• 1 de 4

    Una comida 'sobrevalorada'

    Hay pocas cosas que gusten más en España que tomar algo en una terraza. Con la llegada del buen tiempo, más aún. Así, estos días son muchos los españoles que, con permiso de la Covid-19 y gracias al buen tiempo, han podido volver al bar de la esquina, que tiene una mesitas fantásticas al solecito, para volver a tomar el desayuno tradicional que toman cada día allí desde hace años. La primera comida del día representa para muchas personas, por sencilla que sea, uno de los máximos placeres culinarios que existen. El halo de imprescindible que se le ha otorgado desde hace décadas y falsas creencias como que es necesario “empezar la mañana con energía” han contribuido sobremanera a que el común de los mortales piense que no se puede empezar la jornada sin un buen desayuno.

    En realidad, tal y como hemos explicado alguna vez en EL ESPAÑOL, el desayuno no es la comida más importante del día y tampoco está demostrado que ayude a adelgazar. Así lo señalan algunas investigaciones que se han publicado en los últimos años y que desmontan el mito. Al final, tiene su lógica: si una persona tiene un patrón alimentario en el que se toman cereales azucarados, galletas o tostadas con mermelada, tiene muchas más posibilidades de acabar desarrollando sobrepeso y teniendo una mala salud que otra persona que se salta el desayuno o, si lo hace, incluye alimentos saludables como, por ejemplo, los garbanzos

  • 2 de 4

    El zumo de naranja natural

    Uno de los alimentos más típicos cuando uno pide un desayuno en un bar, aparte del café, es el zumo de naranja natural. En realidad, este brebaje tiene una fama de saludable que no se merece. El motivo es que el zumo de naranja, por muy natural que sea, tiene una cantidad de azúcar muy importante y que deberíamos evitar en la medida de lo posible. De hecho, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos apunta que un vaso diario de 360 mililitros puede provocar que nuestro peso aumente entre cinco y siete kilos al cabo de un año.

    Sin embargo, este no es el único motivo por el que médicos y nutricionistas recomiendan evitar el zumo. Su consumo ha sido relacionado con el aumento del riesgo de padecer cáncer. Así lo aseguró un estudio publicado en 2019 en la revista BMJ por investigadores franceses. Según este trabajo científico, el consumo habitual de bebidas azucaradas (tanto los refrescos como los zumos) se asocia con un mayor riesgo de sufrir cáncer general, y en el caso de los zumos, cáncer de mama en particular. Conviene señalar también que muchas personas no sólo se toman el zumo natural en el bar, sino que le añaden azúcar para endulzar su sabor, lo que lo convierte en una bebida aún menos recomendable. 

  • 3 de 4

    Tostadas de pan blanco

    Las tostadas de pan son otro de los clásicos del desayuno de los bares. Por lo general, estas rebanadas suelen incluir también aceite de oliva y tomate, que acaban elevando el sabor de la creación de una manera exponencial. Sin embargo, la cruda realidad es que el pan blanco es un alimento que, pese a que ha sido básico en la tradición culinaria de nuestro país (desayunamos con pan, almorzamos con pan, cenamos con pan…), cuyo consumo deberíamos minimizar al máximo. El motivo es que se elabora con harinas refinadas y no con el grano entero del cereal. “El pan blanco es almidón, y nosotros convertimos el almidón rápidamente en glucosa. Se produce un pico de glucemia muy fuerte y eso supone un esfuerzo especial al páncreas, que acaba agotándose. Eso acaba en diabetes, más resistencia a la insulina…”, explicaba Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública en una entrevista en EL ESPAÑOL. 

    El médico e investigador recomienda que, siempre que vayamos a tomar pan, sea integral. Y esto no quiere decir que en el envase leamos la palabra “integral”, sino que acudamos a la etiqueta y veamos que, efectivamente, está elaborado en un 75% al menos con harina integral. ¿Por qué? Porque el consumo de grano entero, es decir, los cereales que incluyen el germen, el salvado y el endospermo es mucho más saludable. No solo aportan más fibra y una mayor saciedad, sino que también tienen una mayor cantidad de micronutrientes fundamentales para nuestro organismo, previniendo un buen puñado de enfermedades como la diabetes o el cáncer.

  • 4 de 4

    El croissant vegetal

    Los croissants, ya sean en su versión vegetal (¿puede un croissant con atún y huevo considerarse vegetal?), o en su forma tradicional, son también habituales en los desayunos de muchos bares de nuestro país. En realidad, un croissant, por mucha lechuga que le echemos, no deja de ser una pieza de bollería que se elabora con azúcar, harinas refinadas y mantequilla. Es decir, al final estaremos consumiendo un alimento que perjudica nuestra salud, a pesar de incluir una porción de verdura o alimentos sanos como el atún o el huevo.