Aunque no tengan nada que ver con nosotros, en España conocemos al dedillo las celebraciones de los estadounidenses. A través del cine y de las series de televisión, hemos observado con curiosidad las fiestas de Halloween y las Navidades a todo tren. Tanto es así, que desde hace décadas muchos españoles se disfrazan en la víspera de Todos los Santos y escriben en diciembre a Papá Noel, en vez de a los Reyes Magos.

Si algo tienen de llamativo estas festividades es que suelen hacerse por todo lo alto: espectaculares fuegos artificiales el 4 de julio, actuaciones con artistas internacionales en las finales de la Super Bowl y cientos de empalagosas películas sobre el día de San Valentín. Este mismo jueves, se celebra en Estados Unidos otra de esas icónicas fechas: el día de Acción de Gracias.

Una fiesta que relacionamos inmediatamente con un banquete presidido por un gran pavo asado al horno. Comer esta carne ese día es toda una tradición, tal y como nos enseñaron Friends o Los Simpsons. En España, el pavo es todavía un gran desconocido. Sí, muchos de nosotros tenemos en la nevera lonchas de esta carne, pero a la hora de asar en el horno, los españoles somos más propensos al pollo.

Carnes más saludables

Estas carnes se parecen en muchos aspectos: físicamente tienen las mismas partes y, de hecho, se cocinan de maneras similares, pero, además, ambas son consideradas como carnes blancas. Este grupo de carnes siempre ha tenido fama de ser más saludable que la carne roja. Los ejemplares de este grupo suelen tener menos calorías —aunque existen excepciones, como la carne de pato, que es blanca, pero tiene más calorías que cualquier carne roja— y menos mioglobina.

La carne blanca no tiene asociada a ella los mismos riesgos para la salud que la carne roja, que ha sido asociada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) a una mayor prevalencia de enfermedades cardiovasculares y oncológicas. Además, el estudio Seguimiento Universidad de Navarra (SUN) capitaneado por el epidemiólogo español Miguel Ángel Martínez-González también encontró una mayor mortalidad en la población joven que abusaba de la carne roja, según este artículo de EL ESPAÑOL.

Aunque no significa que debamos evitar completamente la carne roja, los últimos estudios apuntan a que debe reducirse su consumo. Las alternativas saludables a este alimento son amplias: carnes de ave, de pescado, huevos y, por supuesto, legumbres, cereales y frutos secos. Por esta razón, cada vez es más habitual encontrar salchichas o hamburguesas —dos productos con mala fama elaborados con carne roja procesada— de pavo y pollo.

Pollo vs. pavo

Pero, ¿existe alguna diferencia entre el pavo y el pollo a nivel nutricional? ¿alguno de ellos es mejor que el otro? A pesar de que ambas opciones se consideran como alimentos saludables, es cierto que el pavo tiene un mejor perfil nutricional que el pollo. Además, el pavo también tiene un valor energético menor: mientras que el pollo tiene 167 kilocalorías por cada 100 gramos, el pavo tiene 107.

La razón por la que el pavo engorda menos se debe a que tiene una proporción menor de grasa en su carne: en el pollo, la grasa ocupa casi un 10% del alimento, pero en el pavo apenas supera el 2%. Además, la carne de pollo tiene una mayor cantidad de colesterol, tal y como explica la Fundación Española de Nutrición (FEN). Las grasas de ambos animales no destacan por tener beneficios para la salud, las saturadas representan una pequeña proporción.

Como todas las carnes animales, el pollo y el pavo son fuente de proteínas de alta calidad. Esto quiere decir que esas proteínas contienen todos los aminoácidos esenciales, que son sustancias que nuestro cuerpo no produce por sí mismo y, por tanto, es importante incorporarlas a través de la dieta. Además, el cuerpo las absorbe de manera eficiente. El pavo sale ganando también en este aspecto: tiene un 22% de proteínas, frente al 20% del pollo.

Algunos pavos insanos

Es decir, el pavo es una carne similar en forma y características al pollo, pero destaca en aspectos importantes para la salud. Se trata de una carne menos energética, pero tiene un aporte mayor de proteínas y menor de grasas. Eso sí, no confundamos la carne de pavo —que podemos utilizar para asar o guisar— con el fiambre de pavo. Las lonchas de embutido de pavo que encontramos en el supermercado no son, precisamente, saludables. 

Si observamos el etiquetado de un paquete de este fiambre de pavo cortado en lonchas, lo más probable es que demos con uno que sólo tenga entre un 50% y un 60% de carne de este animal. ¿De qué está hecho el porcentaje restante? Agua, fécula de patata, sal, jarabe de glucosa —que, básicamente, es azúcar— y aditivos. Vamos, mucho relleno y poco interés nutricional.

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