rango de concentraciones de mercurio entre 0,10–0,69 mg/kg, con un valor medio de 0,22 mg/kg. Según los investigadores, aunque no hubo diferencias significativas entre supermercados, la concentración media de mercurio en la presentación en adobo (0,18 mg/kg) fue mayor a la obtenida en la panga al natural (0,16 mg/kg).

"En los casos en los que se supera la concentración máxima, si se consume este pescado de forma continuada, puede haber un riesgo para la salud por la acumulación de este metal pesado, especialmente en los niños, para los que recomiendo sustitutos como la limanda", señala José Luis Rodríguez, tecnólogo de alimentos.

La OCU también puso el foco en estos pescados, denunciando también la presencia de pesticidas. "En cuatro muestras de panga de las 23 analizadas encontramos un herbicida, la trifluoralina, que ha sido prohibida en Europa", afirma el organismo. "También detectamos mercurio, un metal pesado, en 9 de las 29 muestras de panga y perca analizadas. Las cantidades de mercurio no superan el límite legal de 0,5 mg/kg, pero en algunos casos sí alcanzan la mitad de esa cifra", precisan.

Sin embargo, hay que subrayar que todo el pescado que se vende en los supermercados es seguro, según determinó la Agencia Española de Consumo y Seguridad Alimentaria (Aesan) y recoge este artículo de EL ESPAÑOL. "Los pescados importados que se comercializan en España son controlados convenientemente [...] Estos controles incluyen controles físicos, realizando análisis de laboratorio [...] La calidad sanitaria de dichos pescados no solamente está asegurada por el control oficial en frontera, sino también por el de las Comunidades Autónomas".

Poco valor nutricional y coste ecológico

Teniendo en cuenta que, a pesar de la investigación citada, en el mercado existen pescados con niveles de mercurio más altos, una razón para dejar de consumir panga y tilapia es el coste ecológico que tiene la crianza en granjas muy lejos de nuestro país. Esto produce un gran impacto en la zona de criadero y deja una gran huella de carbono al tener que atravesar tanta distancia en la exportación.

Además, son bastante pobres nutricionalmente hablando, conteniendo menos cantidad de ácidos grasos esenciales, como omega 3, y un menor porcentaje de proteínas. Podrían sustituirse fácilmente por el lenguado o la merluza.